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COLUMNISTAS


Abstencionismo

Luis Valverde lvalverde@larepublica.net | Martes 07 diciembre, 2010


Seamos honestos: ¿se sintió convencido de ir a votar gracias al anuncio de la señora reclamando por la acera vecinal o del señor quejándose por la inseguridad? ¿Eran esas soluciones lo suficientemente cercanas a su vida diaria?

Si algo quedó demostrado después de las elecciones de este fin de semana, es que, al igual que en las dos ocasiones anteriores, los alcaldes fueron elegidos por sus familiares, allegados, conocidos, y uno que otro fiel partidario comunal. Tanto así que el porcentaje de electores se mantuvo prácticamente invariable, en tres de cada diez.

Se ha intentado de todo para tratar de llamar la atención de los votantes: desde advertir al elector que si no toma parte de una fiesta cívica entonces no tendrá derecho a reclamar, hasta invocar la solución de problemas comunales mediante la decisión que tomemos en una urna electoral.

Ese es quizás el problema, que el mal se quiere atacar siempre con las mismas medicinas, aplicándolas siempre desde arriba.

¿Qué están haciendo nuestros partidos políticos por llamar la atención del joven? No hablo de costosas campañas de televisión, ni tampoco de la añeja práctica de salir a la calle banderas en mano a gritar como desaforados. Es más que eso.

Los partidos escuelas de pensamiento ideológico por excelencia hace mucho dejaron de serlo, al menos en nuestro país.

Quienes votan por una corriente o forma de pensar se sorprenden de que en el camino la persona elegida cambia sus ideas, o renuncia (al partido pero no al cargo) por no compartir el pensamiento de la agrupación que lo eligió. En el peor de los casos el que más se da, me temo ni siquiera nos fijamos en su ideología y nos dejamos llevar por su verbo o su proyección.

¿Qué se está haciendo con nuestros niños? ¿Cuántas actividades promovemos en las comunidades sobre democracia, o solo nos acordamos de ellos cada cuatro años regalándoles una camiseta y algunas monedas para que sirvan de guías?

¿Estamos integrando a nuestros jóvenes en las estructuras políticas, brindándoles oportunidades reales de crecimiento, o solo los tomamos en cuenta para correr un mes antes de unas elecciones a pegar papeles con propaganda?

¿Se le está dando la verdadera importancia que merece a la educación cívica escolar, inculcando profundamente los valores de democracia y participación popular?

Tienen razón los partidos políticos: La responsabilidad en gran medida les corresponde, tanto desde su trinchera como escuelas de pensamiento como cuando alcanzan cargos de poder interviniendo en las políticas públicas… Difícil… sí. Pero todo estáme pareceen hallar el enfoque adecuado.

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