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EDITORIAL


Misión incumplida

| Miércoles 28 marzo, 2012





El editorial gráfico que este medio publicó ayer, ejemplifica una de muchas cosas en las cuales el Estado incumple

Misión incumplida

Se le exigen muchas cosas al ciudadano y en la medida en que eso sea razonable, justo y contribuya al bien común, es bueno porque mejora la cultura, el comportamiento de la colectividad. Todo lo que hagamos bien nos beneficia de modo personal y también como sociedad.
Pero del mismo modo se les debe exigir a las instituciones del Estado. Estas y sus funcionarios están ahí, sostenidos por todos, para cumplir con una misión. En la medida en que lo hagan bien se beneficiará la comunidad nacional y si lo hacen mal esta sufrirá las consecuencias.
Ambas deberán responder por su comportamiento.
Solo si sociedad civil e instituciones llegan a ese sano equilibrio, un país puede avanzar hacia un futuro exitoso no solo en lo económico sino también en el mejoramiento ético y moral de su condición humana, como forma de garantizar un verdadero avance sostenible en todas las áreas.
Es por ello que resulta tan lamentable que en Costa Rica nos hayamos desviado actualmente del camino hacia ese equilibrio. El editorial gráfico que este medio publicó ayer, ejemplifica una de muchísimas cosas en las cuales el Estado incumple. También en aspectos vitales como la salud los gobernantes han permitido y a veces fomentado el incumplimiento de lo que manda la ley.
Nadie que conserve un mínimo de los mejores valores humanos puede mirar hacia otro lado intentando obviar la cantidad de necesidades insatisfechas que enfrentan los ciudadanos hoy a causa de la mala dirección y gestión de las administraciones.
A pesar de esto y moviéndose ya ciertos aires que serán aprovechados al máximo para lo único que se hace con entusiasmo y gran esfuerzo, la campaña política para acceder al poder, no faltan frases viejas que repitan antiguas promesas incumplidas.
Sin embargo la realidad hoy parece diferir a la del pasado más reciente. Es posible que se necesiten más que gastadas ofertas para mover la voluntad de un votante ya hastiado de sufrir las consecuencias de la falta de cumplimiento del Estado.
Por otro lado, la propia sociedad civil deberá tomar, en algunos casos, de la medicina que receta.
Recordemos que no hay corruptos sin corruptores, que no hay ríos sucios sin gente que los ensucie, que no hay malos gobernantes sin electores que les den su voto, que al mejoramiento se llega únicamente por el camino propio hacia lo correcto.






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