Aversión a riesgo golpea fideicomisos de titularización
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 02 noviembre, 2009
Aversión a riesgo golpea fideicomisos de titularización
Obras planeadas por esta vía quedarían frenadas por cuanto el sistema bancario carece de capacidad crediticia para asumirlas, mientras que las fiduciarias apelan a la creatividad para continuar
Erick Díaz
Daniel Chacón
ediaz@larepublica.net
dchacon@larepublica.net
Aunque los fideicomisos de titularización se han utilizado como vehículo para dinamizar aquellas obras que requieren financiamiento elevado, actualmente la figura se encuentra en una encrucijada normativa, lo que obliga a las fiduciarias a trabajar en posibles salidas.
Como parte de las secuelas de la crisis que golpeó a diferentes mercados, la Superintendencia General de Valores (Sugeval) consideró que el riesgo de un fideicomiso de titularización es alto para el inversionista.
Por ello se adoptó que la figura ya no puede depender exclusivamente de los recursos que logre captar del mercado bursátil para la construcción de obras, decisión comunicada en junio que pone en incertidumbre a múltiples proyectos que ya estaban en fila.
Como respuesta al impedimento, ahora los estructuradores de fideicomisos se ven obligados a buscar salidas basadas en la creatividad, aunque en parte condicionadas a las circunstancias del mercado.
Una opción es recurrir a un crédito para la construcción del activo y su acondicionamiento. Superada esa fase, la fiduciaria podría titularizar el inmueble y, a través de las captaciones bursátiles, cancelar el crédito. Esta estrategia podría ser comprada con un tipo de refinanciamiento de deuda.
De forma muy similar las fiduciarias podrían recurrir a líneas de crédito revolutivas y paralelamente a autorizaciones de emisión de oferta pública, para la construcción del activo. En este caso, la clave está en realizar las subastas de los títulos cuando la liquidez de los créditos se limite y, preferiblemente, en fechas estratégicas para garantizar la captación de recursos.
La inconveniencia que pudiese ser observada principalmente en el primer caso es que por la limitada cantidad de recursos disponibles para créditos en el país, la ejecución de las obras sería menos dinámica.
Una tercera vía es desarrollar los activos mediante fondos de desarrollo inmobiliario, para luego vender el activo a un fideicomiso. La limitante en este caso es que el terreno donde se construyen las obras tiene que pertenecer al fideicomiso, requisito que limita en parte este instrumento entre las entidades públicas.
Una cuarta opción es que las empresas emitan planes de deuda directamente, como lo hacen la Municipalidad de San José y el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) actualmente.
Este rompecabezas se tuvo que armar una vez que la Sugeval consideró que el inversionista no debe asumir el riesgo de la construcción de la infraestructura, a pesar de que esta práctica funcionó, por ejemplo, con la planta hidroeléctrica Cariblanco.
El argumento de la autoridad es que para los proyectos anteriormente ejecutados el ICE aportó los terrenos y asumió el riesgo de construcción, que es lo que hoy se debate, aseguró Eddy Rodríguez, intendente de valores.
Aunque se sabe que toda emisión de valores tiene riesgo, es vital que en el caso de este tipo de fideicomisos exista un equilibrio respaldado en el patrimonio que sustenta la emisión.
“No considero que exista un riesgo tan amplio para el inversionista por la construcción del proyecto, porque para eso el fideicomiso tiene una estructura robusta, personal calificado y contratos de supervisión y de ingeniería”, manifestó Eliécer Arias, jefe de fideicomisos del Banco de Costa Rica, entidad que hasta ahora no ha tenido problemas con sus proyectos presentados a la Sugeval.
No obstante, la historia del Banco Nacional es diferente. Este año anunció la realización de proyectos con la Universidad Estatal a Distancia (Uned), Universidad de Costa Rica, Caja Costarricense de Seguro Social y con el Ministerio de Hacienda, entre otros.
Precisamente, el proyecto de la Caja fue el detonante que llevó a la Sugeval a cambiar las reglas del juego.
La idea del departamento de Banca de Inversión del Nacional era solventar la totalidad de los recursos para esos proyectos a través del mercado de valores, tal y como se hizo con los fideicomisos de Peñas Blancas ($70 millones) y Cariblanco ($170 millones).
