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¿Cambio o reforma de modelo?

Miguel Angel Rodríguez marodrige@gmail.com | Lunes 20 agosto, 2012



Disyuntivas
¿Cambio o reforma de modelo?


A mediados de la década de los ochenta adoptamos un modelo de desarrollo sustentado en la promoción de exportaciones y la inversión directa extranjera, para así enfrentar la gran crisis económica que entonces sufríamos.
En los últimos meses se ha generado discusión, en diferentes foros, sobre los costos y beneficios de esa pauta. En este debate participé, en una sesión de Ecoanálisis y con varios artículos en el Foro de La República.
Mi tesis es que en la esencia misma del modelo se encuentra el germen de su deterioro por el creciente costo que implican los subsidios y las asignaciones ineficientes de recursos productivos, que aumentan con el propio éxito del modelo.
Es decir, de manera muy similar aunque mucho menos pronunciada, a lo que vivimos con el modelo de industrialización por sustitución de importaciones.
Otras personas han señalado que más bien lo que ocurre es que habiendo avanzado muy exitosamente en nuestra inserción al mundo externo, ahora lo que nos beneficiaría no es seguir en esa dirección (tratados de libre comercio, disminución de aranceles y trabas, apertura adicional de la cuenta de capital de la balanza de pagos) sino dedicarnos a aumentar la productividad.
No se trata de cambiar de pauta ni de negarnos a avances en la apertura, sino de hacerle algunos afinamientos y fijar distintas prioridades.
La diferencia entre ambas tesis radica en la concepción subyacente del modelo actual. Quienes consideran que es simplemente introducir algunas mejoras para sacarle mayor ventaja, pareciera que lo identifican como una pauta de apertura al comercio exterior. Esa es su característica más general y más distintiva de la anterior de sustitución de importaciones.
En tanto, quienes consideramos que se trata de sustituir el modelo por otro basado en eficiencia lo identificamos por sus características más específicas: no ser neutro entre el mercado doméstico y el internacional y no ser neutro entre ahorro nacional y extranjero sino promover en ambos casos la opción externa.
De ninguna manera, quienes consideramos los elementos más específicos y abogamos por cambiar el modelo, pensamos que se trate de dejar de lado la apertura a la economía internacional que es indispensable para cualquier esquema de desarrollo de una nación pequeña como la nuestra.
Sin esa proyección a la globalización sería impensable para Costa Rica un modelo basado en eficiencia y productividad. Shahid Yusuf y Kaoru Nabeshima acaban de publicar un trabajo auspiciado por el Banco Mundial sobre las causas del crecimiento rápido de: Singapur, Finlandia e Irlanda (Sifire), en el que se destaca el rol de los mercados internacionales y de la inversión directa extranjera como fuentes de demanda para los bienes producidos y de oferta de inversión productiva.
Es innegable el valor de la apertura comercial y del ahorro externo para acelerar el crecimiento económico de naciones pequeñas. Eso no se discute.
Pero, ¿cuánto tiempo más podremos buscar un crecimiento acelerado y compartido de nuestra producción por medio de privilegios a las exportaciones y a la inversión directa extranjera?

Miguel Angel Rodríguez

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