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NACIONALES


Agua y desarrollo, avanzando juntos

| Miércoles 11 diciembre, 2013


Tenemos que proteger el agua, sin duda, al mismo tiempo no debemos exagerar los riesgos, las fuentes de Ojo de Agua son similares hoy en día, a como eran, cuando venía yo acá con mis padres, dijo Carlos Dengo. Gerson Vargas/La República


ANÁLISIS


SETENA + SENARA = DEMORA

Agua y desarrollo, avanzando juntos

Análisis ambiental preciso, sería más efectivo que el modelo actual

Resumen
Podemos lograr que  avancen los proyectos inmobiliarios, agrícolas, e industriales, al contar con una forma puntual de evaluar el riesgo de afectación del agua, y al aprovechar las mejores prácticas disponibles.
A la vez, ahorraríamos tiempo y dinero, al hacer más eficientes los servicios gubernamentales, que tienden a vigilar los recursos hídricos de forma rudimentaria, y que a menudo duplican esfuerzos.


Se trata de un alto costo para el desarrollador, así como para los compradores de las casas y otras edificaciones, tener que esperar a veces hasta un año, para que dos agencias gubernamentales den el visto bueno a un proyecto inmobiliario.
Hay gente altamente capacitada en el Servicio Nacional de Aguas Subterráneas, Riego y Avenamiento, así como en la Secretaría Técnica Nacional Ambiental.
Sin embargo, a menudo hacen la misma tarea.
Para evitar la duplicación, podemos desarrollar un modelo ágil, para evaluar el riesgo de cualquier proyecto, así como la prevención y mitigación, que sean necesarias para proteger las aguas subterráneas nacionales.
El primer paso consiste en reconocer que no todas las zonas del país comparten el mismo grado de riesgo, así que es vital analizar las características de cualquier proyecto, por las condiciones específicas que rigen en el lugar.
En el caso de una propuesta gasolinera, por ejemplo, existe el riesgo de un derrame de combustible, el cual debería prevenirse en cualquier caso.
Sin embargo, el grado de protección necesaria, dependería de que si la gasolinera estuviera colocada sobre un acuífero de una profundidad de tan solo 20 metros, o encima de uno, que queda a 200 metros por debajo de una capa de tierra y roca.
El riesgo además variaría, dependiendo de que si fuera el caso de un acuífero pequeño y aislado, o uno grande, conectado con otras fuentes, utilizadas por las personas como fuente de agua potable.
Tenemos que tomar en cuenta también, las opciones que ofrecería el desarrollador de cualquier proyecto, tomando en cuenta que actualmente existen medidas altamente eficaces para evitar el impacto en los acuíferos.
Si el riesgo es de pérdida de capacidad de recarga, un proyecto que cubre una amplia superficie, se aseguraría que la lluvia nutriera  los acuíferos, al aprovechar el concreto permeable o los adoquines, en lugar del asfalto, para tapar las calles y los parqueos.
Además, un colector conduciría el agua al subsuelo, por medio de un pozo de infiltración, mientras una planta de tratamiento, sustituiría los tanques sépticos.
En los proyectos en que el riesgo consiste en una potencial contaminación al manto acuífero, se deberá cumplir con las mejores prácticas disponibles para la actividad, para prevenir que cualquier sustancia contaminante llegue al manto.
Para encontrar el equilibrio en cualquier proyecto, necesitamos un régimen capaz de analizarlo, en su contexto particular.
No obstante, lo que rige en este momento es un modelo de medición de vulnerabilidad y no de riesgo, que utiliza los criterios establecidos para una zona en particular, para aplicar restricciones en todo el país.
Se trata de la llamada Matriz de Poás, aprobada en 2006 por el SENARA, y que tiene aplicación nacional, tras un fallo del año pasado de la Sala Constitucional.
Actualmente, tanto SENARA como SETENA aplican este modelo, que además ha sido adoptado por varias municipalidades.
De hecho, hay formas de ampliar nuestro nivel de conocimiento de cómo están formados los acuíferos, y cómo estos van evolucionando.
Actualmente, una red de medidores, cada uno no mayor al tamaño de un celular inteligente, puede generar información constantemente, y en tiempo real, sobre el comportamiento de un acuífero, y con esos datos, llegar a medir y modelar su comportamiento y posibles afectaciones, sea por causas naturales o humanas.
De este modo, cualquier pozo de un proyecto nuevo, se convierte en una herramienta inteligente, que nos educa acerca de la calidad del agua.
Al obligar también la colocación de los medidores en cualquier pozo existente, cuando se renueva el permiso, tendríamos pronto un amplio sistema informativo a nivel nacional, acerca de este recurso.
En lo que al tema de los procedimientos se refiere, una opción para agilizarlos sería asegurar que un desarrollador tramite el permiso únicamente ante SETENA, que por su parte ejecutaría el plan estratégico de aprovechamiento hídrico, que estaría diseñado por SENARA.
Actualmente, cualquier proyecto a menudo tiene que estar aprobado por ambos entes, lo cual impone un alto costo para el público, en tiempo y dinero.


Carlos Dengo
Presidente
CDG Environmental Advisors
Especial para LA REPÚBLICA
Redaccion@larepublica.net

 







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