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Acorralados y sin esperanza

Arturo Jofré arturojofre@gmail.com | Viernes 02 octubre, 2009



Acorralados y sin esperanza

¿Perdimos la lucha contra la delincuencia? Si se sigue parchando el sistema esta pregunta pronto no tendrá sentido. El tiempo no está a nuestro favor, cada año, cada día, las cosas empeoran. Cuando un estudio de opinión pública nos dice que hace apenas cinco años solo el 2% de la gente consideraba a la inseguridad como un mal nacional relevante, hoy esa cifra se ha elevado al 25%, ubicándolo como el mayor flagelo que sufre el país.
Todos sabemos que hace cinco años las cosas en materia de seguridad estaban muy mal, este tobogán trágico tiene casi tres décadas de caída cada vez más pronunciada. Ahora las cosas se han agravado a niveles casi incontrolables, tanto por la siembra interna como por la embestida externa. En efecto, internamente se han sembrado disparadores de violencia: la falta de una política consistente para disminuir la pobreza y la creciente desigualdad en la distribución del ingreso en los últimos diez años. La entrada sin dificultades de las redes internacionales del crimen vino a coronar esta tragedia.
¿Y qué se ha hecho? Se están haciendo cosas, se ha avanzado con alguna legislación y sería injusto decir que las autoridades se han cruzado de brazos, pero el problema es otro. Lo que se está haciendo no tiene relación alguna con la magnitud del problema. Las fuerzas que nos acorralan ahora son demasiado poderosas.
Leo lo que opinan los candidatos presidenciales sobre este tema y no veo hasta ahora un giro significativo. Hay ofertas de más policías, más equipo, más capacitación… No hay propuestas contundentes para enfrentar el mayor problema nacional. Si los candidatos no asumen una posición que esté a la altura de las circunstancias, no quiero imaginar la situación que tendremos dentro de cinco años si el tobogán sigue impulsando las cosas a esta velocidad. Para entonces la gente terminará aceptando la inseguridad como parte de su vida cotidiana. Eso es lo que hay que evitar, parodiando a Popper, no debemos matar la esperanza a aspirar por un mundo mejor.
Uno esperaría que los candidatos aparten algún dinero de la deuda política para que personas con amplio conocimiento en estos temas aprendan in situ de la experiencia internacional exitosa para elaborar una propuesta maciza, realista e integral que nos vuelva a ilusionar. Entre los partidos no hay grandes diferencias en torno al tema, el problema es que no se ha formulado una propuesta integral que se proyecte como una política nacional compartida para luchar contra esta tragedia nacional. Estamos a siete meses del inicio de un nuevo gobierno y existe el peligro real de seguir con los calmantes temporales, es decir, con lo mismo.
Uno esperaría que también el Poder Judicial hiciera algo parecido para que el 0,1% de la población de delincuentes reiterativos no siga acorralando al 99,9% de la población. Cuántas muertes y violaciones se habrían evitado si muchos jueces hubiesen actuado con más criterio a la hora de dejar libres a tantos reincidentes.

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