A TODA GASOLINA
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 11 julio, 2011
Explotación petrolera reduciría impacto de combustible caro
A TODA GASOLINA
Ingenuo plan del gobierno de solo explotar gas natural
Conforme la era de la gasolina barata se acerca a su final, Costa Rica debería desarrollar los yacimientos petroleros que pueda encontrar.
Manejadas de forma correcta, las reservas de petróleo reducirían el impacto de los precios altos en los combustibles, sin crear serios riesgos ambientales.
Por su parte, es ingenuo e impráctico el plan del gobierno de solo explotar gas natural, tal como lo anunció la semana pasada.
Mientras tanto, podría también darse el caso de que Costa Rica no tenga petróleo, ni gas, ni —al menos por ahora— un plan para lidiar con el inminente golpe del combustible.
Empezamos con la suposición, compartida por muchos analistas, de que el mundo está entrando a una época, en la cual el precio de los hidrocarburos quedará alto en forma permanente.
Se trata del concepto del “pico de petróleo”, lo cual quiere decir que el crecimiento de la demanda, excede el incremento en el descubrimiento de nuevas reservas convencionales de ese recurso.
El mundo todavía cuenta con grandes yacimientos de hidrocarburos.
Pero se trata de fuentes como el petróleo pesado venezolano, así como la arena bituminosa de Canadá, entre otros, cuyo costo de purificación ocasiona que sus derivados resulten caros.
En Costa Rica, el fenómeno del “pico de petróleo”, implica la entrega de una factura anual, que llegaría de aquí a 2015, a $2,1 mil millones, unos $500 millones más de la que estamos acostumbrados a pagar, solo para el transporte, al suponer que el precio por barril incremente a $107, siendo este el promedio de las estimaciones de la International Energy Agency, y del International Institute de Finance de Estados Unidos.
En comparación, el monto promedio que pagamos por la importación del crudo en el periodo 2006 a 2010 fue de $1,6 mil millones al año, a un precio promedio de aproximadamente $80 por barril.
El análisis supone que se mantenga el volumen anual de las importaciones del petróleo de 20 millones de barriles.
Mediante la búsqueda y explotación de petróleo, Costa Rica puede reducir el impacto de precios aún más altos de petróleo, en al menos un 70%, asumiendo que se descubra algún yacimiento, el cual contenga suficiente petróleo que haga viable el proyecto.
Este puede ser tan pequeño como 5 millones de barriles anuales, el monto extraído en el último año por Guatemala, único productor de petróleo en la región.
A un precio de $107 el barril, 5 millones de barriles tendrían un valor de mercado de $535 millones.
Suponiendo que el proyecto implique una asociación entre el Estado y una empresa petrolera, y que la compañía reciba la tercera parte del precio bruto de venta el estándar de la industria el Estado tendrá un ingreso de $358 millones al año.
Mayores reservas significarán mayores ganancias. Entre menores sean las reservas, significaría que el proyecto sea menos viable, esto porque se debe tener en cuenta que la exploración y construcción de infraestructura de distribución, comúnmente cuesta cientos de millones de dólares.
En lo que al aspecto ambiental se refiere, Costa Rica podría explotar reservas petroleras sin serios riesgos ambientales, si el proyecto es administrado de forma correcta.
En cuanto al consumo total, el Estado debe cobrar a los consumidores, por la gasolina y diesel doméstico, el mismo monto como si fueran productos importados.
Bajo este esquema, los propietarios de vehículos no tendrán ningún incentivo para manejar (y contaminar) más, lo opuesto a conductores de países como Arabia Saudita o Venezuela, donde la gasolina tiene un costo de tan solo $0,31 y $0,24 por litro, respectivamente.
El alto precio del combustible doméstico crearía problemas para personas con un ingreso marginal, pero los pobres enfrentarían el mismo problema, si Costa Rica importara petróleo caro.
La diferencia se encuentra en que si Costa Rica produce petróleo, el Estado tendría un ingreso adicional de $358 millones al año (cualquiera que sea la figura que se utilice al final), para invertir en programas beneficiosos, en vez de enviar este dinero a los productores de petróleo en otros países.
La extracción de petróleo puede causar un daño ambiental.
Pero los riesgos son mucho más bajos cuando se realiza extracción en tierra, el único tipo que se encuentra considerando Costa Rica, en comparación con las plataformas de extracción marítimas.
Adicionalmente, debería ser posible encontrar un socio para el proyecto, que tenga muy buen récord ambiental, como son los casos de Sunoco de Estados Unidos, la holandesa Shell, y StatOil de Noruega.
