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Aprendizaje colaborativo

Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 09 mayo, 2017


Reflexiones

Aprendizaje colaborativo

Existen muchos espacios para el aprendizaje, la familia es quizás la primera y la más significativa fuente del aprendizaje interactivo. El proceso de aprendizaje en la familia, permite transferir a los niños las competencias y capacidades para construir sus identidades, sus propias aproximaciones conceptuales y elementos centrales para su vida, tales como el lenguaje y los factores básicos de la cultura y de la identidad social en la que viven y se verán inmersos de adultos. En este proceso el grupo familiar ampliado, incluyendo abuelos, primos, tíos y los amigos, de lo que podríamos considerar el núcleo básico familiar, también colaboran. Así las cosas, este primer espacio de aprendizaje permite la cohesión social, la disciplina y funciona como un activador fundamental de las competencias, que a futuro de joven o adulto, podrán disfrutar esos niños o niñas.

En las siguientes etapas de la vida, cuando se acude al maternal, kínder, escuela y colegio se va compartiendo en un ecosistema social cada vez mayor y más complejo; el proceso de aprendizaje interactivo. Así las cosas, este nuevo ecosistema amplio de aprendizaje, le permite consolidar sus prácticas cotidianas y convertir en rutinas muchos de los elementos de la cultura del país y sus habilidades se consolidan, áreas tales como la escritura, la lectura y otras tantas materias conceptuales como la matemática o las ciencias, la cívica o los estudios sociales. La convivencia en familia sigue jugando un papel importante en mantener la estabilidad ante los conflictos del proceso, brindarle nuevas herramientas para enfrentar los distintos retos que enfrenta su convivencia. La disciplina y los valores pasan a ser más importantes y los aprendizajes tienden a escolarizarse mucho más, sobre todo cuando la familia requiere que ambos padres trabajen fuera del hogar y los tiempos de interacción familiar se reducen.

En la última etapa de la formación, los jóvenes (chicos y chicas) aprenden un oficio o una profesión. Dicha actividad puede estar marcada por un vocacional, un instituto técnico o una universidad. También puede hacerse en la calle o en el ejercicio de una actividad productiva en forma directa. Nuevamente en esta etapa, en la que se transmiten muchas más habilidades y competencias, los requerimientos del aprendizaje requieren necesariamente estimular las actividades colaborativas, de interacción entre el maestro y el aprendiz, entre el profesor y sus estudiantes, entre el investigador y sus asistentes. El aprendizaje de un oficio es esencialmente un tema colaborativo, donde se aprende viendo al maestro, preguntando y por supuesto, practicando. Por eso es trascendental llevar la educación dual a nuestro sistema de educación técnica, tema de otra columna.

En la universidad, la necesidad de vincular al estudiante tempranamente con las características y el ambiente de su profesión es vital. Así las cosas, todo aquello que permita acercar al estudiante en un ambiente menos formal y estrecho que el entorno de la clase, lleva grandes oportunidades para convertirse en un formador de competencias y favorecer el aprendizaje interactivo. Ese proceso puede tener una naturaleza voluntaria o puede estar formalmente instaurado, tal el caso de las horas colaboración que hasta hace unos pocos días fueron parte del ecosistema institucional de la UNA. Se trataba en el caso de la UNA, de asegurarle a cada becado que como parte de su beca debe contribuir con una pequeña parte de su tiempo para el programa o proyecto de la UNA que así decida y que requiera su compromiso. En la gran mayoría de los casos, las horas colaboración generan este entorno de aprendizaje interactivo y permiten relaciones de mayor fortaleza para transmitir competencias, que la versión de tiempo de clase. Los grandes profesionales en las distintas disciplinas, por lo general, han estado marcados por grandes maestros y amigos, hecho al calor de estos espacios de aprendizaje.

Es una pena que la UNA haya terminado con este programa de horas colaboración, sin ninguna evaluación sustantiva del mismo y más al calor del populismo o de la calentura de unos cuantos muchachos y muchachas, que desconocen el sentido de aprender en la universidad, que de una definición seria y responsable de la gestión académica. Seguramente, existían fallas de coordinación en el programa o poca capacidad para garantizar a todos los estudiantes espacios en lugares donde se valorara su trabajo y se les diera el verdadero sentido, pero eliminar de tajo esta oportunidad es tener una miopía académica; lamento mucho como profesor y como universitario la incompetencia existente en nuestras autoridades y la salida más fácil, es siempre el populismo. Pierden mucho más el estudiante y el modelo de universidad que la ganancia marginal de tiempo que supuestamente se argumenta como razón principal para quitar esta tan importante área del aprendizaje interactivo. Quien no ha sido aprendiz, tiene pocas posibilidades de llegar a ser un buen maestro.

Dr. Leiner Vargas Alfaro
www.leinervargas.com

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