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EDITORIAL


A ordenar valores

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 14 noviembre, 2007


Editorial


El apuro en que vivimos y la desesperación de resolver las cosas por la vía más fácil, ha ido convirtiendo a los costarricenses en una sociedad con los principios trastornados.

La ética y la moral parecen haber cedido espacio en la escala de valores para dar cabida al facilismo, mientras que una gran parte de los empleados públicos y privados anteponen la ambición a la responsabilidad.

La corrupción, como lo detalla hoy una nota de LA REPUBLICA, ha penetrado todos los estratos sociales de la ciudadanía y aunque el último informe de Transparencia Internacional destacó a Costa Rica como uno de los países que obtuvieron importantes progresos en esta materia, una encuesta realizada por la Universidad de Costa Rica (UCR) revela que la población vive a diario conductas inapropiadas como los sobornos.

Los trámites que presentan un mayor índice de corrupción por parte del ciudadano costarricense son los biombos médicos, sacar la licencia, arreglar las multas de tránsito, pasar la aduana y solicitar el pasaporte, entre otras diligencias que, por lo que refleja el estudio de la UCR, se ha convertido en práctica casi cotidiana hacerlos por la vía inadecuada.

Las estadísticas de la Escuela de Matemática reflejan que en este, el que se considera como el tercero entre lo países menos corruptos de Latinoamérica, los ciudadanos incurren en 1.200 sobornos diarios por los que pagan ¢19 millones.

Y aunque la población suele apuntar sus críticas hacia los funcionarios de alto rango, el análisis universitario demuestra que la corrupción está presente en muchos otros ámbitos.

Lo más preocupante es que, hasta la fecha, las autoridades no han dado con los instrumentos idóneos para atacar este flagelo.

Los mismos diputados de la administración anterior reconocen que la Ley contra la Corrupción y el Enriquecimiento Ilícito en la Función Pública se desvirtuó de su fin original al calor de los escándalos ICE-Alcatel y CCSS-Finlandia. Es así como la ley terminó atacando más los efectos de la corrupción que sus causas.

El país tiene por delante una tarea pendiente en cuanto a la formación y educación de sus ciudadanos desde edades tempranas. Sin duda alguna, se pueden obtener mejores resultados enseñándoles desde jóvenes el verdadero orden de los principios éticos, para luego no tener que castigarlos.







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