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EDITORIAL


Jefes y jerarcas: ¿para qué?

| Miércoles 16 mayo, 2012





Si los controles se dieran de forma preventiva, si cada jefatura cumpliera con su deber, no tendríamos los presuntos malos usos de los fondos públicos que tenemos

Jefes y jerarcas: ¿para qué?

La fuerte tormenta que agita al Conavi por el presunto mal manejo de recursos públicos durante la construcción de la carretera fronteriza 1856 Juan Rafael Mora, no puede interrumpir nada de lo relacionado con la construcción de obra pública que tanto urge a este país. Todo debe continuar.
La investigación iniciada deberá seguir su curso para esclarecer cualquier sospecha relacionada con funcionarios públicos y con empresas privadas. Es decir, con supuestos otorgadores y receptores de dádivas indebidas. Y paralelamente las obras han de seguir, como lo ha ordenado la presidenta Chinchilla.
Sin embargo, los últimos hechos, que no hacen más que sumarse a otros, ponen de manifiesto con toda claridad, dónde está uno de los más graves problemas que enfrenta el país, porque no solo se desvían hacia manos particulares dineros de los costarricenses que pagan impuestos, sino que esto genera, como es lógico, una fuerte desconfianza que propicia ingobernabilidad.
Es de la máxima urgencia que se tomen las medidas que siempre debieron existir para que cualquier obra o servicio llevados a cabo por medio de las entidades públicas, se realicen con el debido control por parte de todos los actores de la cadena de mandos hasta la máxima jerarquía.
Si estos controles se dieran como corresponde, de forma preventiva, si cada jefatura cumpliera con su deber, no tendríamos un día sí y otro también las desastrosas sorpresas de presuntos malos usos de los fondos públicos, muchos de los cuales aún estamos a la espera de que nos digan cómo fueron resueltos y quién asumió la responsabilidad que le cabe.
En el caso de la carretera 1856 Juan Rafael Mora, era más que obvio que por realizarse mediante una declaratoria de emergencia nacional, cosa que eximía de seguir los pasos habituales para la construcción de obra pública, debía, junto a la orden de inicio de los trabajos, darse la de especial y estricto control para verificar día a día, que ni un céntimo pudiera ser mal utilizado o desviado. Es evidente que no se hizo a pesar del fuerte tufo a descomposición que lamentablemente ensucia a la Costa Rica de hoy.
Lo que esperamos es que la mala experiencia enseñe al menos que, a partir de hoy, estos controles se deben exigir y que cada quien deberá rendir cuentas permanentes a su superior en la cadena de mando, para acabar de una vez con esta clase de acontecimientos que tanto deterioran al país.






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