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Arabia Saudita no derramará lágrimas por el fracaso en Doha

Bloomberg | Miércoles 20 abril, 2016


Los dos meses de preparación para la reunión de Doha contribuyeron a un aumento del 35% en los precios del crudo, y probablemente Arabia Saudita estaba cómoda con ello. Bloomberg/La República


 Los funcionarios de Arabia Saudita sin lugar a dudas se sentirán aliviados con el desarrollo del muy publicitado congelamiento de la producción dentro/fuera de la OPEP.
Lo último que quería el reino era que el precio del petróleo subiera a tal nivel que permitiera el avance de los proyectos de alto costo.
La reunión en Doha para formalizar el congelamiento fue un fracaso al negarse Arabia Saudita a llegar a un acuerdo a menos que otras naciones, en especial Irán, se le unieran desde un principio.
Irán, que posee la determinación y la capacidad para aumentar la producción este año, ni siquiera estuvo presente en la reunión.
Irán y su vecino Irak han sumado juntos más de un millón de barriles diarios a sus exportaciones de crudo en las primeras dos semanas de abril, en comparación con el promedio alcanzado en marzo.
Para Irak, gran parte proviene de reanudar las interrumpidas exportaciones kurdas, pero para Irán es parte de un constante esfuerzo por restaurar la producción al reclamado nivel de 4 millones de barriles al día, anterior a las sanciones.
Estos aumentos le ofrecieron a Arabia Saudita la excusa perfecta para negarse a congelar su propia producción.
Los voceros del reino, ya sea el príncipe heredero adjunto Mohamed bin Salmán o el ministro de asuntos petroleros Ali Al-Naimi, han dicho en repetidas ocasiones que Arabia Saudita estaba dispuesta a apoyar los precios del petróleo sólo como parte de una amplia coalición de los principales productores de crudo dentro y fuera de la OPEP. Sin esa acción conjunta, el reino, al igual que otros productores, actuaría en su propio interés.
Los dos meses de preparación para la reunión de Doha contribuyeron a un aumento del 35% en los precios del crudo, y probablemente Arabia Saudita estaba cómoda con ello.
Pudo haber sido suficiente para evitar que unos pequeños productores de shale en Estados Unidos cayeran, pero demasiado poco para impulsar proyectos grandes y costosos, también desde la perspectiva saudita.
Después del fracaso en Doha este fin de semana, los precios del petróleo probablemente pierdan gran parte de esa ganancia, de todos modos.
El reino lanzó a la OPEP a una política destinada a quitar del mercado el petróleo de alto costo en noviembre de 2014.
Hasta la fecha esa política les ha costado a los productores un monto estimado en $315 mil millones de sus reservas en divisas extranjeras.
Arrojarles a los productores un salvavidas justo cuando la política está empezando a rendir resultados concretos sería como tirar por la borda esos miles de millones de dólares.
Insistiendo en esa política, ese dinero —y los miles de millones más que tendrán que emplearse antes de que el mercado se vuelva a equilibrar— se convierte en una inversión para asegurarse una participación en el mercado futuro para la producción de bajo costo.
Y la política está funcionando. Según la Agencia Internacional de la Energía, la caída del suministro de petróleo fuera de la OPEP será de 1,1 millones de barriles por día entre el cuarto trimestre de 2015 y el cuarto trimestre de 2016. Seis meses atrás observó una caída de solo 400 mil barriles.
Y tres meses antes de eso, en julio, cuando publicó su primer pronóstico detallado para 2016, realmente vio que la producción fuera de la OPEP subiría en 0,5 millones de barriles al día durante este año.
Como la producción de petróleo todavía supera la demanda, sería raro que los productores mundiales de bajo costo les tiraran un salvavidas a sus rivales que producen con alto costo.
Habiendo ingresado en un proceso que en contra de todo pronóstico ha funcionado durante un año y medio, Arabia Saudita probablemente no derramará ni una lágrima si se derrumba.


 

 







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