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Nos enseñó con su vida

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 02 junio, 2014


Dios me dio el privilegio de gozar de su afecto y de que Guillermo (Vargas Salazar) quisiera recibir el mío


Nos enseñó con su vida

Guillermo Vargas Salazar. Lo conocí cuando trabajamos juntos en la campaña de 1986 y desde entonces mi respeto y cariño por Guillermo han crecido siempre.
Dios me dio el privilegio de gozar de su afecto y de que Guillermo quisiera recibir el mío. Así tuve el gusto de conocer a su familia y disfrutar de la fuerza de su relación familiar, que en los dolores y las alegrías nos brindó siempre ejemplo de vida cristiana.
Le pedí que me acompañara en una de las mayores y más difíciles responsabilidades del gobierno, el Ministerio de Educación. Lo conocía como un maestro consagrado a la excelencia, lleno de amor por sus estudiantes, de grandes virtudes intelectuales y morales, enamorado de la enseñanza de las matemáticas, de su Liceo de Costa Rica, de las universidades y de la justicia social. Además sabía de su ejecutoria como Presidente Ejecutivo del INA y en el Museo de los Niños.
Fue un ministro ejemplar.
Gracias a él se dio un inmenso salto del 45% en la escolaridad de secundaria, que era imprescindible por el grave deterioro sufrido por la crisis de inicios de los 80 con la que perdimos un 20% de cobertura. Coordinó las acciones del MEP con FONABE y centró las nuevas becas en alumnos de sétimo y de noveno año, que era cuando se daba la mayor deserción.
Además se cuadruplicó el número de becas al mismo tiempo que se triplicó el monto promedio de cada una. Estableció el programa Nuevas Oportunidades Educativas que logró traer a las aulas a miles de estudiantes que las habían abandonado.
Pudo implementar, gracias a una admirable combinación de firmeza y respetuoso diálogo, el año escolar de 200 días que la crisis de inicios de los 80 había reducido de 216 a menos de 170 días por año.
Se empeñó en un programa de valores para influir positivamente en la formación de niños y de jóvenes y se estableció —de acuerdo con la Iglesia— un programa de formación en educación sexual para los maestros y guías para la enseñanza de sexo, vida en amor y familia.
Inició la educación materno-infantil para niños y niñas de cuatro a cinco años, a la vez que incrementó en casi una tercera parte la matrícula de preescolar.
La carencia de aulas había sido una constante negativa de nuestro sistema educativo. Se hacían licitaciones por cientos de aulas diseminadas por todo el país, lo que implicaba altísimos costos de construcción y la erección de pocas unidades. Se cambió transfiriendo los recursos a las Juntas de Educación y con ello los costos se redujeron en más de una tercera parte y se logró triplicar el número de aulas construidas, llegando a 6.048 en el cuatrienio.
Tuvo un infarto masivo muy fuerte durante su gestión ministerial y los médicos incluso me dijeron que posiblemente no podría volver a trabajar. Pero con su voluntad de hierro terminó con el mayor éxito su Ministerio y le brindó 15 años adicionales de grandes aportes al país, en SINAE y en el Consejo Superior de Educación, además de directamente con sus alumnos.
Pido a Dios que la paz reine en el corazón de Flor, Carmen Eugenia, Carlos, Guillermo y María Esther, y que esa paz sea igual de inmensa que el justo orgullo por los méritos de su esposo, padre y hermano.

Miguel Ángel Rodríguez

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