Por su parte, el gobierno el mes pasado dijo que prohibiría la explotación de cualquier descubrimiento de petróleo en Costa Rica, y que solo permitiría la extracción de gas natural.
Pero la naturaleza dictamina sus propias leyes, incluyendo la que dice que el petróleo y el gas generalmente se encuentran juntos.
Si Costa Rica encuentra ambos recursos, podría escoger explotar únicamente el gas.
No obstante, resulta ingenuo suponer que ninguna administración futura no vaya a explotar las reservas de petróleo que fueran encontradas.
Además, si los depósitos de gas son modestos, esto no va a reducir en mucho la presión de los altos precios del petróleo, dado que no existe forma de usar ese combustible de manera eficiente, en cuanto a costo.
Aproximadamente el 80% del actual consumo nacional de petróleo, es utilizado para alimentar los carros, buses y camiones.
Para utilizar efectivamente el gas natural, un motor convencional de gasolina o diesel necesita ser ajustado, un proceso que cuesta como mínimo $1 mil.
Estos costos hacen impráctico, para los propietarios individuales de automóviles, convertirlos a gas.
Dado el poco tamaño de la economía local, el ajuste de los motores costaría demasiado, inclusive para flotas de camiones, buses o taxis.
Los fabricantes podrían eventualmente producir vehículos diseñados para funcionar con gas, pero esto no es probable que suceda en la próxima década.
Inclusive si Costa Rica tuviera muchos vehículos capaces de funcionar con gas, necesitaría una red de tuberías, para transportar el combustible a las estaciones de servicio, las cuales necesitarán igualmente ser ajustadas para poder expender gas en vez de gasolina o diesel.
La industria especialmente las fábricas de cemento suman el otro 10% del actual consumo petrolero.
Convertir estas plantas a gas es sencillo.
Pero no existe ninguna forma sencilla de obtener el gas desde el yacimiento hasta la fábrica.
El traslado en camiones es costoso, inclusive si el gas es comprimido. El gas líquido puede ser transportado eficientemente en camiones.
Pero primero, Costa Rica necesitaría una planta de licuefacción, cuyo precio inicia en aproximadamente $1 billón.
Así las cosas, solo resta un 10% del actual consumo de petróleo, que corresponde al que quema el ICE para producir electricidad.
Como en el caso de una fábrica, convertir una planta de combustión de petróleo a gas natural no es nada difícil.
Tampoco la planta necesitaría una tubería, ya que genera electricidad, que puede ser transmitida normalmente hacia la red de energía existente.
Este esquema funciona inclusive en países que no poseen gas. Con una inversión de $400 millones, la República Dominicana hace cinco años inició la operación de una terminal especializada localizada en Caucedo, que importa gas desde Trinidad y Tobago, con una nueva planta de energía, con capacidad de 300 megawatts, suficiente para suplir cerca del 15% de la electricidad que el país necesita.
Costa Rica podría proceder con un proyecto comparable, independientemente de que se encuentren o no depósitos de gas.
En caso de que el precio del gas sea igual a la mitad del precio de costo del petróleo, una planta de 300 megawatts podría ahorrar a Costa Rica $30 millones al año, empezando en 2015, tomando en cuenta los ahorros en combustible, menos el costo de las nuevas instalaciones.
Los ahorros serían cercanos a $50 millones, si se encuentra gas doméstico, ya que el gas va a costar menos que una terminal de importación.
Pero inclusive $50 millones no resolverían en mucho el problema de los $500 millones adicionales al año, gastados en importación de petróleo. Existe también la posibilidad que Costa Rica descubra depósitos de gas masivos, en cuyo caso eso tendrá mayor sentido para la construcción de una planta de licuefacción y exportar el producto excedente.
Por otro lado, pocos geólogos apuestan por un resultado así.
Esto nos deja con la posibilidad de hecho, la más probable de que no encontremos ni petróleo, ni gas.
Dado que tampoco tengamos un plan, para enfrenar el alto costo del petróleo importado, la principal consecuencia sería una reducción significativa de los gastos en los productos y servicios no esenciales, sobre todo cuando se trata a la vez del consumo de combustible, como sería el caso del turismo nacional.
Sin embargo, habría también una desaceleración en la adquisición de muchos tipos de bienes, desde un teléfono celular hasta una casa.
