Autoaislamiento político
| Miércoles 27 enero, 2010
Autoaislamiento político
Leía en días pasados, los motivos de un joven para anular su voto en las próximas elecciones. Esta posición se toma como protesta hacia un sistema electoral en el que no hay opción para manifestar el sentirse a disgusto con los candidatos y sus soluciones. Aunque mi modo de ver la política es distinto (hay personas rectas y con ideales que están presentes en las papeletas), debo confesar que mi deber cívico tiene una carencia relacionable con el punto de vista de los que se abstienen, o que votarán nulo.
Tener participación en política, ya sea a nivel cantonal o nacional, se torna cada día más complicado para el ciudadano común. El poco acceso que tenemos a nuestros gobernantes, así como la falta de espacios para que un eventual aporte de ideas sea tomado en cuenta, hace mella en la voluntad de miles de costarricenses.
La forma tan atropellada en que son manejadas nuestras instituciones, demuestra en no pocos casos que individuos ligados a puestos políticos, se encuentran allí justamente por alguna afinidad con los gobernantes de turno y no precisamente por su capacidad. En otras palabras, se busca un puesto para la persona y no una persona para el puesto.
Por otra parte, la mezquina visión de muchos, encuentra en la política un portillo adecuado para realizar críticas destructivas o justificar todos los éxitos que una persona o familia ligada a ella tenga. A pesar de que se trabaje honestamente, se deja de lado el esfuerzo con que se consiguieron los bienes de que se dispone.
Razones como imposibilidad de trabajo en caso de no prestarse para actos dudosos, acoso laboral, falta de capacidad conciliadora, y varias otras, hacen que personas con ideas valiosas y ganas de trabajar por sus inquietudes civiles se vean frustradas o muy limitadas.
No hace tanto, personas con grandes expectativas para mejorar su pueblo calzaban a la perfección en comités locales, municipalidades, e instituciones del Estado, donde gozaban de respeto y admiración por su noble aporte.
Tal vez mi visión corresponde a una persona que ha contemplado casos extremos, que le hacen ver que son más pérdidas que ganancias el tener la intención de ayudar a su comunidad y país. Sin embargo, me es doloroso no visualizar por ahora un panorama en el que la política sea una herramienta de participación, con espacios y personas que posean el común denominador de conciliar y potencializar al máximo a Costa Rica.
Como dije al inicio, existen aún personas valiosas que trabajan en pos de un ideal, y haciendo caso omiso a razones como las mías para no inmiscuirme más allá de mis opiniones básicas sobre partidos políticos. No solo en manos de ellos está el mejorar a Costa Rica, y volver a creer en nuestras instituciones. Quienes no queremos por ahora participar en la política, podemos hacer patria predicando la honradez y el servicio a la comunidad desde nuestro hogar, trabajo y otras ocupaciones.
Juan Carlos Fallas Chinchilla
Ingeniero mecánico
Leía en días pasados, los motivos de un joven para anular su voto en las próximas elecciones. Esta posición se toma como protesta hacia un sistema electoral en el que no hay opción para manifestar el sentirse a disgusto con los candidatos y sus soluciones. Aunque mi modo de ver la política es distinto (hay personas rectas y con ideales que están presentes en las papeletas), debo confesar que mi deber cívico tiene una carencia relacionable con el punto de vista de los que se abstienen, o que votarán nulo.
Tener participación en política, ya sea a nivel cantonal o nacional, se torna cada día más complicado para el ciudadano común. El poco acceso que tenemos a nuestros gobernantes, así como la falta de espacios para que un eventual aporte de ideas sea tomado en cuenta, hace mella en la voluntad de miles de costarricenses.
La forma tan atropellada en que son manejadas nuestras instituciones, demuestra en no pocos casos que individuos ligados a puestos políticos, se encuentran allí justamente por alguna afinidad con los gobernantes de turno y no precisamente por su capacidad. En otras palabras, se busca un puesto para la persona y no una persona para el puesto.
Por otra parte, la mezquina visión de muchos, encuentra en la política un portillo adecuado para realizar críticas destructivas o justificar todos los éxitos que una persona o familia ligada a ella tenga. A pesar de que se trabaje honestamente, se deja de lado el esfuerzo con que se consiguieron los bienes de que se dispone.
Razones como imposibilidad de trabajo en caso de no prestarse para actos dudosos, acoso laboral, falta de capacidad conciliadora, y varias otras, hacen que personas con ideas valiosas y ganas de trabajar por sus inquietudes civiles se vean frustradas o muy limitadas.
No hace tanto, personas con grandes expectativas para mejorar su pueblo calzaban a la perfección en comités locales, municipalidades, e instituciones del Estado, donde gozaban de respeto y admiración por su noble aporte.
Tal vez mi visión corresponde a una persona que ha contemplado casos extremos, que le hacen ver que son más pérdidas que ganancias el tener la intención de ayudar a su comunidad y país. Sin embargo, me es doloroso no visualizar por ahora un panorama en el que la política sea una herramienta de participación, con espacios y personas que posean el común denominador de conciliar y potencializar al máximo a Costa Rica.
Como dije al inicio, existen aún personas valiosas que trabajan en pos de un ideal, y haciendo caso omiso a razones como las mías para no inmiscuirme más allá de mis opiniones básicas sobre partidos políticos. No solo en manos de ellos está el mejorar a Costa Rica, y volver a creer en nuestras instituciones. Quienes no queremos por ahora participar en la política, podemos hacer patria predicando la honradez y el servicio a la comunidad desde nuestro hogar, trabajo y otras ocupaciones.
Juan Carlos Fallas Chinchilla
Ingeniero mecánico