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Jueves, 28 de marzo de 2024



FORO DE LECTORES


La enfermedad del Presidente

| Sábado 05 mayo, 2012


Con el lector
La enfermedad del Presidente

Las sonrisas, los besos, los aplausos, los abrazos efusivos han ido desapareciendo poco a poco. Una nube oscura, muy oscura, se ha venido posando sobre Zapote y la alegría que hace dos años invadía a Laura Chinchilla de ser la primera mujer en alcanzar la Presidencia, parece haberse ido borrando de su rostro.
Tengo rato de no verla sonreír en sus apariciones en televisión. El semblante le ha cambiado. Yo diría que ha adquirido la enfermedad que también ha contraído la mayoría de los presidentes, desde que tengo memoria: La enfermedad de los presidentes solos.
La sufrió José María Figueres, cuando de un solo golpe tuvo que pedir la renuncia de todo su gabinete. Borrón y cuenta nueva porque las cosas no salían como quería.
Miguel Angel Rodríguez tampoco tuvo escape. Encontró en el ejercicio la válvula que lo mantuvo con fuerza hasta el final, pero terminó convencido de que el país necesitaba una reforma política de raíz. Laura ha comenzado a pensar parecido, con su propuesta de junta de notables.
¿Y qué me dicen de Abel Pacheco, que no más arrancando ya estaba abrazando a su compañero de fórmula Luis Fishman? Su conocimiento de la psiquis humana lo mantuvo cuerdo hasta el final, aunque no por eso desgastado y con uno que otro susto que lo llevó al hospital. El resultado: que los proyectos problemáticos, como el Cafta, quedaran para el que viniera.
Nueve compañeros de equipo, personas de la más alta confianza de Laura Chinchilla, nueve figuras llamadas a ayudarle al país porque en su momento las consideró idóneas para hacerlo, han mordido ya el polvo en menos de dos años de administración… ¿le fallaron a Laura y al país?...
El problema de ser presidente va más allá de simplemente elegir mal, o de que nuestros amigos “nos salgan güeros”. Hay padecimientos de fondo que hay que atacar, pero nadie se atreve a proponerlo (política y electoralmente no es viable, pero tarde o temprano será necesario).

Comisionitis. Cada vez que un gobernante tiene temor de tomar decisiones o desconocimiento del tema, llama a una comisión investigadora. El tema se dilata, las aguas vuelven a su nivel y el escándalo pasa. Cuando vienen las recomendaciones, ya no es necesario tomar decisiones.
Renuncias como premio. Se despide —o lo que está de moda, pedir renuncias— a los ministros a sabiendas de que hicieron algo mal, que quizás incumplieron la ley o utilizaron su cargo para aprovecharse políticamente. Es fácil pedir las renuncias pero nunca o casi nunca se sientan responsabilidades. ¿Cuántos ministros han ido al Ministerio Público? ¿Cuántas investigaciones ha iniciado el Fiscal por su cuenta? Dejo la pregunta abierta par ver si alguien me ayuda a responderla.
En arca abierta… Los casos de corrupción que han encontrado la luz, ocurrieron por algo. Se ha descubierto una forma de ganar licitaciones más fácil, de tentar al funcionario público, y hasta que la legislación no cambie y se aplique, las cosas no cambiarán. Estado monstruo. El Estado se ha vuelto un gran hecatónquiro, mucho más fuerte y poderoso que cualquier presidente. Hasta que no llegue alguno, lo reforme y lo convierta en algo eficiente, no perdonando al vago, seguirá siendo fácil en este país ver pasar y pasar gobernantes con menos gloria que pena.
Y la lista puede seguir…

Gran razón tenía José Miguel Corrales, cuando dijo que aquí había que hacer borrón y cuenta nueva… Constituyente, intervención del Poder judicial, todo. Por algo no volvimos a verlo en la vida política

Luis Valverde
lvalverde@larepublica.net










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