Atención a los indigentes
| Miércoles 05 septiembre, 2012
Atención a los indigentes
La indigencia es un problema que se vive en todo el mundo, en los países pobres y en los ricos. La mayoría de ellos fueron o son alcohólicos o drogadictos y lógicamente, unos están más enfermos que otros.
La mayoría perdió el trabajo y después, perdió a la familia, quienes hicieron lo posible por rescatarlos y así evitar que vivieran en la calle.
El indigente se arrincona en cualquier lugar de la ciudad donde duerme, algunos a la intemperie, solo bajo la protección de un alero, en cajas de cartón y unos pocos debajo de los puentes o bunker atestados de drogas.
La mayoría hacen sus necesidades fisiológicas en las mismas calles y en los parques públicos y debido a su mal olor y aspecto, es rechazado por la sociedad.
El mendigo sufre cuando por adicción a las drogas, se adentra en un callejón sin salida que no le depara nada bueno. Si quisiera bañarse, usa las fuentes de los parques a vista y paciencia de miles de personas, riendo unos, asustados otros que no saben qué hacer con esta conducta. Algunos buenos samaritanos les dan comida pero en su gran mayoría tienen que encontrarla en basureros pues necesitan algo para llevarse a la boca.
El pordiosero es un problema, primero porque es improductivo y en algunos casos está enfermo de la mente y no mide los problemas. Entonces, con tal de conseguir quien le dé una limosna, se va a las calles de mayor tránsito adonde arriesga su vida y pone en serios compromisos a los conductores de vehículos.
En muchos casos, sinvergüenzas se aprovechan de ellos y los conducen en sillas de ruedas entre las hileras de los automóviles solicitando ayuda económica, la cual, para en sus bolsillos.
Esto sucede bajo la tolerancia de las autoridades del tránsito, municipales y la Fuerza Pública. Muchos indigentes son atacados por grupos de personas que los insultan y golpean a veces ocasionándoles la muerte.
Claro, en un país como el nuestro existen organizaciones que les brindan ayuda como las municipalidades, que tienen centros donde pueden llegar a dormir, otras les dan una comida, otras alguna ropa pero, ¿solucionará eso este problema tan serio de nuestra sociedad? No lo creo.
Me parece que muchas de estas personas llegaron a la calle no por vagas sino por jóvenes inexpertos que quisieron experimentar con drogas y enfermaron. Por eso, bien harían los diputados aprobando con responsabilidad el atraque en nuestros puertos de barcos de la marina norteamericana con droga decomisada y narcotraficantes para que sean juzgados y no que por falta de pruebas, los tribunales los dejen libres.
Nosotros no podemos hacer con nuestros guardacostas el trabajo que ellos hacen con su equipo. Los señores diputados lo saben. Los padres en especial, esperamos siempre un milagro; muchos se van de este mundo sin lograrlo. Seamos conscientes del problema y luchemos por una pronta solución que permita a estos seres humanos rehabilitarse.
Se hacen campañas para todo en nuestro país, menos para ellos. Un teletón completo debería ser para estas personas, cuyos fondos permitan construir campos donde puedan ser desintoxicadas y aquellas que aún se puede, devolverlas a la sociedad como personas productivas de una nación que, como la nuestra, está siempre en marcha ascendente hacia el progreso. Cada uno de los indigentes quiere algo que el resto de nosotros también queremos: amor y comprensión.
José Eliseo Valverde Monge
Médico
La indigencia es un problema que se vive en todo el mundo, en los países pobres y en los ricos. La mayoría de ellos fueron o son alcohólicos o drogadictos y lógicamente, unos están más enfermos que otros.
La mayoría perdió el trabajo y después, perdió a la familia, quienes hicieron lo posible por rescatarlos y así evitar que vivieran en la calle.
El indigente se arrincona en cualquier lugar de la ciudad donde duerme, algunos a la intemperie, solo bajo la protección de un alero, en cajas de cartón y unos pocos debajo de los puentes o bunker atestados de drogas.
La mayoría hacen sus necesidades fisiológicas en las mismas calles y en los parques públicos y debido a su mal olor y aspecto, es rechazado por la sociedad.
El mendigo sufre cuando por adicción a las drogas, se adentra en un callejón sin salida que no le depara nada bueno. Si quisiera bañarse, usa las fuentes de los parques a vista y paciencia de miles de personas, riendo unos, asustados otros que no saben qué hacer con esta conducta. Algunos buenos samaritanos les dan comida pero en su gran mayoría tienen que encontrarla en basureros pues necesitan algo para llevarse a la boca.
El pordiosero es un problema, primero porque es improductivo y en algunos casos está enfermo de la mente y no mide los problemas. Entonces, con tal de conseguir quien le dé una limosna, se va a las calles de mayor tránsito adonde arriesga su vida y pone en serios compromisos a los conductores de vehículos.
En muchos casos, sinvergüenzas se aprovechan de ellos y los conducen en sillas de ruedas entre las hileras de los automóviles solicitando ayuda económica, la cual, para en sus bolsillos.
Esto sucede bajo la tolerancia de las autoridades del tránsito, municipales y la Fuerza Pública. Muchos indigentes son atacados por grupos de personas que los insultan y golpean a veces ocasionándoles la muerte.
Claro, en un país como el nuestro existen organizaciones que les brindan ayuda como las municipalidades, que tienen centros donde pueden llegar a dormir, otras les dan una comida, otras alguna ropa pero, ¿solucionará eso este problema tan serio de nuestra sociedad? No lo creo.
Me parece que muchas de estas personas llegaron a la calle no por vagas sino por jóvenes inexpertos que quisieron experimentar con drogas y enfermaron. Por eso, bien harían los diputados aprobando con responsabilidad el atraque en nuestros puertos de barcos de la marina norteamericana con droga decomisada y narcotraficantes para que sean juzgados y no que por falta de pruebas, los tribunales los dejen libres.
Nosotros no podemos hacer con nuestros guardacostas el trabajo que ellos hacen con su equipo. Los señores diputados lo saben. Los padres en especial, esperamos siempre un milagro; muchos se van de este mundo sin lograrlo. Seamos conscientes del problema y luchemos por una pronta solución que permita a estos seres humanos rehabilitarse.
Se hacen campañas para todo en nuestro país, menos para ellos. Un teletón completo debería ser para estas personas, cuyos fondos permitan construir campos donde puedan ser desintoxicadas y aquellas que aún se puede, devolverlas a la sociedad como personas productivas de una nación que, como la nuestra, está siempre en marcha ascendente hacia el progreso. Cada uno de los indigentes quiere algo que el resto de nosotros también queremos: amor y comprensión.
José Eliseo Valverde Monge
Médico