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Caso Caja-Fischel: los peligros de un juicio público

| Martes 16 junio, 2009


Caso Caja-Fischel: los peligros de un juicio público

Hoy es una realidad la influencia del quehacer de los medios de comunicación en la percepción de la gente. La inclinación que realice determinado medio conforma casi automáticamente el comportamiento de la audiencia.
¿Qué determina al medio? ¿Qué lo mueve incesantemente en la búsqueda de información? Actualmente, declarado está su amo y señor, el Raiting. Desvelante índice de audiencia, por el cual el medio no descansa ni repara en acciones para atraer su atención.
¿Qué atrae al perseguido raiting? Este es movido por los sentimientos, las afecciones y caracterizado por el bajo involucramiento. De ahí que sea manipulable y permeable por el populismo, el sensacionalismo y el amarillismo. Encantado por las novelas judiciales y la información “light” de fácil digestión mental.
En esas novelas judiciales, mientras el público se sienta satisfecho con la condena mediática, de alguno que otro supuesto corrupto bajo el fallo del medio, por debajo pasan desapercibidos muchos otros que ni siquiera son procesados. En tanto, el público es alimentado con los dictámenes de los sondeos y las encuestas, cual aguja hipodérmica, mantiene al público bajo control. La realidad es que esta manera de hacer justicia a través de los medios mantiene a la gente con una falsa sensación de justicia.
Los medios de comunicación les dan a las masas lo que sus sondeos dicen que las masas piden: Calderón en perrera, Miguel Angel esposado siendo ex secretario de la OEA. Sirve a los propósitos de muchos: en su momento la colaboración del ejecutivo para que se procediera internacionalmente le dio puntos a favor de don Abel Pacheco.
La condena pública. Lo estamos viendo de nuevo con el juicio contra Calderón en lo que se llama caso Caja- Fischel. De los muchos involucrados, esta santa trinidad que se llama medios-tribunales y la manejable opinión pública se fusionan para crucificar a Calderón, mientras libran de todo mal al canario Walter Reiche, quien les escribiera varios capítulos con buen raiting en la televisión y prensa nacional. El público adora un buen testigo que sirva para linchar al enjuiciado. Y es así como Reiche afirma sentirse mucho mejor ahora que dijo la verdad y que no le teme al futuro sino que vivirá con las consecuencias, seguro de que su estrategia en algo lo beneficiará.
Walter Reiche ha sido el testigo más cotizado de los últimos tiempos y sus declaraciones han valido oro entre los medios. Sus testimonios se han convertido en prueba entre la opinión pública y mientras Calderón ve su imagen y carrera como político afectada (recuperable hasta cierto punto según expertos en ciencias políticas), Walter Reiche es un “héroe denunciante” de valentía y firmeza frente a la corrupción.
En este juego de manipulación y mercantilismo de la información, también hay contra respuestas o bumeranes desarrollados por la opinión pública. En una estrategia que se llama ganar- ganar (win-win). Eventualmente, utilizando la estrategia de los abogados de OJ Simpson, hasta Calderón podría salir ganando como “víctima de la injusticia mediática por violarse su derecho a un juicio justo y a no ser prejuzgado ni por la justicia ni por los medios y la opinión pública”.
Por su parte Reiche, heredero de una de las fortunas familiares más grandes de este país, aprovecha para poner a resguardo sus 4 millones y medio de USD. Ni ofrece devolver el dinero ni se lo han incautado hasta ahora. Dice sentirse mal de haber repartido esa plata, pero considera que los 4 millones y medio sí le pertenecen como ganancia legítima de la participación de sus empresas (en testimonio del lunes 20 de abril, en el juicio).
Cuando los medios encuentran una minita de oro como tema, sea este un crimen pasional, como el caso Burgos o un escándalo de corrupción, no dejan de alimentar al público hasta que este se empache o se distraiga con algo nuevo.
Es así como el juicio de OJ Simpson catapultó a la fama al juez Ito, por ser uno de los casos más difundidos de la historia mediática. Luego de haberle sacado todo el jugo en ratings, sus abogados alegaron que los medios lo habían condenado de antemano por racismo y que por esto no debía ser declarado culpable. Esta intromisión de la prensa en un proceso judicial, fue uno de los fenómenos mediáticos de los años 90. A pesar del mercadeo mediático del proceso penal la condena de los medios no lo llevó a la cárcel. Fue después de este juicio que en Estados Unidos cambiaron las leyes y las cámaras salieron de las salas de juicio.
Sin embargo no vemos ninguna restricción de los medios de comunicación en nuestras salas de juicio. Se ve claramente a los jueces, capacitados plenamente para ocultar preferencias, reacciones y pensamientos durante el proceso, a un lado los imputados y sus defensores, al otro lado los que acusan en nombre del estado, y el público en el centro frente a los jueces. La prensa tiene dos columnas que juntas superan la cantidad de asientos para público. Pueden estar todo el día y documentar el 100% del juicio. Por supuesto que no todo detalle tiene potencial de rating. Es evidente cómo pasado el testimonio de Walter Reiche, el juicio salió de la lista de los más pedidos en Teletica.
Alan Minc nos recuerda: “la democracia de la opinión pública y la economía de mercado se han convertido en una pareja tan indisoluble que inducen a asimilar opinión y mercado” .
Es interesante cómo mientras se crucifica a Calderón, hay muchos negocios que se siguen haciendo desde la política, pero la prensa no juega ningún rol investigando objetivamente. Solo cuando hay una historia prefabricada que sirve a algún interés particular, se crean estos escándalos, que vienen con rating, entretenimiento y distracción de las masas, esas que llaman opinión pública.
Flaco favor le hace a la justicia esta “borrachera” de medios, rating y opinión pública. Mientras sigan usando la justicia como materia comercial y de consumo, estos episodios de falsa justicia seguirán debilitando el derecho de todo ser humano a un juicio justo, su principio de inocencia y el derecho de todo ciudadano a ser informado, no manipulado.

Alicia Casas Mora
Estudiante de periodismo





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