Cuentos chinos
| Miércoles 03 octubre, 2012
Con el Lector
Cuentos chinos
Había una vez, una hermosa princesa de volados vestidos y larga cabellera que danzaba en verdes prados en una tierra mágica, donde la bondad y el progreso…no, así no… no se trata de un cuento de hadas.
Erase una vez una bruja malvada que reinaba en la oscuridad de una nación sin rumbo. Afiladas sus uñas y de cruel carcajada, se sentaba en su trono a buscar cuál puente derribar o cuál… no, así tampoco… los hombres ya no creen en brujas.
Esta es la historia de una mujer, que aunque mujer, no habló de la mujer en su campaña. Ganó un día el derecho de dirigir a todo un pueblo, y no es cuento, pueblo que dos años después la culpaba de ser la peor de sus líderes.
Y es que este no era un pueblo que tragara cuentos, excepto los chinos, porque la gente no entendía su idioma y entonces así, sí era fácil que todo lo creyeran.
Y fue por eso que la liberación de la revisión vehicular se volvió puro cuento, como puro cuento ha sido la defensa de quienes consumen gasolina o la obediencia a ciertos informes de la Procuraduría de la Etica.
Cuenta la leyenda que hasta China un día la dirigente viajó, y acompañada de su séquito, la historia de un donativo escuchó, pero de vuelta en su tierra, la historia cambió.
No se sabe a ciencia cierta si los chinos, un cuento chino le metieron; o si fue ella que a su pueblo un cuento chino contó. Al final, de la plata quién sabe qué pasó, porque entre cuento y cuento, ni entre el séquito de ayudantes lograron contarlo igual.
Porque sí, había más de un cuento en esa novelística Tierra. Como la historia del cuentista, que olvidando que representaba a un Estado con religión oficial, compuso las más nefastas y maltrechas rimas contra la más valiosa exclamación al cielo, compuesta por el mismísimo Creador…
Pero qué importaban algunas cuantas blasfemias, escondidas tras la figura literaria de una obra. Si de todas formas, aquí solo se comen cuentos chinos, y en oro, Buda pesa más que Jesús.
¿Que no?
Reza el cuento que desde un tiempo atrás la historia china ha comenzado a construirse en esta Tierra de tragicomedias. Primero en estadios y luego en contratos de telefonía, pronto en carreteras, en refinerías y hasta en barrios.
No es cuento, aunque no sabemos si todo el cuento está contado, o si también hay cuentos chinos de por medio. Total, estos son los cuentos que este pueblo sí se traga, porque no los entendemos.
Y si alguien pregunta, olvídelo. A la líder no le gusta hablar. Cuando el cuento empieza por princesas de volados vestidos hasta fotos pide, pero si es de brujas en tierras sin rumbo, de su escondrijo no saldrá. Así, es posible que más de un cuento no tenga todavía un final.
Luis Valverde
lvalverde@larepublica.net
Cuentos chinos
Había una vez, una hermosa princesa de volados vestidos y larga cabellera que danzaba en verdes prados en una tierra mágica, donde la bondad y el progreso…no, así no… no se trata de un cuento de hadas.
Erase una vez una bruja malvada que reinaba en la oscuridad de una nación sin rumbo. Afiladas sus uñas y de cruel carcajada, se sentaba en su trono a buscar cuál puente derribar o cuál… no, así tampoco… los hombres ya no creen en brujas.
Esta es la historia de una mujer, que aunque mujer, no habló de la mujer en su campaña. Ganó un día el derecho de dirigir a todo un pueblo, y no es cuento, pueblo que dos años después la culpaba de ser la peor de sus líderes.
Y es que este no era un pueblo que tragara cuentos, excepto los chinos, porque la gente no entendía su idioma y entonces así, sí era fácil que todo lo creyeran.
Y fue por eso que la liberación de la revisión vehicular se volvió puro cuento, como puro cuento ha sido la defensa de quienes consumen gasolina o la obediencia a ciertos informes de la Procuraduría de la Etica.
Cuenta la leyenda que hasta China un día la dirigente viajó, y acompañada de su séquito, la historia de un donativo escuchó, pero de vuelta en su tierra, la historia cambió.
No se sabe a ciencia cierta si los chinos, un cuento chino le metieron; o si fue ella que a su pueblo un cuento chino contó. Al final, de la plata quién sabe qué pasó, porque entre cuento y cuento, ni entre el séquito de ayudantes lograron contarlo igual.
Porque sí, había más de un cuento en esa novelística Tierra. Como la historia del cuentista, que olvidando que representaba a un Estado con religión oficial, compuso las más nefastas y maltrechas rimas contra la más valiosa exclamación al cielo, compuesta por el mismísimo Creador…
Pero qué importaban algunas cuantas blasfemias, escondidas tras la figura literaria de una obra. Si de todas formas, aquí solo se comen cuentos chinos, y en oro, Buda pesa más que Jesús.
¿Que no?
Reza el cuento que desde un tiempo atrás la historia china ha comenzado a construirse en esta Tierra de tragicomedias. Primero en estadios y luego en contratos de telefonía, pronto en carreteras, en refinerías y hasta en barrios.
No es cuento, aunque no sabemos si todo el cuento está contado, o si también hay cuentos chinos de por medio. Total, estos son los cuentos que este pueblo sí se traga, porque no los entendemos.
Y si alguien pregunta, olvídelo. A la líder no le gusta hablar. Cuando el cuento empieza por princesas de volados vestidos hasta fotos pide, pero si es de brujas en tierras sin rumbo, de su escondrijo no saldrá. Así, es posible que más de un cuento no tenga todavía un final.
Luis Valverde
lvalverde@larepublica.net