Fred Blaser
Co presidente de REPUBLICA MEDIA GROUP
Colaboró con esta nota Bernal Rodríguez
A TODA GASOLINA
Ingenuo plan del gobierno de solo explotar gas natural
Conforme la era de la gasolina barata se acerca a su final, Costa Rica debería desarrollar los yacimientos petroleros que pueda encontrar.
Manejadas de forma correcta, las reservas de petróleo reducirían el impacto de los precios altos en los combustibles, sin crear serios riesgos ambientales.
Por su parte, es ingenuo e impráctico el plan del gobierno de solo explotar gas natural, tal como lo anunció la semana pasada.
Mientras tanto, podría también darse el caso de que Costa Rica no tenga petróleo, ni gas, ni —al menos por ahora— un plan para lidiar con el inminente golpe del combustible.
Empezamos con la suposición, compartida por muchos analistas, de que el mundo está entrando a una época, en la cual el precio de los hidrocarburos quedará alto en forma permanente.
Se trata del concepto del “pico de petróleo”, lo cual quiere decir que el crecimiento de la demanda, excede el incremento en el descubrimiento de nuevas reservas convencionales de ese recurso.
El mundo todavía cuenta con grandes yacimientos de hidrocarburos.
Pero se trata de fuentes como el petróleo pesado venezolano, así como la arena bituminosa de Canadá, entre otros, cuyo costo de purificación ocasiona que sus derivados resulten caros.
En Costa Rica, el fenómeno del “pico de petróleo”, implica la entrega de una factura anual, que llegaría de aquí a 2015, a $2,1 mil millones, unos $500 millones más de la que estamos acostumbrados a pagar, solo para el transporte, al suponer que el precio por barril incremente a $107, siendo este el promedio de las estimaciones de la International Energy Agency, y del International Institute de Finance de Estados Unidos.
En comparación, el monto promedio que pagamos por la importación del crudo en el periodo 2006 a 2010 fue de $1,6 mil millones al año, a un precio promedio de aproximadamente $80 por barril.
El análisis supone que se mantenga el volumen anual de las importaciones del petróleo de 20 millones de barriles.
Mediante la búsqueda y explotación de petróleo, Costa Rica puede reducir el impacto de precios aún más altos de petróleo, en al menos un 70%, asumiendo que se descubra algún yacimiento, el cual contenga suficiente petróleo que haga viable el proyecto.
Este puede ser tan pequeño como 5 millones de barriles anuales, el monto extraído en el último año por Guatemala, único productor de petróleo en la región.
A un precio de $107 el barril, 5 millones de barriles tendrían un valor de mercado de $535 millones.
Suponiendo que el proyecto implique una asociación entre el Estado y una empresa petrolera, y que la compañía reciba la tercera parte del precio bruto de venta el estándar de la industria el Estado tendrá un ingreso de $358 millones al año.
Mayores reservas significarán mayores ganancias. Entre menores sean las reservas, significaría que el proyecto sea menos viable, esto porque se debe tener en cuenta que la exploración y construcción de infraestructura de distribución, comúnmente cuesta cientos de millones de dólares.
En lo que al aspecto ambiental se refiere, Costa Rica podría explotar reservas petroleras sin serios riesgos ambientales, si el proyecto es administrado de forma correcta.
En cuanto al consumo total, el Estado debe cobrar a los consumidores, por la gasolina y diesel doméstico, el mismo monto como si fueran productos importados.
Bajo este esquema, los propietarios de vehículos no tendrán ningún incentivo para manejar (y contaminar) más, lo opuesto a conductores de países como Arabia Saudita o Venezuela, donde la gasolina tiene un costo de tan solo $0,31 y $0,24 por litro, respectivamente.
El alto precio del combustible doméstico crearía problemas para personas con un ingreso marginal, pero los pobres enfrentarían el mismo problema, si Costa Rica importara petróleo caro.
La diferencia se encuentra en que si Costa Rica produce petróleo, el Estado tendría un ingreso adicional de $358 millones al año (cualquiera que sea la figura que se utilice al final), para invertir en programas beneficiosos, en vez de enviar este dinero a los productores de petróleo en otros países.
La extracción de petróleo puede causar un daño ambiental.
Pero los riesgos son mucho más bajos cuando se realiza extracción en tierra, el único tipo que se encuentra considerando Costa Rica, en comparación con las plataformas de extracción marítimas.
Adicionalmente, debería ser posible encontrar un socio para el proyecto, que tenga muy buen récord ambiental, como son los casos de Sunoco de Estados Unidos, la holandesa Shell, y StatOil de Noruega.