No obstante, Sugeval rechazó este mecanismo para los nuevos proyectos.
“Hace casi dos semanas recibimos una nota de Sugeval diciendo que acepta el último de los modelos que le presentamos. Básicamente separamos las etapas, y el riesgo de construcción quedará para la fase de financiamiento con crédito bancarios”, dijo Lourdes Fernández, directora de Banca de Inversión del Nacional.
No obstante, la vocera aduce que con la nueva delimitación se desaprovechará el ahorro nacional.
A partir de ese modelo el Nacional elaborará un nuevo proyecto para la UNED, que sería presentado ante la Contraloría General de la República en la primera quincena de este mes. De ser refrendado, escalaría hasta la Sugeval.
En el caso del Banco de Costa Rica la estrategia podría seguir siendo la combinación de líneas de crédito revolutivas con autorizaciones de emisiones públicas, como lo han hecho con las obras de la planta hidroeléctrica Garabito —avanzado en un 30%—.
“Con fideicomisos uno puede llegar hasta donde quiera, siempre y cuando sea lícito, legal y moral. La clave para avanzar con las propuestas en este momento es elaborar un proyecto con el respaldo de un subyacente y garantía claras”, manifestó Arias.
Internacionalmente este tipo de operaciones son constantes. Por ejemplo, en este momento se financia la ampliación del Canal de Panamá en el país vecino, una planta de extracción de gas líquido en Perú y un proyecto de transporte público en Ecuador, entre otros.
“Ya encontramos la manera para avanzar con los proyectos que teníamos en la mesa. Sacando esto nos sentaremos a conversar con las autoridades para ver cómo podemos rehabilitar una línea tan importante de levantamiento de infraestructura como lo es la titularización de flujos futuros”, finalizó Fernández.
Cortesía BCR/ La República
El Centro Empresarial La Sabana fue construido como un fondo de desarrollo inmobiliario, y ahora será vendido a la fiduciaria del BCR, que arrendará el activo al ICE. Esta sería una de las estrategias para lograr fideicomisos de titularización de cara a la posición actual de la Sugeval.
Obras planeadas por esta vía quedarían frenadas por cuanto el sistema bancario carece de capacidad crediticia para asumirlas, mientras que las fiduciarias apelan a la creatividad para continuar
Erick Díaz
Daniel Chacón
ediaz@larepublica.net
dchacon@larepublica.net
Aunque los fideicomisos de titularización se han utilizado como vehículo para dinamizar aquellas obras que requieren financiamiento elevado, actualmente la figura se encuentra en una encrucijada normativa, lo que obliga a las fiduciarias a trabajar en posibles salidas.
Como parte de las secuelas de la crisis que golpeó a diferentes mercados, la Superintendencia General de Valores (Sugeval) consideró que el riesgo de un fideicomiso de titularización es alto para el inversionista.
Por ello se adoptó que la figura ya no puede depender exclusivamente de los recursos que logre captar del mercado bursátil para la construcción de obras, decisión comunicada en junio que pone en incertidumbre a múltiples proyectos que ya estaban en fila.
Como respuesta al impedimento, ahora los estructuradores de fideicomisos se ven obligados a buscar salidas basadas en la creatividad, aunque en parte condicionadas a las circunstancias del mercado.
Una opción es recurrir a un crédito para la construcción del activo y su acondicionamiento. Superada esa fase, la fiduciaria podría titularizar el inmueble y, a través de las captaciones bursátiles, cancelar el crédito. Esta estrategia podría ser comprada con un tipo de refinanciamiento de deuda.
De forma muy similar las fiduciarias podrían recurrir a líneas de crédito revolutivas y paralelamente a autorizaciones de emisión de oferta pública, para la construcción del activo. En este caso, la clave está en realizar las subastas de los títulos cuando la liquidez de los créditos se limite y, preferiblemente, en fechas estratégicas para garantizar la captación de recursos.
La inconveniencia que pudiese ser observada principalmente en el primer caso es que por la limitada cantidad de recursos disponibles para créditos en el país, la ejecución de las obras sería menos dinámica.
