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Arquitectura financiera: no es una navaja suiza

| Lunes 31 diciembre, 2012


Si uno utiliza el mismo paraguas para diferentes riesgos lo más probable es que cuando realmente lo necesite ya no sirva


Arquitectura financiera: no es una navaja suiza

 

Como es época de Navidad nos reunimos en familia, y entre los hermanos empezamos a recordar los mejores y peores regalos que recibimos de chicos. Uno de los más preciados fue una navaja suiza que recibieron mis hermanos hace muchas navidades. Tenía no solo la navaja grande y una pequeña sino que tenía lupa, desarmador, sierra y un sinfín de otras herramientas dentro de la misma pequeña navaja roja. Parecía que esa navaja podía resolver cualquier problema y la solución estaba en sus bolsillos.
Exactamente así de fácil quisiera cualquier país tener resueltos sus problemas frente a los múltiples riesgos que enfrentan. Pero una de las principales lecciones de economía básica es el valor de la especialización. Si se quiere hacer bien las cosas lo mejor es que no se pretenda hacer de todo como si fuera navaja suiza. Para los países esto puede ser una complicación pues implica tener un diálogo con múltiples ventanillas proveedoras de potenciales soluciones para una larga lista de necesidades o riesgos.
Para empezar, los países de la región aún necesitan financiar su desarrollo y para ello la región cuenta con la CAF-Banco de Desarrollo de América Latina que ha sabido ampliar su presencia en toda la región. Los países también necesitan financiamiento especial frente a eventos de alto impacto aunque de baja probabilidad como son los efectos de terremotos y tanto el Banco Mundial como el Banco Interamericano de Desarrollo han desarrollado productos para financiar a los países que podrían verse afectados por ese tipo de siniestros.
Los países también tienen necesidades de liquidez internacional cuando los mercados se cierran o cuando por algún problema las reservas internacionales que acumula el banco central resultan insuficientes. Para este tipo de riesgos, la región cuenta con el Fondo Latinoamericano de Reservas que si bien solo agrupa a siete países de la región ha sabido desarrollar en sus más de tres décadas de operación una tarea importante: prestar poco pero rápido ante problemas de liquidez internacional. Para grandes problemas, los países tienen al Fondo Monetario Internacional. Pero muchas veces solo se necesita que el problema inicial no aumente de tamaño y no se pierda la confianza. Los países prudentes mantienen varias líneas de defensa frente a riesgos de este tipo. El FLAR es solo una de ellas.
Algunos países quieren que el FLAR o el recién creado aunque inoperativo Banco del Sur sean las cuchillas suizas de la arquitectura financiera regional. Si uno utiliza el mismo paraguas para diferentes riesgos lo más probable es que cuando realmente lo necesite ya no sirva.
En una nota reciente Katiuska King sugiere que “La lógica que debe primar en el manejo de las reservas parte del principio de asegurar una canalización del ahorro hacia la inversión de la región, minimizando la exposición de los recursos a los problemas financieros externos”. Espero que los países no sigan este principio pues en realidad se mezclan dos necesidades. Los países necesitan recursos para protección a shocks de liquidez y necesitan recursos para invertir en su desarrollo. Los primeros los debería proveer el Banco Central, los segundos debería hacer el Ministerio de Hacienda o Finanzas. No confundamos los bolsillos. El ahorro de uno no es el ahorro del otro. Ambos deben hacer un esfuerzo de ahorro.

Ana María Carrasquilla
Presidente ejecutivo, FLAR






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