Nueva era para los fondos públicos
| Sábado 05 mayo, 2012
Habrá que esperar para ver cuál es el rumbo que toman las cosas en el país en materia de transparencia
Nueva era para los fondos públicos
Por mucho que cueste tener que admitirlo y aunque este país no tiene ninguna exclusividad en ello porque el mundo está lleno de lo mismo, los escándalos de corrupción no cesan de sacudir a Costa Rica y significan un enorme desgaste, pérdida de energía y un fenómeno que distrae de los importantes asuntos sobre los que deberían concentrarse toda la atención y el empeño.
La corrupción afecta muy negativamente el funcionamiento y la misión de instituciones públicas, debilita la confianza de la población en ellas y en los gobernantes y se extiende como un manto contaminante enfermando a la sociedad.
La corrupción no es tampoco una exclusividad del sector público. Para que se concreten estos actos que tanto daño hacen se requiere casi siempre la participación privada también. Hay quien ofrece una dádiva prohibida para obtener un beneficio y del otro lado aparece quien la aceptará, también para beneficio personal. El gran perdedor casi siempre, el contribuyente nacional, que generalmente ni siquiera ve que se castigue a los corruptos.
Cabe preguntarse desde cuándo muchos costarricenses están esperando de los gobiernos de turno una mano realmente fuerte, pero no para convertirse en dictador sino para no tolerar corrupción alguna. Es decir, para respetar al máximo las reglas de la democracia.
Es un momento idóneo este para reflexionar sobre esto. Se inicia la segunda mitad del mandato de Laura Chinchilla con un despido que podría estar lanzando el mensaje de “no se podrá continuar con prácticas oscuras durante mi gobierno”. Pero, evidentemente, hoy es muy temprano para aventurarse a especular sobre los más recientes cuestionamientos a funcionarios públicos y sobre la voluntad de la Presidenta al respecto.
Habrá que esperar para ver cuál es el rumbo que toman las cosas en el país en materia de transparencia. Habrá que esperar para ver si una directriz estricta y un control también riguroso puedan cambiar las cosas y comience una era de respeto a los fondos públicos nacionales que tantas veces han sido desviados o perdidos por malos manejos, intencionales o no.