Una tercera vía es desarrollar los activos mediante fondos de desarrollo inmobiliario, para luego vender el activo a un fideicomiso. La limitante en este caso es que el terreno donde se construyen las obras tiene que pertenecer al fideicomiso, requisito que limita en parte este instrumento entre las entidades públicas.
Una cuarta opción es que las empresas emitan planes de deuda directamente, como lo hacen la Municipalidad de San José y el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) actualmente.
Este rompecabezas se tuvo que armar una vez que la Sugeval consideró que el inversionista no debe asumir el riesgo de la construcción de la infraestructura, a pesar de que esta práctica funcionó, por ejemplo, con la planta hidroeléctrica Cariblanco.
El argumento de la autoridad es que para los proyectos anteriormente ejecutados el ICE aportó los terrenos y asumió el riesgo de construcción, que es lo que hoy se debate, aseguró Eddy Rodríguez, intendente de valores.
Aunque se sabe que toda emisión de valores tiene riesgo, es vital que en el caso de este tipo de fideicomisos exista un equilibrio respaldado en el patrimonio que sustenta la emisión.
“No considero que exista un riesgo tan amplio para el inversionista por la construcción del proyecto, porque para eso el fideicomiso tiene una estructura robusta, personal calificado y contratos de supervisión y de ingeniería”, manifestó Eliécer Arias, jefe de fideicomisos del Banco de Costa Rica, entidad que hasta ahora no ha tenido problemas con sus proyectos presentados a la Sugeval.
No obstante, la historia del Banco Nacional es diferente. Este año anunció la realización de proyectos con la Universidad Estatal a Distancia (Uned), Universidad de Costa Rica, Caja Costarricense de Seguro Social y con el Ministerio de Hacienda, entre otros.
Precisamente, el proyecto de la Caja fue el detonante que llevó a la Sugeval a cambiar las reglas del juego.
La idea del departamento de Banca de Inversión del Nacional era solventar la totalidad de los recursos para esos proyectos a través del mercado de valores, tal y como se hizo con los fideicomisos de Peñas Blancas ($70 millones) y Cariblanco ($170 millones).
No obstante, Sugeval rechazó este mecanismo para los nuevos proyectos.
“Hace casi dos semanas recibimos una nota de Sugeval diciendo que acepta el último de los modelos que le presentamos. Básicamente separamos las etapas, y el riesgo de construcción quedará para la fase de financiamiento con crédito bancarios”, dijo Lourdes Fernández, directora de Banca de Inversión del Nacional.
No obstante, la vocera aduce que con la nueva delimitación se desaprovechará el ahorro nacional.
A partir de ese modelo el Nacional elaborará un nuevo proyecto para la UNED, que sería presentado ante la Contraloría General de la República en la primera quincena de este mes. De ser refrendado, escalaría hasta la Sugeval.
En el caso del Banco de Costa Rica la estrategia podría seguir siendo la combinación de líneas de crédito revolutivas con autorizaciones de emisiones públicas, como lo han hecho con las obras de la planta hidroeléctrica Garabito —avanzado en un 30%—.
“Con fideicomisos uno puede llegar hasta donde quiera, siempre y cuando sea lícito, legal y moral. La clave para avanzar con las propuestas en este momento es elaborar un proyecto con el respaldo de un subyacente y garantía claras”, manifestó Arias.
Internacionalmente este tipo de operaciones son constantes. Por ejemplo, en este momento se financia la ampliación del Canal de Panamá en el país vecino, una planta de extracción de gas líquido en Perú y un proyecto de transporte público en Ecuador, entre otros.
“Ya encontramos la manera para avanzar con los proyectos que teníamos en la mesa. Sacando esto nos sentaremos a conversar con las autoridades para ver cómo podemos rehabilitar una línea tan importante de levantamiento de infraestructura como lo es la titularización de flujos futuros”, finalizó Fernández.
Cortesía BCR/ La República
El Centro Empresarial La Sabana fue construido como un fondo de desarrollo inmobiliario, y ahora será vendido a la fiduciaria del BCR, que arrendará el activo al ICE. Esta sería una de las estrategias para lograr fideicomisos de titularización de cara a la posición actual de la Sugeval.