Ante todo la paz

Las negociaciones entre los representantes de Manuel Zelaya y Roberto Micheletti, ambos contendores al título de gobernante hondureño, quedaron a la deriva. Una última solicitud del presidente Oscar Arias extendió durante 72 horas las esperanzas de que el conflicto en Honduras se logre solucionar de forma pacífica, mediante el diálogo, dejando atrás orgullos y posturas inflexibles. El punto que provocó la suspensión de las conversaciones en Costa Rica fue precisamente el eje del plan formulado por Arias, que partía del retorno de Zelaya al poder y la constitución de un Gobierno de coalición y unidad nacional. Este punto fue rechazado por los representantes de Micheletti, a quien el Presidente costarricense espera disuadir de su posición en los próximos días. Continuar con el diálogo hasta lograr un acercamiento en las posiciones de ambos bandos es imperativo, llegar a la mesa de negociación con el objetivo de mantener la paz ante todo es vital. La situación de Honduras es grave, y las palabras de algunos mandatarios latinoamericanos despiertan horrores ya añejos en la memoria centroamericana. Imágenes de conflictos cuyo único fruto fue de muerte y miseria. Las armas que durante 20 años han guardado silencio en el istmo, permitiendo el florecimiento de sociedades que han identificado a la pobreza —ya no a sus hermanos— como el enemigo a vencer, deben continuar calladas. Honduras, un país dependiente de la ayuda económica internacional necesita paz para desarrollarse, para regalarles mejores condiciones de vida a sus habitantes. Los hondureños, que luchan diariamente contra el hambre en uno de los países más pobres de América Latina, necesitan paz para esforzarse en mejorar la calidad de vida de sus hijos. Centroamérica, una región que da pasos minúsculos hacia la integración venciendo antiguos rencores y prejuicios tontos, necesita paz para prosperar e insertarse unida en la economía mundial. El camino que le falta por recorrer a Centroamérica para alcanzar la madurez que permita a sus países ofrecer cada día mejores condiciones para sus ciudadanos es largo y arduo, y conflictos como el hondureño solo colocan la meta más lejos.

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