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A-Bus-o

María Cisneros redaccion@larepublica.net | Miércoles 19 septiembre, 2012




ANALISIS
Transporte deficiente afecta calidad de vida de las personas
A-Bus-o

Competencia mejoraría el sistema para trabajadores y patronos

El transporte público consume buena parte del tiempo diario de muchas personas que deben utilizarlo; además, el costo en pasajes podría significar una parte considerable en el presupuesto de las personas que lo utilizan.
También las empresas son impactadas, cuyos empleados llegan cansados, y al final del día pueden ya estar ansiosos por salir, sabiendo lo complicado que resulta regresar a su familia.
El diseño del sistema de buses es lo que causa la mayoría de los problemas que afectan al usuario, sobre todo la falta de competencia al determinar los prestadores del servicio.
Los escasos controles sobre la operación, conforman otra causa del problema.
En lo que al tiempo se refiere, se trata de recorridos comunes, como el de Cartago al centro de San José, que en horas pico toma unos 90 minutos o aún más.
Así, el trabajador invierte no menos de tres horas de su jornada diaria, en la ida y vuelta.
Lo mismo sucede con muchas otras rutas, lo cual implica no solo un sufrimiento para la persona, sino menos eficiencia laboral, lo que afecta el bienestar de la sociedad.
En lo que a tarifas se refiere, ese mismo recorrido de Cartago al centro de la capital y de vuelta cuesta ¢870 diarios, o sea un total mensual de unos ¢18 mil, el cual puede representar hasta el 10% del salario del viajero.
Una de las principales razones de la ineficiencia, es que no hay competencia al otorgar las rutas.
Bajo el esquema actual, el Gobierno define las características de la ruta, tal como el recorrido, cantidad de pasajeros y tarifa a pagar por los usuarios.
Una vez que esa ruta haya sido otorgada, en la próxima asignación, nadie puede ofrecer más o mejores condiciones, porque ya han sido fijadas.
Lo único que podría hacer otro postulante es ofrecer lo mismo que se encuentra fijado, y con esas condiciones en este caso pierde, porque de darse un empate, el titular es quien resulta ganador.
De hecho, en los últimos 20 años, no ha habido casi ningún cambio de una empresa a la que se le adjudicara una ruta para operarla.
En lo que a la fijación de la tarifa se refiere, son las mismas empresas de transporte las que definen las condiciones económicas de la ruta, como el caso de la cantidad estimada de usuarios.
Sin embargo, es posible que en cualquier ruta, una empresa subestime esa cantidad, de modo que se le otorgue una tarifa más alta.
Luego, al haber una mayor cantidad de pasajeros de lo estimado, pagando ese monto alto, la empresa gana más.
Por su parte, el Gobierno no tiene un control efectivo sobre esas estimaciones, ni sobre la obligación de cualquier bus de cumplir con la frecuencia de recorridos.
Para mejorar el sistema, se requieren controles adecuados, sea de administración o de medición.
Por un lado, actualmente son dos, las autoridades que vigilan el sistema.
La asignación de las rutas, la hace el Consejo de Transporte Público, mientras las tarifas las establece la Aresep.
Sin embargo, ninguno de esos entes corrobora que las condiciones reales del transporte, sean las que se comprometieron las empresas a cumplir.
Un cambio importante en el sistema sería la introducción de las tarjetas de pago electrónico en los buses, mediante el cual sería posible definir con mayor precisión la cantidad de personas que utilizan cualquier ruta, así como los patrones de la demanda en cualquier momento.
Una comisión mixta del CTP y Aresep ha estado estudiando esta opción durante este año; sin embargo, no hay ninguna señal de que sea implementada, antes de la nueva asignación de rutas, programada para 2014.

Bernal Rodríguez
brodriguez@larepublica.net






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