Anito, Melito y Licón: a la tica
| Sábado 15 noviembre, 2014
Anito, Melito y Licón: a la tica
Releyendo la “Apología de Sócrates” donde Platón describe la manera en la que este gran filósofo y pensador desmintió con fundamentos y pruebas las acusaciones que lo culpaban de impiedad, no pude dejar de extrapolar su contenido a la actual coyuntura costarricense, con relación a la preocupante tendencia que presenciamos en la Administración Solís Rivera, de arrogarse desde el poder la última palabra sobre la transparencia, la probidad, la capacidad de gestión y el buen arte de hacer política, demeritando a la oposición y demás actores sociales que se atrevan a contradecirles, a pesar de los múltiples y vergonzosos yerros en los que incurre el actual Gobierno prácticamente a diario.
En la obra de Platón aparecen tres personajes llamados Anito, Melito y Licón. Anito lanzaba sus dardos en representación de los políticos y artistas, Melito lo hacía en representación de los poetas y Licón en representación de los oradores; cada cual representando a un sector influyente. Dichos personajes consideraban a Sócrates peligroso para la sociedad ateniense porque era un hombre que pensaba y que se cuestionaba.
Desde aquella lejana época y hasta el día de hoy, vemos regularmente el surgimiento de figuras similares, dispuestas a acusar de impío y traidor a todo aquel que se atreva a expresar libremente su pensamiento. La Costa Rica actual no es la excepción.
Lamentablemente esos personajes “a la tica” son los tres hombres de máxima confianza del Presidente: el ministro de la Presidencia, Melvin Jiménez; el diputado Víctor Morales Zapata y el director de la DIS, Mariano Figueres. Tres figuras con suma influencia en las decisiones que toma el mandatario, quienes a pesar de los grandes cuestionamientos y deslegitimaciones que rodean sus cargos y escasa trayectoria política, no dudan ni un segundo en emprenderla contra quienes se atreven a poner en duda el rumbo y las trastabillantes acciones que impulsa su Gobierno.
El delito que comete la oposición y los demás actores sociales es pensar distinto y expresar lo que se piensa; es cuestionar el terrible manejo de la hacienda pública, la irresponsabilidad en la presentación y defensa del Presupuesto Nacional, las deficiencias y contradicciones en la comunicación política gubernamental y el exigir apego a los compromisos que el presidente Solís se impuso desde la campaña electoral, en distintos ámbitos que van desde la agenda de derechos humanos hasta el no elevar tarifas de servicios básicos. Ni que decir cuando se les recuerdan promesas relativas al Estado laico o el cierre definitivo de la DIS y el Conavi.
Las versiones criollas de estos personajes no padecen de sonrojo alguno para condenar tajantemente a quienes exigen el cumplimiento de la palabra empeñada en campaña, aquella que motivó el discurso que contó con un amplio respaldo de la ciudadanía, en aras del tan prometido cambio. Parece tampoco importarles quién realice los cuestionamientos, ya sean los partidos políticos que conforman la oposición en el Congreso, los movimientos sociales a los cuales juraron representar o el propio fundador de su partido; lo que se condena es el pensar distinto y el exigir coherencia, sin detenerse a revisar y enmendar sus propias deficiencias y desaciertos.
El panorama parece desconcertante, pues todo indica que estos personajes son también los consejeros de un Presidente a quien al igual que al emperador del cuento de Andersen, harán desfilar desnudo por las calles de nuestra historia, mientras acallan las observaciones y los consejos de quienes conscientes de los yerros, levantan la voz con afán de que las críticas se asuman desde el Gobierno como llamados de atención que pretenden alertar a las autoridades, con el fin de enderezar el rumbo de una nave en la que viajamos todos.
Estamos claros en que no somos Sócrates, pero sí la voz del niño que alertó al emperador y gritó entre la multitud: ¡Pero si va desnudo!
Magíster en estudios internacionales
Tonatiuh Solano Herrera
t.solano.herrera@gmail.com