Capacidad + motivación + hambre
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 28 diciembre, 2015
Carlos Watson jamás dudó de la capacidad de sus jugadores.
Y tenía razón. Pero, ¿quién puede dudar de que para el fútbol costarricense, jugadores como David Guzmán, Juan Bustos Golobio, Deyver Vega, Ariel Rodríguez, Daniel Colindres y David Ramírez son de buena calidad?
Podrán tener bajonazos, puede que se distraigan en otros entornos propios de sus edades, pero para la zona de Concacaf resultan ser buenos futbolistas y para nuestro campeonato, mucho más.
Un mundialista como Cristian Bolaños que resultó ser refuerzo de lujo; un defensa extraordinario como Adolfo Machado; un seleccionado nacional como Francisco Calvo; un portero injustamente valorado como Danny Carvajal, le dieron vida a un equipo que tenía calidad, pero que los fracasos en la liga de campeones que le costaron el puesto a dos de sus técnicos, Jeaustin Campos y Douglas Sequeira, lo enterraron en la parte emocional.
Contra las cuerdas, apabullados en México, eliminados de Concacaf y con íconos del club criticando públicamente el comportamiento y la actitud de algunos de sus jugadores, Horizonte Morado acertó y dio un paso gigante al fichar como director técnico al maestro Carlos Watson.
Cuando don Carlos ingresó al vestuario morado entraron con él, la paz y la sabiduría. La calidad reposaba en los bancos del camerino.
El término “princesos” picaba en los huesos de los jóvenes futbolistas morados. Objeto de burla tanto ellos como sus familiares por una credencial que se tornó despreciativa, los sublevó en el terreno de juego y el Saprissa inició la escalada.
Pasaron del octavo al cuarto lugar, se metieron en zona de clasificación y terminaron terceros en la fase de clasificación.
El binomio capacidad-motivación resultó letal y liquidaron al campeón nacional con un 3-0 repleto de cuestionamientos por la forma en que se logró, pero no pudieron los yerros arbitrales que favorecieron al Monstruo ni los reclamos de la familia del Team, contaminar una victoria de un equipo que en la cancha fue muy superior a su enconado rival y pudo perfectamente anidarle un par de goles más.
“Mientras Saprissa esté vivo, no se repartan nada”, frase histórica del expresidente morado, Jorge Guillén.
¡Saprissa estaba vivo e instalado en la final!
Alajuelense visitó el Ricardo Saprissa para el juego de ida y se regresó a la ciudad de los mangos con dos pepinos en la canasta de víveres.
Este partido, nos presentó un Saprissa hambriento, con ganas de título, con deseos de corona; un equipo que anhelaba ser campeón nacional, contra otro que por lo que entregaron sus jugadores en la cancha, parecía que venían de ser campeones 40 años seguidos.
Saprissa puso en la final, capacidad, motivación y hambre.
Alajuelense en el juego de ida resultó decepción total: se vio más dormido, aletargado y aperezado que el león que patrocinan en el Parque Bolívar.
El 2-0 resultó demasiada carga para la vuelta; los manudos le pusieron ganas tardías a la disputa del cetro, pero ya lo habían dejado ir en Tibás.