Bomba de tiempo: Jóvenes sin empleo
| Lunes 19 agosto, 2013
ANÁLISIS
Materias relevantes motivarían a jóvenes a quedarse en la escuela
Bomba de tiempo: Jóvenes sin empleo
Se duplicó el nivel de desempleo de la clase baja en cinco años
Garantizar que los jóvenes pobres permanezcan en la escuela, es la mejor manera de construir una economía fuerte, así como una sociedad sana.
Actualmente, el 22% del segmento más pobre de la población está desempleado, frente al 11% en 2007.
Sin embargo, el lento crecimiento ha tenido un impacto mucho mayor en las personas con bajo nivel educativo.
La tasa de desempleo es probablemente mayor al 22%, en lo que se refiere a los jóvenes pobres, que a menudo tienen problemas para conseguir trabajo, porque carecen de experiencia y estudios al menos hasta noveno año.
Esto genera dos tipos de problema para la comunidad.
Por un lado, las personas desempleadas son improductivas, lo que afecta la economía.
Además, los desempleados —y sobre todo los jóvenes— podrían quedar resentidos, lo cual afectaría la estabilidad social.
Contar con nueve años de educación permite a la mayoría de los jóvenes desarrollar habilidades, con las que puede obtener un trabajo decente y escapar de la pobreza.
Incluso ocho años de educación, mejora sus perspectivas laborales.
Sin embargo, muchos jóvenes pobres desertan después del sexto grado, porque están aburridos con el programa educativo.
Mientras tanto, muchos de sus padres, prefieren tener los hijos trabajando en casa o con un vecino, lo cual les parece más rentable que asistir a clases.
Una forma de mantener a los jóvenes en la escuela, es hacer hincapié en las artes y el atletismo. Música, danza y deportes enseñan precisión, disciplina y trabajo en equipo, habilidades que valoran los empleadores.
Otro enfoque consiste en ampliar la formación práctica, desde la mecánica hasta la nutrición, y desde el inglés hasta la informática.
Cuesta dinero capacitar a los maestros para un nuevo plan de estudios y comprar los equipos nuevos.
Pero el dinero está disponible, es más bien una cuestión de cómo asignar los fondos.
Chile gasta no mucho más de la mitad en educación pública de lo que gastamos nosotros, como porcentaje de la producción nacional.
Mientras tanto, Chile obtuvo el primer lugar entre los países latinoamericanos en todas las categorías —lenguaje, matemáticas y ciencias— en la última ronda del certamen global PISA, realizado entre los estudiantes de noveno grado.
Además, un plan de estudios adecuado, haría un uso eficaz de los programas sociales, que ayudan a las familias pobres.
Ya que muchos jóvenes pobres desertan, el segmento más pobre de la población recibe poco dinero del programa Avancemos, que les da un subsidio a las familias para que los jóvenes permanezcan en la escuela.
Tampoco los desertores pueden aprender habilidades prácticas en el INA, o cualquiera de varios otros centros vocacionales públicos o privados, porque ninguno acepta un estudiante que tenga menos de nueve años de escolaridad.
En este caso, la única forma de hacer que los jóvenes pobres estén interesados en el colegio, es ofrecer colegios interesantes.
Lindsay Flores
lflores@larepublica.net
Fred Blaser
Co-Presidente RMG