¡A bailar!
Leopoldo Barrionuevo leopoldo@amnet.co.cr | Sábado 20 septiembre, 2008
¡A bailar!
Leopoldo Barrionuevo
Hace unos días, Fernando Tristán nos convocó a sus amigos y colegas, para compartir la fiesta de sus 70 años en el Colegio de Cirujanos Dentistas. Me pidió que le diera una mano con el tema tanguero y no falté porque hubiera sido imperdonable fallarle a quien más ha hecho por el tango en Costa Rica sin pedir nunca nada a cambio; Fernando, un reconocido odontólogo, lleva un amor de toda la vida por el tango y en ese particular es un digno sucesor del Cuadro Buenos Aires, aquel legendario conjunto que hizo feliz a tanta gente, con Menéndez, Murillo, Brenes y Chacón.
Faltó la voz de un destacado y reconocido cantor como lo es el Embajador José Arcuri, quien estaba de viaje, un porteño de ley que de todos modos estuvo bien representado por María Julia quien vino acompañada por un grupo de jóvenes bailarines que le sacaron viruta al piso.
Todas las mesas estaban ocupadas pero lo notable fue que esto no restó espacio a la pista de baile y tras la excelente exhibición de la muchachada, algunas parejas se atrevieron a mostrar sus habilidades pero a poco, más de cien bailarines invadieron la pista y sin inhibiciones dieron su propia versión de lo que es bailar tango, algo que me sorprendió y emocionó.
En Buenos Aires y aun en provincias, van surgiendo las “milongas” (lugar donde se baila) por muy diversas razones: las de los que aman el baile y en la juventud no perdíamos un fin de semana ir a milonguear, las de los que sienten que representa un acercamiento que ponga en fuga a su timidez, las de los que —cada día más— utilizan el tango como un modo de catarsis agradable y entre muchas más, las de los que se toman la molestia de crear pasos sin la monotonía de repetir en secuencia lo aprendido.
El baile se está convirtiendo en una de las más eficaces curas del estrés, en un complemento eficaz de muchas dietas y en el ejercicio aeróbico que tanto nos cuesta iniciar para mantener una salud física equilibrada.
Y no me diga que usted no sabe bailar porque se guía por los que hacen acrobacia: el tango es de pocos pasos, pura creatividad ligada al intérprete de ese momento y usted es el que establece la marca y el ritmo, esperando a la compañera, para hacerla lucir. Fácil de aprender, es caminado o corrido pero de pies en el suelo, arrastrados y no revoleados. La apertura o tajo de la falda de la mujer va sobre el frente y no sobre el costado para su mayor comodidad y los zapatos de taco no muy alto, llevan una correa para ceñirlos a los tobillos.
Es un baile macho porque el hombre conduce sin que se note, en movimientos imperceptibles de antebrazo, muñeca y mano sobre la cintura de la mujer y es casi imposible bailarlo con una dama mandona o dominante (algunos no recomiendan bailar con la suegra).
Si viaja a Buenos Aires, hallará en Internet más de 150 “milongas” para aprender a bailar dos horas antes de iniciarse el rito del tango bailado. Verá que es fácil y lo hacen difícil los que no bailan tango sino que se pierden en una serie de cabriolas aprendidas.
Lo cierto es que ya podemos hacerlo en Costa Rica, como lo demostraron los cirujanos dentistas, pienso que es una iniciativa que no debe perderse en intentos esporádicos y estoy convencido de que el ambiente mejoró y la gente lo pasó de lo mejor, desde el momento en que se animaron a insinuar el inicio del paso que situó a la pareja en el milagro de la danza.
www.leopoldobarrionuevo.com
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