Amig@s virtuales
| Lunes 27 diciembre, 2010
Amig@s virtuales
Comer, dormir, ir al colegio, a la universidad o al trabajo y “chatear”, este es el día a día de una gran cantidad de congéneres actualmente. Y no solo adolescentes, pero personas de todas las edades y estratos sociales. Es común, cada vez más, escuchar decir conoceré a mi novi@ que vive en Holanda, o ¡qué ganas de estar en este momento con mi mejor amig@ que vive en Uruguay (que no conoce siquiera). Y es que se desarrollan relaciones hasta complejas, con rencillas y demás, desde un extremo al otro del mundo. Los amig@s, dice un sabio amigo (real), se escogen con los seis sentidos, porque ciertamente, es el sexto sentido es el que más nos inclina. La voz, el olor, el sentimiento que despierta, la vibra que nos produce un abrazo, un roce de manos, son los primeros indicios de que est@ puede ser mi amig@. Lo demás viene con el tiempo, con la diaria convivencia, con aquellos días en que una vicisitud nos hace buscarles para compartir una alegría, una pena, pero más que nada, para intercambiar sensaciones, sentimientos. Porque el abrazo sincero de ese otro ser nos fortalece, su voz no conforta, su risa nos anima. No es que una llamada no pueda, en ocasiones, sustituir la presencia física, claro que puede ser. Pero esto es así porque ya llevamos guardado en nuestro ser el recuerdo, la imagen clara de su olor, tacto y en resumen de lo que él o ella es. Lamentablemente es un mundo pleno de estrés, de prisa, de “falta de tiempo”, pero sobre todo de egocentrismo, ha resultado cómodo enamorarnos de un aparato con imagen, y algunas veces con voz. ¿Será que hemos perdido la capacidad de relacionarnos? ¿Será que ya no somos capaces de desarrollar relaciones sanas con nuestros semejantes, en cuerpo y alma, con los que tenemos cerca, que buscamos afecto en seres lejanos, porque ya ni con nuestra familia podemos constituir lazos fuertes? Reiteradas historias conocemos del amigo virtual que refería tener 15 años, que enamoró a la niña de 13, la contaminó con sus ideas y la guio a conductas deplorables y resultó ser un pedófilo de 40. De varoniles caballeros, terriblemente irresistibles, que no fueron sino hombres inseguros, desubicados que utilizaron la foto de un modelo o su amigo más guapo para enamorar a la tonta que creyó sus cuentos. Y ni que decir de las historias de terror que muchas han vivido después de aceptar tener “sexo virtual” y descubrirse después protagonistas de youtube en series porno.
Es necesario hacer conciencia, la tecnología es un medio, una ayuda idónea para facilitar la convivencia humana, si bien se utiliza, pero nunca un sustituto del hombre o la mujer. Volvamos la mirada hacia atrás, recordemos qué ricas parrandas se armaban en los pueblos, en las familias, con amig@s. Aprovechemos los ríos, los parques, las montañas y todo lo que la naturaleza nos ha regalado, compartámosla con los que amamos. Dejemos el yoyismo, el interés supremo por poseer, por subir en la empresa aun cuando eso signifique destripar la cabeza de cualquiera. El dinero, el poder sin tener con quién disfrutarlo no tiene sentido.
Iniciemos una campaña de amor en nuestros hogares, que vean nuestr@s hij@s acciones positivas de convivencia armoniosa, con actos de misericordia, que aprendan el valor de dar, de compartir con quien necesita, que desarrollen la dulce sensación de la mano extendida hacia el caído. Volvamos al amor real, al que se vive y se desarrolla con los seis sentidos.
María Gamboa Aguilar
Comer, dormir, ir al colegio, a la universidad o al trabajo y “chatear”, este es el día a día de una gran cantidad de congéneres actualmente. Y no solo adolescentes, pero personas de todas las edades y estratos sociales. Es común, cada vez más, escuchar decir conoceré a mi novi@ que vive en Holanda, o ¡qué ganas de estar en este momento con mi mejor amig@ que vive en Uruguay (que no conoce siquiera). Y es que se desarrollan relaciones hasta complejas, con rencillas y demás, desde un extremo al otro del mundo. Los amig@s, dice un sabio amigo (real), se escogen con los seis sentidos, porque ciertamente, es el sexto sentido es el que más nos inclina. La voz, el olor, el sentimiento que despierta, la vibra que nos produce un abrazo, un roce de manos, son los primeros indicios de que est@ puede ser mi amig@. Lo demás viene con el tiempo, con la diaria convivencia, con aquellos días en que una vicisitud nos hace buscarles para compartir una alegría, una pena, pero más que nada, para intercambiar sensaciones, sentimientos. Porque el abrazo sincero de ese otro ser nos fortalece, su voz no conforta, su risa nos anima. No es que una llamada no pueda, en ocasiones, sustituir la presencia física, claro que puede ser. Pero esto es así porque ya llevamos guardado en nuestro ser el recuerdo, la imagen clara de su olor, tacto y en resumen de lo que él o ella es. Lamentablemente es un mundo pleno de estrés, de prisa, de “falta de tiempo”, pero sobre todo de egocentrismo, ha resultado cómodo enamorarnos de un aparato con imagen, y algunas veces con voz. ¿Será que hemos perdido la capacidad de relacionarnos? ¿Será que ya no somos capaces de desarrollar relaciones sanas con nuestros semejantes, en cuerpo y alma, con los que tenemos cerca, que buscamos afecto en seres lejanos, porque ya ni con nuestra familia podemos constituir lazos fuertes? Reiteradas historias conocemos del amigo virtual que refería tener 15 años, que enamoró a la niña de 13, la contaminó con sus ideas y la guio a conductas deplorables y resultó ser un pedófilo de 40. De varoniles caballeros, terriblemente irresistibles, que no fueron sino hombres inseguros, desubicados que utilizaron la foto de un modelo o su amigo más guapo para enamorar a la tonta que creyó sus cuentos. Y ni que decir de las historias de terror que muchas han vivido después de aceptar tener “sexo virtual” y descubrirse después protagonistas de youtube en series porno.
Es necesario hacer conciencia, la tecnología es un medio, una ayuda idónea para facilitar la convivencia humana, si bien se utiliza, pero nunca un sustituto del hombre o la mujer. Volvamos la mirada hacia atrás, recordemos qué ricas parrandas se armaban en los pueblos, en las familias, con amig@s. Aprovechemos los ríos, los parques, las montañas y todo lo que la naturaleza nos ha regalado, compartámosla con los que amamos. Dejemos el yoyismo, el interés supremo por poseer, por subir en la empresa aun cuando eso signifique destripar la cabeza de cualquiera. El dinero, el poder sin tener con quién disfrutarlo no tiene sentido.
Iniciemos una campaña de amor en nuestros hogares, que vean nuestr@s hij@s acciones positivas de convivencia armoniosa, con actos de misericordia, que aprendan el valor de dar, de compartir con quien necesita, que desarrollen la dulce sensación de la mano extendida hacia el caído. Volvamos al amor real, al que se vive y se desarrolla con los seis sentidos.
María Gamboa Aguilar