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Nuestro refugio en lo inmediato y cercano

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 07 julio, 2014


Hallamos la felicidad directamente en nuestras acciones y relaciones más personales


Nuestro refugio en lo inmediato y cercano

Cuando nos enfrentamos con la sociedad, con el gobierno, con el mundo, las dificultades son apabullantes. Son temas alejados, nuestro conocimiento de ellos es muy limitado y es muy costoso adquirir más información.
El crimen y la violencia considerados en su inmensa realidad social nos aterran con razón. Y si lo pensamos, nos damos cuenta de lo poco que podemos hacer individualmente para remediarlos. Los intermediarios entre esos problemas y nosotros como personas, esto es gobernantes, políticos, formadores de opinión, organizaciones sociales dedicadas al tema, nos ofrecen usualmente medidas sencillas que refugien nuestros miedos: jueces más severos y penas de prisión más prolongadas. Pero las soluciones son mucho más complicadas, requieren mayores recursos y toman mucho más tiempo para surtir efectos.
La ineficacia del gobierno y la pobre calidad de los servicios públicos nos enervan. Vivimos cansados del exceso de trámites, consideramos excesivos los impuestos, nos disgusta la falta de infraestructura que nos agobia y hace incurrir en altos costos, y pensamos que con gobernantes bienintencionados y honestos las cosas mejorarán. Pero la realidad nos enfrenta con la siempre presente limitación de conocimientos, recursos y tiempo y con la diversidad de intereses en juego que dificultan las soluciones.
Contemplamos un mundo en que impera la destrucción: guerras, violaciones masivas de derechos humanos, terrorismo, pobreza, devastación ambiental. Y en las noticias domésticas igualmente lo frecuente es lo malo: el abuso de algún funcionario, la incapacidad para adoptar una solución, la nota roja, la crítica politiquera.
Muy distinto es nuestro entorno inmediato.
Claro que sufrimos problemas en la familia que son muy serios y nos causan grandes penas: la muerte o enfermedad de un pariente, la disputa con el cónyuge o los hijos, la dificultad financiera, profesional o sentimental. Pero en estos casos conocemos mejor los problemas, somos capaces de actuar con mayor información para enfrentar las dificultades o podemos actuar gradualmente.
Por otra parte, lo cercano nos afecta en su integridad. Una mala decisión de la economía doméstica recae enteramente sobre la familia. Una mala decisión gubernamental se reparte entre miles o millones de personas, y el costo para cada una es pequeño. Es racional dedicarle personalmente menos tiempo y recursos.
Además, hallamos la felicidad directamente en nuestras acciones y relaciones más personales: el amor entre la familia y los amigos, los éxitos profesionales o sociales, la satisfacción interior por alcanzar una meta o hacer el bien.
Por ello es natural que veamos lo público como negativo y lo propio como positivo. En las encuestas de opinión pública en nuestro país, cuando se pregunta por las expectativas de condición económica familiar futura, las respuestas son mucho más positivas que cuando se pregunta cómo será en ese mismo futuro la situación del país.
Los resultados de la Selección de Fútbol han cambiado esa condición. Ahora lo macro es lo más positivo.
Por eso estamos con justa razón todos tan contentos y agradecidos con los jugadores, el Sr. Pinto y nuestros federativos.


Miguel Ángel Rodríguez
 

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