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Adorable robot humanista

| Jueves 10 julio, 2008




Adorable robot humanista

• La más reciente producción animada de Pixar/Disney es un nuevo clásico en su género

WALL-E
(WALL-E)
Dirección: Andrew Stanton. Animación. Duración: 1:43. Origen: EE.UU. 2008.
Calificación: 9.

700 años han transcurrido desde que la humanidad abandonó la Tierra, a bordo de grandes naves espaciales. Algunos privilegiados se marcharon, dejando un mundo agonizante, cubierto de basura, en manos de robots limpiadores. Uno de ellos, llamado WALL-E, sigue funcionando todavía. Después de tantos siglos, ha desarrollado una personalidad propia, romántica y soñadora.
Su rutina de trabajo es interrumpida por la llegada de Eva, una robot exploradora de última generación, programada para buscar señales de vida en la inhóspita superficie del planeta.
Con su más reciente producción “WALL-E”, los estudios Disney y Pixar confirman su posición de liderazgo en el ámbito de la animación digital, concretando un nuevo clásico en su género. Tanto en el aspecto formal como en lo conceptual, es una obra sumamente ambiciosa. Abarca muchos temas a la vez, y da en el blanco en cada uno de ellos.
En primer lugar, se trata de una tierna historia de amor entre criaturas artificiales. Impresiona la forma en que los autores plasman los sentimientos de los personajes, mediante una caracterización extraordinariamente aguda. WALL-E, en particular, es un triunfo de expresividad y calidez: un adorable robot humanista, destinado a dejar huella en el imaginario colectivo.
Como relato de ciencia ficción con matices ecologistas, el filme concreta una advertencia contundente, acerca de la catástrofe que acontecerá si el hombre no cambia sus costumbres, con respecto al consumismo desenfrenado, el abuso de tecnología y la explotación irracional de los recursos naturales.
Andrew Stanton, el talentoso director de “Buscando a Nemo” (2003), usa un lenguaje audiovisual depurado, simple y eficaz, con el cual redime la película en sus situaciones más predecibles. Alcanza momentos de auténtica poesía, como en la hermosa escena donde Eva y WALL-E danzan entre las estrellas.
La narración se divide en dos partes, ambientadas respectivamente en la Tierra y en el espacio. La segunda, donde intervienen figuras humanas, es netamente inferior a la primera, que brilla por originalidad e ingenio creativo. Exenta de diálogos y dominada por el carisma de su entrañable héroe, goza de un vigor comunicativo excepcional. El resto de la trama no está a la altura: es más consabida y por ratos, carece de credibilidad científica, aunque siempre funciona como metáfora de un futuro apocalíptico, que aún puede ser evitado.
Más allá de sus imperfecciones argumentales, “WALL-E” sobresale como una óptima experiencia cinematográfica, enriquecedora y memorable.






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