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La prohibición a la comida chatarra

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 22 febrero, 2012



La prohibición a la comida chatarra

Los llantos de los propietarios de las sodas en las escuelas y colegios y de los productores de comida chatarra no se dejaron esperar después de la decisión de la Sala IV de rechazar su recurso de amparo en contra de la decisión del Ministerio de Educación Pública (MEP) de prohibir la venta de productos nocivos para la salud de los menores en sus instalaciones.
Ahora las sodas se tendrán que abocar a vender naranjas dulces peladas en las maquinitas de antaño, semillas de marañón en bolsitas, frescos naturales, mamones, leche, melcochas, cubitos de papaya, de melón y de sandía en vasos de plástico, mandarinas, limón dulce, elotes, gallo pinto, empanaditas de queso calientitas y tantos productos más que se distinguen por su frescura, sus calorías naturales, y su ausencia de sodio y de ingredientes fabricados.
Era mucho más fácil y posiblemente más rentable para el propietario de la soda comprar y luego vender una caja llena de paquetitos envueltos en plástico de comida chatarra caracterizada por sus calorías vacías y su propensión a engordar al consumidor.
Sin duda ninguna son ricos al paladar estos productos, pero su valor nutritivo es mínimo, y sirven para provocar el consumo de ingredientes de dudoso valor para cuerpos que necesitan crecer de forma sana.
El cambio implica sacrificio y reingeniería en las sodas, pero al final serán los menores educandos los beneficiarios.
A los turistas que visitan Costa Rica les encantan las comidas frescas que abundan en el país. Como me dijo una de ellas: “aquí los tomates tienen sabor, el pollo no está engrosado con esteroides, la fruta se madura en los palos. No saben lo dichosos que son de poder comer así todo el tiempo”.
Además de las playas, los bosques, volcanes y el pueblo simpático, uno de los atractivos más importantes para los visitantes es la comida fresca.
El problema es que no se ha estado comiendo comidas frescas y naturales en las escuelas y colegios y se comienza a notar una tendencia hacia la obesidad entre los menores. Según publicación de la Revista Costarricense de Ciencias Médicas uno de cada cinco está en esas condiciones de sobrepeso, más mujeres que hombres.
Si la tendencia se mantiene se abre la puerta a una epidemia de problemas de salud en el futuro. La calidad de vida de estas personas no será la mejor y su productividad y felicidad será truncada por los problemas que tendrán.
Si en los hogares de los educandos los padres les quieren dar comida chatarra, están en derecho de hacerlo, pero normalmente no es allí donde se da la mayor parte del consumo de estos productos.
A los jóvenes se les da un dinerito para comprar una merienda y lo que han encontrado estos en las sodas son estas comidas que no son sanas para ellos. Tiene toda la razón el MEP de preocuparse y de querer controlar lo que se ingiere en los centros educativos.

Carlos Denton
cdenton@cidgallup.com

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