Argentina
| Martes 23 septiembre, 2014
Argentina hoy revive sus viejas pesadillas. La de las crisis que se van para volver con más fuerza
Argentina
A quien desconozca la historia y uno le dijera que Argentina era uno de los diez países más ricos del mundo hace un siglo, le parecerá una locura. También que tenía mayores ingresos que Alemania. Que era una economía pujante. Que se le consideraba la Suiza de América.
Todo aquel que hubiera podido apostar por una nación latinoamericana en 1915, lo hubiera hecho por Argentina.
Habría perdido. Hoy, Argentina cruje por populismo. Por frivolidad. Por privilegiar el personalismo a las instituciones. Por creer que el carisma es mejor que la preparación y la eficiencia. Cruje de corrupción y hierve de ansiedad.
Argentina hoy revive sus viejas pesadillas. La de las crisis que se van para volver con más fuerza. La de la fuga de confianza que deriva, siempre, en fuga de capitales y en hemorragia de talento.
En 2002, la economía se precipitó a un abismo escalofriante:
Cayó 10,8%. El crecimiento tuvo altibajos: tasas muy aceleradas —algunas del 9%— y otros años en donde rozaba las fronteras de la recesión. Una economía inestable.
Hoy, se abre nuevamente la frontera del despeñadero.
El origen de esta crisis no es económica: es política. 11 años de gobiernos personalistas, que se resumen en un apellido: Kirchner.
En esa década de reelecciones sin fin, las instituciones se han socavado, las empresas han sido embestidas desde el poder público, las fronteras se han cerrado, se ha confrontado al sistema financiero internacional.
Todo eso tiene un costo, y hoy lo pagan los de siempre: los ciudadanos.
Este año la economía apenas crecerá un modestísimo 0,5%. Pero el PIB per cápita retrocederá en más de $2 mil. Regresará a los niveles del año 2010. Un retroceso de casi un lustro. Esto se explica porque desde 2010, la inflación se ha ubicado en cifras de dos dígitos, pero ahora parece desbocarse y analistas privados la estiman en más de 30% anual.
Las medidas populistas y proteccionistas finalmente dieron de sí y obligaron al gobierno a devaluar la moneda en 19%, el peor ajuste en 12 años. A la par, las tasas de interés crecieron al 13%. Lo peor, sin embargo, fue que el Estado no redujo su gasto. Al contrario: se disparó en 31%. El déficit pasó de 526 millones de pesos en febrero de 2013 a 7.760 millones de pesos hoy.
Las previsiones son que el gobierno tendrá que recurrir a una segunda devaluación, más temprano que tarde. Las reservas han caído en cerca de un 40% y las noticias de un nuevo default internacional no alivian las presiones del país.
Argentina ha incumplido. Con los mercados. Con sus compromisos y, peor: ha incumplido con su gente.
Los grandes dividendos de las exportaciones de soja a China se fueron al tobogán de los subsidios y de la corrupción.
Con todo, el país tiene reservas importantes de gas y petróleo. China volverá a crecer y reanudará sus compras al exterior. Sobre todo, vendrá un cambio político.
Se prevé que, quien sea el nuevo presidente, será más responsable que la pareja presidencial que ha llevado a la quiebra al país.
Argentina tendrá que garantizar que el cambio político llegue con un cambio de políticas públicas y con la reinstauración de la credibilidad presidencial. Es la hora de la responsabilidad. De reconstruir las instituciones. No hay otro siglo que perder.
Fernando Vázquez Rigada
@fvazquezrig