Auge inmobiliario y fondos de inversión
| Martes 20 noviembre, 2007
Auge inmobiliario y fondos de inversión
José Rafael Brenes Vega
Gerente General Bolsa Nacional de Valores
El anuncio que hiciera hace pocos días Interbolsa Puesto de Bolsa comunicando una oferta formal por parte de uno de sus clientes para adquirir al menos el 51% de los fondos inmobiliarios administrados por la sociedad administradora de fondos del Banco de Costa Rica ha vuelto a poner sobre el tapete la creciente demanda que existe en el mercado por este tipo de activos financieros.
En un fondo de inversión inmobiliario el inversionista puede diversificar su riesgo al invertir en un portafolio de propiedades del cual el será dueño en una parte proporcional a su participación en el fondo. En el caso de los fondos del Banco de Costa Rica, el valor de sus activos en bienes raíces supera los ¢67 mil millones, cerca del 20% del valor total de mercado de este tipo de carteras.
Aun más, hace pocos meses se aprobó la creación de un nuevo tipo de fondo inmobiliario: los fondos de desarrollo. Bajo esta nueva figura es posible invertir en proyectos aun por construirse. Claramente, estos conllevan más riesgo pues las variables que afectarán el retorno final no solo dependerán de las condiciones del mercado inmobiliario, sino también de factores asociados al proceso constructivo. Este mayor riesgo es recompensado por una rentabilidad potencial también mayor, por lo cual esta nueva categoría de fondos viene a ser una alternativa muy interesante como parte de una estrategia de inversión más agresiva.
Los fondos inmobiliarios, además de brindar una manera muy asequible para participar en el negocio de bienes raíces, tienen la ventaja que les otorgan a los titulares de sus participaciones todas las ventajas de los valores sujetos de oferta pública. Siguiendo con nuestro ejemplo, Interbolsa Puesto de Bolsa comunicó su oferta por medio de un hecho relevante, lo cual le permite a todo el mercado conocer de forma simultánea esta información, para que se incorpore en el proceso de formación de precios de las participaciones, evitándose así una posible lesión a los intereses de los inversionistas.
José Rafael Brenes Vega
Gerente General Bolsa Nacional de Valores
El anuncio que hiciera hace pocos días Interbolsa Puesto de Bolsa comunicando una oferta formal por parte de uno de sus clientes para adquirir al menos el 51% de los fondos inmobiliarios administrados por la sociedad administradora de fondos del Banco de Costa Rica ha vuelto a poner sobre el tapete la creciente demanda que existe en el mercado por este tipo de activos financieros.
En un fondo de inversión inmobiliario el inversionista puede diversificar su riesgo al invertir en un portafolio de propiedades del cual el será dueño en una parte proporcional a su participación en el fondo. En el caso de los fondos del Banco de Costa Rica, el valor de sus activos en bienes raíces supera los ¢67 mil millones, cerca del 20% del valor total de mercado de este tipo de carteras.
Aun más, hace pocos meses se aprobó la creación de un nuevo tipo de fondo inmobiliario: los fondos de desarrollo. Bajo esta nueva figura es posible invertir en proyectos aun por construirse. Claramente, estos conllevan más riesgo pues las variables que afectarán el retorno final no solo dependerán de las condiciones del mercado inmobiliario, sino también de factores asociados al proceso constructivo. Este mayor riesgo es recompensado por una rentabilidad potencial también mayor, por lo cual esta nueva categoría de fondos viene a ser una alternativa muy interesante como parte de una estrategia de inversión más agresiva.
Los fondos inmobiliarios, además de brindar una manera muy asequible para participar en el negocio de bienes raíces, tienen la ventaja que les otorgan a los titulares de sus participaciones todas las ventajas de los valores sujetos de oferta pública. Siguiendo con nuestro ejemplo, Interbolsa Puesto de Bolsa comunicó su oferta por medio de un hecho relevante, lo cual le permite a todo el mercado conocer de forma simultánea esta información, para que se incorpore en el proceso de formación de precios de las participaciones, evitándose así una posible lesión a los intereses de los inversionistas.