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Charlie Sheen podría darle una lección a Wall Street

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 10 marzo, 2011




Charlie Sheen podría darle una lección a Wall Street
El actor sabe mucho más que CBS (empresa que lo acaba de despedir) acerca de cómo funcionan los negocios del siglo XXI

A la mayoría de nosotros nos llevaría algunas docenas de vidas reunir 2 millones de seguidores en Twitter. Y sin embargo, Charlie Sheen lo consiguió en menos de una semana.
El mes pasado, CBS Corp. interrumpió la exitosa comedia televisiva “Two and a Half Men” luego del enfrentamiento público de Sheen con los altos directivos de la empresa por una juerga que el actor salvaje describió como “épica” y “extrema”. Desde entonces, se ha convertido en uno de los nombres más famosos del planeta.
Lo fascinante en todo este fandango no son los dramas públicos de Sheen. Es la forma en que nos ha dado una clase magistral sobre promoción en los medios modernos y cómo los accionistas de Wall Street, que en definitiva son los dueños de su antiguo empleador, permitieron que se burlaran de ellos de semejante manera.
Las grandes empresas parecen suponer que sus celebridades salieron de un suburbio de los años 1950. Desde Kate Moss hasta Tiger Woods o Charlie Sheen, cualquier insinuación de conducta “inadecuada” hace que los patrocinadores salgan corriendo más rápido de lo que una de las compañeras de Sheen puede quitarse, este, los aretes.
Y sin embargo, si hay una lección para aprender de la última década, es que el público o sea el cliente es más misericordioso. De hecho, cuanto más escandalosa es la conducta de un famoso o una famosa, y menos contrición muestra, más atractivos nos parece. Ser malo rinde, y un poco loquito también.
Si CBS no se da cuenta de eso, tal vez sea hora de que los accionistas cambien de directivos. Sheen obviamente sabe mucho más que ellos acerca de cómo funcionan los negocios del siglo XXI.
Mientras escribo esto, Sheen ha enviado una actualización en Twitter desde “Sober Valley Lodge” (algo así como “La posada del valle Sobrio”).
Rachel, una de las “diosas” con las que vive, acaba de salir del inmueble. El mantiene a sus nuevos clientes a los 2 millones informados sobre cada suceso.
Sheen evidentemente tocó una cuerda sensible. Su fiesta desmesurada no es solo divertida. Es el tipo de escapismo que quiere el público. Keith Richards, el guitarrista de los Rolling Stones ha sido una figura emblemática durante 40 años con su estilo de vida excesivo, de modo que no fue sorprendente ver que su autobiografía encabezara las listas de más vendidos para Navidad. No queremos famosos sosos y aburridos.
Cuando la modelo británica Kate Moss fue fotografiada consumiendo drogas, sus patrocinadores corrieron a ponerse a buen recaudo. Sin embargo, muy pronto Moss volvió con más popularidad que nunca.
El golfista Tiger Woods fue abandonado por muchos de sus patrocinadores empresarios al revelarse su caótica vida amorosa. Pero ¿y qué? Tiger está nuevamente en el circuito, y cuando su swing vuelva a estar en su mejor punto, seguro que los sponsors aparecen de nuevo.
El nuevo ejército de seguidores de Sheen en Twitter sugiere que su público lo alienta para volver. Cualquiera puede ver que volverá a actuar mejor que nunca. CBS podría perfectamente acabar contratándolo de nuevo. Si lo hace, es probable que deba duplicarle o triplicarle la remuneración. Si no lo hace, lo hará otro.
Lo curioso es que lo hayan echado y que los accionistas no exigieran la renuncia del directorio. Después de todo, la empresa cometió algunos errores de criterio catastróficos.
Primero, Sheen tiene derecho a una vida privada. No es un funcionario electo y no le ofrece orientación moral a nadie. Si quiere divertirse como un salvaje, es asunto suyo. Es un buen actor, tal como lo demostró en películas como “Pelotón” (1986) y “Wall Street” (1987).
Es ridículo esperar que se comporte como un profesor de catecismo. ¿Desde cuándo se supone que los protagonistas de comedias deben ser solteros célibes? No tiene ninguna obligación de vivir su vida siguiendo las reglas de otro.
Segundo, el talento es él. Un fondo de cobertura no despediría a un operador estrella si fuera drogadicto o alcohólico. Tendría que haberse librado de la mitad del personal si lo hiciera. Una editorial no deja a su escritor o escritora más vendidos porque tienen siempre una botella de vodka al lado de la computadora. Si lo hiciera habría muchos menos libros para leer. Las empresas de medios necesitan a las estrellas más de lo que las estrellas necesitan a las empresas de medios. Es así de simple.
Tercero, y más importante, no comprendieron cómo funciona la fama moderna. Desde Keith Richards hasta Paris Hilton o Charlie Sheen, en realidad nos gusta que los famosos sean figuras llamativas, colosales. Son personajes de fantasía a través de los cuales muchas personas viven por delegación. Nos gusta que vivan vidas escandalosas. Hacen cosas que la mayoría de nosotros no hacemos, pero sobre las que nos gusta leer y que nos hacen reír. Eso aumenta su atractivo y Sheen es simplemente el ejemplo más reciente de eso.
CBS no parece entenderlo. Ni tampoco Wall Street. La fama es la materia prima esencial para cualquier empresa en la industria del entretenimiento. Deberían darse cuenta de que Sheen, aun con una botella de whisky en una mano y una estrella porno en la otra, sabe mucho más del negocio que ellos.

Bloomberg






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