Por su parte, el gobierno el mes pasado dijo que prohibiría la explotación de cualquier descubrimiento de petróleo en Costa Rica, y que solo permitiría la extracción de gas natural.
Pero la naturaleza dictamina sus propias leyes, incluyendo la que dice que el petróleo y el gas generalmente se encuentran juntos.
Si Costa Rica encuentra ambos recursos, podría escoger explotar únicamente el gas.
No obstante, resulta ingenuo suponer que ninguna administración futura no vaya a explotar las reservas de petróleo que fueran encontradas.
Además, si los depósitos de gas son modestos, esto no va a reducir en mucho la presión de los altos precios del petróleo, dado que no existe forma de usar ese combustible de manera eficiente, en cuanto a costo.
Aproximadamente el 80% del actual consumo nacional de petróleo, es utilizado para alimentar los carros, buses y camiones.
Para utilizar efectivamente el gas natural, un motor convencional de gasolina o diesel necesita ser ajustado, un proceso que cuesta como mínimo $1 mil.
Estos costos hacen impráctico, para los propietarios individuales de automóviles, convertirlos a gas.
Dado el poco tamaño de la economía local, el ajuste de los motores costaría demasiado, inclusive para flotas de camiones, buses o taxis.
Los fabricantes podrían eventualmente producir vehículos diseñados para funcionar con gas, pero esto no es probable que suceda en la próxima década.
Inclusive si Costa Rica tuviera muchos vehículos capaces de funcionar con gas, necesitaría una red de tuberías, para transportar el combustible a las estaciones de servicio, las cuales necesitarán igualmente ser ajustadas para poder expender gas en vez de gasolina o diesel.
La industria especialmente las fábricas de cemento suman el otro 10% del actual consumo petrolero.
Convertir estas plantas a gas es sencillo.
Pero no existe ninguna forma sencilla de obtener el gas desde el yacimiento hasta la fábrica.
El traslado en camiones es costoso, inclusive si el gas es comprimido. El gas líquido puede ser transportado eficientemente en camiones.
Pero primero, Costa Rica necesitaría una planta de licuefacción, cuyo precio inicia en aproximadamente $1 billón.
Así las cosas, solo resta un 10% del actual consumo de petróleo, que corresponde al que quema el ICE para producir electricidad.
Como en el caso de una fábrica, convertir una planta de combustión de petróleo a gas natural no es nada difícil.
Tampoco la planta necesitaría una tubería, ya que genera electricidad, que puede ser transmitida normalmente hacia la red de energía existente.
Este esquema funciona inclusive en países que no poseen gas. Con una inversión de $400 millones, la República Dominicana hace cinco años inició la operación de una terminal especializada localizada en Caucedo, que importa gas desde Trinidad y Tobago, con una nueva planta de energía, con capacidad de 300 megawatts, suficiente para suplir cerca del 15% de la electricidad que el país necesita.
Costa Rica podría proceder con un proyecto comparable, independientemente de que se encuentren o no depósitos de gas.
En caso de que el precio del gas sea igual a la mitad del precio de costo del petróleo, una planta de 300 megawatts podría ahorrar a Costa Rica $30 millones al año, empezando en 2015, tomando en cuenta los ahorros en combustible, menos el costo de las nuevas instalaciones.
Los ahorros serían cercanos a $50 millones, si se encuentra gas doméstico, ya que el gas va a costar menos que una terminal de importación.
Pero inclusive $50 millones no resolverían en mucho el problema de los $500 millones adicionales al año, gastados en importación de petróleo. Existe también la posibilidad que Costa Rica descubra depósitos de gas masivos, en cuyo caso eso tendrá mayor sentido para la construcción de una planta de licuefacción y exportar el producto excedente.
Por otro lado, pocos geólogos apuestan por un resultado así.
Esto nos deja con la posibilidad de hecho, la más probable de que no encontremos ni petróleo, ni gas.
Dado que tampoco tengamos un plan, para enfrenar el alto costo del petróleo importado, la principal consecuencia sería una reducción significativa de los gastos en los productos y servicios no esenciales, sobre todo cuando se trata a la vez del consumo de combustible, como sería el caso del turismo nacional.
Sin embargo, habría también una desaceleración en la adquisición de muchos tipos de bienes, desde un teléfono celular hasta una casa.
Fred Blaser
Co presidente de REPUBLICA MEDIA GROUP
Colaboró con esta nota Bernal Rodríguez