Algo está pasando con nuestra querida Costa Rica
| Lunes 23 enero, 2012
Algo está pasando con nuestra querida Costa Rica
Basta con disponerse a leer, ver o escuchar alguno de los medios de comunicación colectiva, para darse cuenta que en los titulares prevalecen noticias relacionadas con funcionarios públicos involucrados en denuncias relacionadas con malversación de fondos públicos, tráfico de influencias, chorizo, mordidas, evasión fiscal, enriquecimiento ilícito, incumplimiento de deberes y más; y de inmediato surge la pregunta ¿cuáles son las causas de tan nefasta realidad?
Conscientes de que son varias las causas, me voy a enfocar a la llegada a la función pública de personas de cuestionada probidad, de “bajo perfil”, o lo que algunos llaman el gobierno de la gradería de sol (oclocracia); favorecido por la demagogia de los políticos tradicionales, que impulsados por recursos de dudosa procedencia, llegan al poder con la voluntad quebrada e inclinada a cumplir con los compromisos adquiridos y con la premisa de “salir de pobres” en el menor plazo posible.
Habrá que resignarse a observar como cosa anhelada del pasado, la llegada a la función pública de personas como Don Omar Dengo, Don Elías Soley (padre), Don Carlos Manuel Castillo, Don Rodrigo Madrigal Nieto, Don Hernán Garrón, Don Logino Soto, Doña Carmen Naranjo, Doña Rosmery Karpinski, Doña Sonia Picado, y muchas otras personas con capacidad de dictar cátedra en sus campos profesionales, y como crisoles favorecidos por haber sido parte de corrientes de pensamiento en cada uno de sus momentos históricos en donde les toco derramar su probada capacidad en la función pública.
Yo me resisto a pensar que no hay en Costa Rica un grupo de intelectuales, empresarios y ciudadanos honestos, que anteponiendo sus intereses partidarios, personales y económicos, estén dispuestos a asumir cargos públicos y que desde ahí realizar las acciones tendientes a limpiar el gobierno y las instituciones públicas, de todo funcionario acostumbrado a “parasitar” del Gobierno; y regresarnos a todos los costarricenses la credibilidad en la función pública.
Mynor Retana C.
mretanaca@gmail.com
Basta con disponerse a leer, ver o escuchar alguno de los medios de comunicación colectiva, para darse cuenta que en los titulares prevalecen noticias relacionadas con funcionarios públicos involucrados en denuncias relacionadas con malversación de fondos públicos, tráfico de influencias, chorizo, mordidas, evasión fiscal, enriquecimiento ilícito, incumplimiento de deberes y más; y de inmediato surge la pregunta ¿cuáles son las causas de tan nefasta realidad?
Conscientes de que son varias las causas, me voy a enfocar a la llegada a la función pública de personas de cuestionada probidad, de “bajo perfil”, o lo que algunos llaman el gobierno de la gradería de sol (oclocracia); favorecido por la demagogia de los políticos tradicionales, que impulsados por recursos de dudosa procedencia, llegan al poder con la voluntad quebrada e inclinada a cumplir con los compromisos adquiridos y con la premisa de “salir de pobres” en el menor plazo posible.
Habrá que resignarse a observar como cosa anhelada del pasado, la llegada a la función pública de personas como Don Omar Dengo, Don Elías Soley (padre), Don Carlos Manuel Castillo, Don Rodrigo Madrigal Nieto, Don Hernán Garrón, Don Logino Soto, Doña Carmen Naranjo, Doña Rosmery Karpinski, Doña Sonia Picado, y muchas otras personas con capacidad de dictar cátedra en sus campos profesionales, y como crisoles favorecidos por haber sido parte de corrientes de pensamiento en cada uno de sus momentos históricos en donde les toco derramar su probada capacidad en la función pública.
Yo me resisto a pensar que no hay en Costa Rica un grupo de intelectuales, empresarios y ciudadanos honestos, que anteponiendo sus intereses partidarios, personales y económicos, estén dispuestos a asumir cargos públicos y que desde ahí realizar las acciones tendientes a limpiar el gobierno y las instituciones públicas, de todo funcionario acostumbrado a “parasitar” del Gobierno; y regresarnos a todos los costarricenses la credibilidad en la función pública.
Mynor Retana C.
mretanaca@gmail.com