Argumentos del "no" y sentido común
Foro de los Lectores redaccion@larepublica.net | Viernes 07 septiembre, 2007
Autor: Edgar Sandoval Hine | 1-948-278
Si hay algo que la política exige a sus actores para librar una tarea digna es el sentido común. Este ingrediente es, en los tiempos actuales, lo que escasea en la acera de quienes defienden el “no”.
Oí hablar al señor diputado Merino acerca del agua embotellada y lo ridículo de los cánones que pagan las grandes compañías por explotar un recurso del Estado. Y coincido con este argumento. Afirma el señor diputado que es mentira que nos vayan a robar el agua por medio de una cañería llevándosela a otros países, como han querido hacer entender algunos defensores del “no”.
Dice el congresista que si se aprueba el TLC, este va a permitir que más compañías foráneas vengan a explotar el recurso pagando cánones risibles.
Yo no soy ni politólogo, ni economista ni poseo un alto grado universitario, pero puedo concluir lo siguiente como resultado simplemente de analizar sus palabras durante tres minutos con sentido común.
¿Será un problema del TLC como tal, el hecho de que marcas reconocidas vengan a explotar recursos públicos pagando sumas ridículas? ¿No será más bien culpa de ustedes mismos, diputados, el hecho de que la ley permita tan absurdo pago por explotación? ¿No podrían ustedes, señores diputados, mediante una agilización del Congreso crear por ejemplo una ley que permita al Instituto de Acueductos y Alcantarillados (AyA) envasar y comercializar agua embotellada y además subir los cánones para que las empresas privadas se encuentren en desventaja con respecto al AyA, como sucede con los licores?
Como vemos en este caso, y en muchos otros que utilizan como argumento los del “no”, no es la aprobación del TLC lo que pueda perjudicarnos, sino la falta de sentido común para crear estrategias de desarrollo y reformas a la ley, en donde los únicos beneficiarios seamos realmente todos los costarricenses.
Señor diputado Merino y señores diputados en general, invitemos a Costa Rica a brincar al primer mundo, pero con cautela y astucia, no con vagancia y ligereza o sin sentido común.