Cargill, Walmart... quién sigue
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 22 junio, 2011
El comercio está borrando las fronteras entre países
Cargill, Walmart… quién sigue
Empresas y consumidores buscan mayor eficiencia
El mapa político de Centroamérica todavía existe.
Sin embargo, un nuevo mapa está emergiendo, ya que las empresas cada vez más borran las fronteras nacionales, en lo que a sus operaciones se refiere.
La regionalización crea beneficios, incluyendo la inyección de nuevo capital en las economías locales y —en algunos casos— precios más bajos para los consumidores.
La consolidación regional de empresas es además una oportunidad de la cual Costa Rica puede sacar provecho, al ofrecer a las corporaciones mano de obra capacitada, con conocimiento de la región.
Por otro lado, puede causar resentimiento, por cuanto la gente ve varios iconos nacionales pasando a manos de extranjeros.
El mes pasado, Cargill, Incorporated adquirió la productora más grande de pollos de Costa Rica.
Con la adquisición de Pipasa, el gigante de la agroindustria estadounidense tiene operaciones en toda la región, con excepción de El Salvador y Panamá.
La adquisición de Pipasa es la más reciente de una tendencia, que ha visto las empresas de fuera de Centroamérica, principalmente Estados Unidos, Colombia y México, comprar compañías locales en todos los países de la región.
Por su parte, varias empresas locales de distintos países centroamericanos también han buscado su expansión regional.
En ambos casos, el objetivo es contar con una escala económica más grande, para que la empresa reduzca sus costos de operación, así como el de tener acceso a un mercado más amplio.
Considerado como mercado único, Centroamérica habría tenido un valor de producción total el año pasado de $163 miles de millones, colocándolo de forma respetable en el puesto 55 de las economías del mundo.
Por eso, al operar a nivel regional, las empresas resuelven el problema de la fragmentación entre seis países pequeños (sin siquiera contar Belice).
En contraste, Nicaragua en 2010 produjo bienes y proporcionó servicios por un valor de tan solo unos $6 mil millones, casi lo mismo que el de la pequeña ciudad de Paterson, Nueva Jersey, que en Estados Unidos no es mucho más que una aldea.
La mayor economía de la región, Guatemala, tuvo un valor de producción el año pasado de $46 mil millones —un poco más que el de Valencia, una ciudad española de no más de un tamaño medio.
Ni Paterson ni Valencia son costosos para operar.
Mientras tanto, Centroamérica sostiene seis asambleas legislativas, seis sistemas jurídicos, seis presidencias y cientos de ministerios, cada uno de esos entes respaldado por un ejército de burócratas.
Un fuerte sentimiento patriótico en cada país significa que Centroamérica no esté a punto de convertirse en algo similar a la Unión Europea, con políticas sociales compartidas, así como con una moneda común.
Pero en una región que no puede hacer algo tan simple como la creación de medidas unificadas en las fronteras, lo que permitiría transportar productos de un país a otro a un menor costo, las empresas hacen lo que pueden para volverse más eficientes.
Un negocio con operaciones en varios países puede tener un solo grupo de técnicos, que compra y gestiona el hardware y software para cada país, en los que opera.
Una empresa tal también puede consolidar la mayor parte de varias operaciones, como servicio al cliente, mercadeo, contabilidad y recursos humanos.
En la medida en que la empresa reduzca costos operativos, puede pasar el ahorro a los consumidores.
Además, las adquisiciones por parte de empresas extranjeras inyectan nuevos fondos en una economía local, a veces hasta varios cientos de millones de dólares al año.
Este nuevo capital no crea un impacto positivo inmediato.
Los antiguos propietarios de un negocio adquirido no pueden lanzar una nueva empresa grande de la noche a la mañana.
Pero en muchos casos ponen en marcha proyectos que en el lapso de algunos años generan empleo, y ofrecen nuevas opciones para los consumidores.
Los nacionalistas pueden oponerse al concepto de las adquisiciones de empresas locales, las cuales por cierto introducen cambios en la sociedad, lo cual puede ser estresante.
La consolidación de varias operaciones empresariales implica que la oficina local de soporte técnico, mercadeo u otra podrían desaparecer.
El gerente general en muchos casos sería un extranjero.
Pero no hay nada de patriótico en apoyar a las empresas ineficientes solo porque son locales, y hacer oposición a las adquisiciones por parte de propietarios extranjeros, que en muchos casos ofrecen mejores ofertas al consumidor.
En cualquier caso, las empresas extranjeras no son menos “nacionales” que las locales, ya que cualquier negocio en un país debe pagar impuestos, así como obedecer las demás reglas nacionales.
Además, el concepto del control familiar, bajo el cual el hijo o hija del principal accionista hereda el mando de una empresa, está pasando a la historia, por cuanto a menudo es más productivo dejar el manejo del negocio en manos de un profesional, sea cual sea su país de origen.
Esto representa una oportunidad para Costa Rica, al ofrecer ejecutivos y trabajadores capaces a las empresas que operen a nivel regional.
