No podemos pretender salir del subdesarrollo con una población que no sepa manejar un presupuesto familiar, un salario “mensual” o una tarjeta de crédito

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¿Y mi dinero?

Se llegó el 24 del mes: ¿dónde está su primer salario del año? Los años nuevos traen consigo una lista de propósitos. La mejoría en nuestras finanzas pocas veces se deja de lado.
Con el pasar del tiempo vamos resignándonos a que no siempre alcanzamos nuestras metas en el momento que habíamos planeado y de nuevo el fin y principio de año que en enero se ve tan lejano, tiende a producir el mismo efecto dominó que pretendíamos borrar de nuestro currículum de alcance de metas.
Estamos a una semana de terminar el primer mes del año y el reloj sigue corriendo. Una forma simple de evaluar si tomamos el control de nuestras finanzas es preguntarnos ¿en qué gasto mi dinero? ¿Qué pasó con mi primer salario del año?
En Costa Rica desafortunadamente no hay una estadística seria sobre este tema. Personas en nuestro país reciben ayuda emocional de profesionales porque no tienen control de sus finanzas… Y es que el control de las finanzas para muchos de nosotros es un requisito para definir el control que tenemos sobre nuestras vidas.
Un buen paso con el que podríamos empezar a gestionar esta meta es conocer nuestro propio patrón de consumo. ¿Quiénes de nosotros tenemos un presupuesto personal/familiar? ¿Sabemos cuánto gastamos en vivienda (préstamos, alquileres, mantenimiento)?; ¿en educación?; ¿en alimentación en el hogar y fuera de casa?; ¿cuánto en servicios públicos?; ¿en traslados al trabajo (gasolina, pasajes)?; ¿cuáles son nuestras actividades de ocio y cuánto dinero nos demandan?; ¿en qué-cómo y con quién nos gastamos nuestro dinero?
Todas son preguntas básicas que debemos estar en capacidad de responder si queremos mejorar los números de “nuestra propia empresa”, metafóricamente hablando… De hecho, este es un cambio cultural que considero requerimos en nuestro país.
En mi opinión, a la media de nuestros niños se les vende la idea de que el dinero “les sobra” a las empresas y a “los ricos” y que precisamente son estos los que por su naturaleza deben ser unidades superavitarias.
No les heredemos a las futuras generaciones un miedo tonto ante las finanzas. Si a alguno de nosotros pudiera asustarnos las matemáticas porque la mayoría de veces no encuentran siquiera utilidad práctica para un coseno o un logaritmo; aprovechen esta buena excusa para transmitirles a sus niños la importancia de saber manejar sus dineros desde tempranas edades y en el camino, cuando crezcan, ir evaluando incluso la viabilidad financiera de sus proyectos personales.
La inteligencia financiera debe estar en nuestras aulas, pero sobre todo en nuestros hogares.
Hagamos de la salud financiera un tema de todos en nuestro país. No podemos pretender salir del subdesarrollo con una población que no sepa manejar un presupuesto familiar, un salario “mensual” o una tarjeta de crédito.
No satanicemos las tarjetas de crédito, lo que debemos erradicar de nuestro país es el analfabetismo financiero y la falta de respuesta a preguntas tan sencillas como ¿qué pasó con mi salario de enero?
Alejandra Esquivel

alejandra@esquivelguzman.com