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Domingo, 15 de diciembre de 2024



EDITORIAL


A la cabeza en servicios

| Viernes 18 enero, 2013




La virtud no reside, en algunos casos, como el del INA, en cortar cintas de inauguración, sino en ser capaces de actualizar, ampliar y utilizar bien lo que tenemos


A la cabeza en servicios

Considerado como el mejor destino de América Latina para instalar un negocio de servicios, Costa Rica logró ese puesto, sin lugar a dudas, fundamentalmente por el grado de educación de su recurso humano.
Desde luego, otros factores se suman al principal, como puede ser la seguridad jurídica y la paz social. No obstante, debemos tener muy en cuenta que si somos la nación número uno para invertir en empresas de servicios, esto se debe a las políticas que en épocas anteriores se dictaron para la educación de la población.
Hoy recogemos los frutos de aquellos que comprendieron que salud y educación eran la clave y se dedicaron a llevarlos a toda la población con buena calidad.
Así las cosas, parece que debemos preguntarnos seriamente si hoy estamos haciendo lo necesario para mantener esa condición o si, por el contrario, la falta de acciones en ese sentido nos expone a perderla en algún momento.
Hemos mencionado anteriormente en este espacio, la necesidad de una reforma educativa para poner nuestros programas y métodos de estudio, especialmente desde el kínder hasta el final de lo que llamamos enseñanza secundaria, a la altura del mundo actual, de la llamada sociedad del conocimiento.
Sin embargo, hoy queremos poner el énfasis en la falta de concordancia entre lo que el mercado actual necesita y lo que el país está formando. Si bien es cierto se necesitarán siempre profesionales de todo tipo, hay un faltante de ciertas carreras de carácter técnico y de un mayor dominio en el idioma inglés.
Para subsanar esta situación, sin embargo, tenemos la institución adecuada, el Instituto Nacional de Aprendizaje, que no requiere nuevas leyes, ni presenta problemas. Por el contrario solo necesita la voluntad política para ponerlo en condición adecuada para graduar la cantidad necesaria de técnicos que se requieren.
Lo que no parece haberse comprendido, es que no se necesita inaugurar nuevas instituciones para llegar a esto, sino, simplemente, dotar de lo necesario al INA para que amplíe la buena labor que realiza.
Recordemos que de tanto duplicar instituciones, en vez de renovar y maximizar las existentes, se ha formado un Estado tan abundante como ineficiente. La virtud no reside, en algunos casos, como el del INA, en cortar cintas de inauguración, sino en ser capaces de actualizar, ampliar y utilizar bien lo que tenemos.
 







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