Bernal Rodríguez
brodriguez@larepublica.net
Fred Blaser
Co presidente
República Media Group
Cargill, Walmart… quién sigue
Empresas y consumidores buscan mayor eficiencia
El mapa político de Centroamérica todavía existe.
Sin embargo, un nuevo mapa está emergiendo, ya que las empresas cada vez más borran las fronteras nacionales, en lo que a sus operaciones se refiere.
La regionalización crea beneficios, incluyendo la inyección de nuevo capital en las economías locales y —en algunos casos— precios más bajos para los consumidores.
La consolidación regional de empresas es además una oportunidad de la cual Costa Rica puede sacar provecho, al ofrecer a las corporaciones mano de obra capacitada, con conocimiento de la región.
Por otro lado, puede causar resentimiento, por cuanto la gente ve varios iconos nacionales pasando a manos de extranjeros.
El mes pasado, Cargill, Incorporated adquirió la productora más grande de pollos de Costa Rica.
Con la adquisición de Pipasa, el gigante de la agroindustria estadounidense tiene operaciones en toda la región, con excepción de El Salvador y Panamá.
La adquisición de Pipasa es la más reciente de una tendencia, que ha visto las empresas de fuera de Centroamérica, principalmente Estados Unidos, Colombia y México, comprar compañías locales en todos los países de la región.
Por su parte, varias empresas locales de distintos países centroamericanos también han buscado su expansión regional.
En ambos casos, el objetivo es contar con una escala económica más grande, para que la empresa reduzca sus costos de operación, así como el de tener acceso a un mercado más amplio.
Considerado como mercado único, Centroamérica habría tenido un valor de producción total el año pasado de $163 miles de millones, colocándolo de forma respetable en el puesto 55 de las economías del mundo.
Por eso, al operar a nivel regional, las empresas resuelven el problema de la fragmentación entre seis países pequeños (sin siquiera contar Belice).
En contraste, Nicaragua en 2010 produjo bienes y proporcionó servicios por un valor de tan solo unos $6 mil millones, casi lo mismo que el de la pequeña ciudad de Paterson, Nueva Jersey, que en Estados Unidos no es mucho más que una aldea.
La mayor economía de la región, Guatemala, tuvo un valor de producción el año pasado de $46 mil millones —un poco más que el de Valencia, una ciudad española de no más de un tamaño medio.
Ni Paterson ni Valencia son costosos para operar.
Mientras tanto, Centroamérica sostiene seis asambleas legislativas, seis sistemas jurídicos, seis presidencias y cientos de ministerios, cada uno de esos entes respaldado por un ejército de burócratas.
Un fuerte sentimiento patriótico en cada país significa que Centroamérica no esté a punto de convertirse en algo similar a la Unión Europea, con políticas sociales compartidas, así como con una moneda común.
Pero en una región que no puede hacer algo tan simple como la creación de medidas unificadas en las fronteras, lo que permitiría transportar productos de un país a otro a un menor costo, las empresas hacen lo que pueden para volverse más eficientes.
Un negocio con operaciones en varios países puede tener un solo grupo de técnicos, que compra y gestiona el hardware y software para cada país, en los que opera.
Una empresa tal también puede consolidar la mayor parte de varias operaciones, como servicio al cliente, mercadeo, contabilidad y recursos humanos.
En la medida en que la empresa reduzca costos operativos, puede pasar el ahorro a los consumidores.
Además, las adquisiciones por parte de empresas extranjeras inyectan nuevos fondos en una economía local, a veces hasta varios cientos de millones de dólares al año.
Este nuevo capital no crea un impacto positivo inmediato.
Los antiguos propietarios de un negocio adquirido no pueden lanzar una nueva empresa grande de la noche a la mañana.
Pero en muchos casos ponen en marcha proyectos que en el lapso de algunos años generan empleo, y ofrecen nuevas opciones para los consumidores.
Los nacionalistas pueden oponerse al concepto de las adquisiciones de empresas locales, las cuales por cierto introducen cambios en la sociedad, lo cual puede ser estresante.
La consolidación de varias operaciones empresariales implica que la oficina local de soporte técnico, mercadeo u otra podrían desaparecer.
El gerente general en muchos casos sería un extranjero.
Pero no hay nada de patriótico en apoyar a las empresas ineficientes solo porque son locales, y hacer oposición a las adquisiciones por parte de propietarios extranjeros, que en muchos casos ofrecen mejores ofertas al consumidor.
En cualquier caso, las empresas extranjeras no son menos “nacionales” que las locales, ya que cualquier negocio en un país debe pagar impuestos, así como obedecer las demás reglas nacionales.
Además, el concepto del control familiar, bajo el cual el hijo o hija del principal accionista hereda el mando de una empresa, está pasando a la historia, por cuanto a menudo es más productivo dejar el manejo del negocio en manos de un profesional, sea cual sea su país de origen.
Esto representa una oportunidad para Costa Rica, al ofrecer ejecutivos y trabajadores capaces a las empresas que operen a nivel regional.
Bernal Rodríguez
brodriguez@larepublica.net
Fred Blaser
Co presidente
República Media Group