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Sábado, 14 de diciembre de 2024



EDITORIAL


Buenas leyes en corto tiempo

La capacidad de los congresistas y el apoyo que reciben de sus asesores han de ser suficientes para verlos revertidos en buenas leyes en tiempos razonables

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 18 junio, 2010


Editorial


La tan necesaria reforma a la Ley de Tránsito que todo el país espera, parece condenada al vaivén entre una decisión y otra. En un momento el Congreso da señales de que la revisará y aprobará en trámite rápido y poco después lo que se anuncia es lo contrario: que irá a comisión especial por dos meses para un estudio profundo.

Mientras tanto, los empresarios de restaurantes, bares y afines han manifestado estar sufriendo las consecuencias de la indefinición y muchos costarricenses se preguntan cómo es que la anterior Asamblea aprobó una ley en tan malas condiciones. ¿Quién se hace responsable del tiempo perdido? El tiempo es lo más valioso con que cuentan tanto las personas, individualmente, como un país para avanzar hacia los objetivos y metas que se propone.

¿Es que no tiene capacidad nuestro Primer Poder de la República para revisar, corregir y aprobar una ley tan urgente para todos sin más pérdida de tiempo?

“La reducción de los recursos que se le giran al Consejo de Seguridad Vial por concepto de multas, el recorte de más de 300 oficiales ad honórem, la incertidumbre sobre a quién le corresponde hacer las valoraciones médicas y psicológicas y la responsabilidad compartida de las aseguradoras en caso de fuga por parte de los conductores”, son algunos de los yerros que ahora se señalan, de acuerdo con lo que informó este medio ayer.

Pero también volverá a la mesa de debate el asunto del grado máximo de alcohol permitido para los conductores y la inclusión o no del sistema de puntos, el costo de las multas y el castigo con cárcel para algunos casos.

Todos aspectos importantes, sin duda. Pero nada que justifique que todo se vuelva un ensayo más de cómo demorar las cosas al máximo. No hay duda de que la capacidad de los congresistas y el apoyo que reciben de sus asesores han de ser suficientes para verlos revertidos en buenas leyes en tiempos razonables.

Se necesitan ambas cosas: aprobación rápida y buen examen y definición de los artículos de la ley. Los costarricenses no esperan menos.










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