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Miércoles, 17 de abril de 2024



EDITORIAL


Atención a los problemas nacionales

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 27 septiembre, 2007


Editorial


Los problemas que agobian a los costarricenses hoy, como la creciente inseguridad por causa de la delincuencia, la amenaza del dengue, los huecos en las calles, los problemas de infraestructura en puertos, aeropuertos y puentes, el faltante de agua a futuro en algunas zonas, la contaminación del agua por mal manejo de desechos, entre muchos otros, no se resolverán porque gane el “sí” o el “no” en el referéndum que se votará el próximo 7 de octubre.

El país deberá seguir adelante con acuerdo o sin él, como se consigna en un informe de LA REPUBLICA de ayer. Sin embargo, la atención y los esfuerzos se han puesto de tal manera en el Cafta que, como dice la nota, existe una preocupación por el tono “apocalíptico” de la actual situación, dejando de lado la agenda nacional de temas urgentes sin resolver.

Lo anterior se evidencia incluso en la Asamblea Legislativa en donde, además de que el debate se centra solo en el tema del TLC, se insistió en dictar un receso para que los diputados puedan hacer campaña según su tendencia.

Es evidente que el referéndum es un paso adelante importante en el país, en el tanto inicia una nueva práctica democrática que puede ser muy útil toda vez que algo no pueda ser resuelto adecuadamente en el parlamento, especialmente si se trata de asuntos trascendentales para los costarricenses.

No obstante, ello no puede ni debe acaparar toda la atención y energía, puesto que el resto de los asuntos del país siguen su marcha y han de seguir siendo atendidos paralelamente, sin que un referéndum los retrase.

Por otra parte, se debe tener claro que una vez que pase o no el refrendo del presente TLC, muchos asuntos de importancia nacional seguirán enfrentando tanto a los legisladores como a los diferentes actores de la sociedad nacional puesto que la forma en que evolucione el desarrollo del país es un asunto en el cual no hay acuerdo, sino diferentes visiones. Una característica, después de todo, de cualquier democracia activa. Un ejercicio que debemos aprender a realizar en forma permanente, inteligente, educada, sin anteponer intereses personales a los intereses comunes, única forma de construir una paz permanente.







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