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3 grandes preguntas que deja la ofensiva israelí en el sur de Gaza

Paula Rosas - BBC News Mundo | Sábado 09 diciembre, 2023


Heridos en un hospital de Jan Yunis.
Getty

El enfrentamiento entre Israel y Hamás ha cumplido dos meses y se ha convertido ya el conflicto más largo y devastador que ha sufrido la Franja de Gaza hasta la fecha.

Después de ocho semanas de bombardeos y combates, el ejército israelí ha empezado a avanzar hacia el sur, provocando el éxodo de cientos de miles de personas, que están viviendo en condiciones extremas.

Intensos combates tienen lugar en los bastiones de Hamás tanto en el norte como en el sur, y el fin del conflicto, que ha dejado ya más de 17.000 muertos en Gaza (entre ellos unos 7.000 niños) según el ministerio de Salud de ese territorio, no parece estar cerca.

Se estima que 137 rehenes israelíes, de los 245 que Hamás secuestró el pasado 7 de octubre, cuando atacó el sur de Israel y mató a unas 1.200 personas, permanecen en Gaza, sin que haya planes por el momento para llegar a un acuerdo que los libere.

Desde la guerra contra Hezbolá en 2006, Israel no había librado un conflicto tan largo e intenso, y que deja muchas preguntas en el aire, como qué busca conseguir en esta segunda fase de su ofensiva, hasta cuándo durará la guerra o qué pasará el día después.

Soldados israelíes en Gaza.
FDI
El ejército israelí sigue combatiendo a Hamás en el norte de Gaza y ha expandido sus operaciones hasta el sur.

1. ¿Cuál es la estrategia en el sur?

Israel reanudó el pasado 1 de diciembre los bombardeos en Gaza y la operación terrestre que inició en el norte de la Franja y que ha ido desplazando progresivamente hacia el sur.

Los combates se concentran principalmente en la ciudad de Jan Yunis, donde el ejército israelí cree que se esconden algunos de los cabecillas de Hamás, entre ellos el líder en Gaza, Yahia Sinwar -su casa, dijo esta semana el primer ministro Benjamin Netanyahu, estaba rodeada-, y el jefe del brazo armado del grupo, Mohammed Deif.

Pero la ofensiva también continúa en el norte, que ha sido ocupado por las tropas israelíes, principalmente en el campo de refugiados de Yabalia y en los barrios de Zaytoun, Shejaiya, Al-Daraj, y Al-Tuffah de la ciudad de Gaza, según el corresponsal de la BBC Rushdi Abu Alouf, quien considera que la guerra ha entrado en “una etapa más compleja”.

Cientos de miles de personas siguen viviendo en estas zonas, por lo que la posibilidad de que se sigan produciendo muertes civiles es muy alta.

La guerra ha entrado en una nueva fase pero, según señala a BBC Mundo Eitan Shamir, director del Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos, adscrito a la universidad Bar Ilan de Israel, “los objetivos no han cambiado, Israel sigue buscando destruir Hamás, a sus líderes, sus arsenales y matar tantos terroristas como pueda encontrar”.

Pero sí hay un cambio, admite, debido a la presión de Estados Unidos para que evite la muerte de civiles: “Israel está siendo más cuidadoso en sus bombardeos que en el norte”.

Para ello ha puesto en marcha un polémico y complicado sistema de mapas en internet en el que el ejército avisa de las zonas que va a bombardear pero que, según las organizaciones de derechos humanos y agencias de ayuda humanitaria que trabajan en Gaza, es poco realista y no está funcionando.

Ni siquiera Washington está convencido de ello.

Existe una “brecha”, denunció esta semana secretario de Estado de EE.UU., Anthony Blinken, entre la intención de Israel de proteger a los civiles y “los resultados reales que estamos viendo sobre el terreno”.

Mapa de las zonas humanitarias de Gaza.
BBC

Jan Yunis es prueba de ello.

La ciudad, que había acogido a cientos de miles de refugiados del norte de la Franja, así como a muchos de los heridos que fueron trasladados de los hospitales de la ciudad de Gaza, se encuentra en una situación desesperada.

Sus hospitales están completamente desbordados, con sus médicos durmiendo en chabolas hechas con plásticos a las puertas del centro médico y sin apenas nada que comer, como admitió uno de los doctores del hospital Europeo al corresponsal diplomático de la BBC, Paul Adams, a quien dijo que apenas recibían unas galletas al día y algunas latas.

La distribución de alimentos, medicinas, mantas y otros productos de primera necesidad se ha vuelto una empresa casi imposible. La comida escasea y algunas personas han llegado a pagar US$135 por un saco de harina.

Los programas de ayuda de la ONU, ha denunciado su jefe de ayuda humanitaria, Martin Griffiths, ya no están operativos, no solo porque no entra la ayuda necesaria, sino porque la falta de lugares seguros impide su distribución.

Esto significa que “si estás planeando una entrega humanitaria en Gaza hoy, debes planificar teniendo en cuenta la probabilidad de que sea interrumpida, que pueda ser atacada, que pueda ser saqueada, que pueda ser detenida, que pueda desviarse, que tal vez no tenga éxito", ha dicho esta semana.

Con el desplazamiento de los combates a Jan Yunis, el ejército israelí está pidiendo a sus residentes que se desplacen más al sur, a la localidad de Rafah y a una estrecha franja costera que Israel ha designado como “zona humanitaria”, conocida como Al Mawasi.

Pero esta supuesta zona humanitaria es apenas, según el portavoz de Unicef en Gaza, James Elder, pequeñas parcelas de tierra estéril, que “no tienen agua, ni instalaciones, ni refugio contra el frío, ni servicios sanitarios”.

Según la ONU, unas 600.000 personas se encuentran bajo orden de evacuación en el sur y la sensación general es que ya no hay adonde ir.

Pero la guerra, todo parece indicar, continuará el próximo año. La operación militar israelí, estiman fuentes en EE.UU. y en Israel, se prolongará en su forma más intensa al menos hasta enero.

A partir de ahí, analiza Shamir, se iniciará una nueva etapa, que podría durar meses:

“Va a ser una operación de limpieza, en la que el ejército se va a asegurar de que no queda resistencia y que se encuentran los arsenales de Hamás, entre otras cosas. Además, está la cuestión de los túneles, que es muy complicada, porque puede que los rehenes estén ahí”.

Una mujer con un niño muerto.
Getty
Según las autoridades sanitarias de Gaza, el 70% de las víctimas son mujeres y niños.

2. ¿Quién va a gestionar Gaza tras la guerra?

Esta es una de las cuestiones a las que, hasta la fecha, ha sido imposible responder.

Israel ha repetido en multitud de ocasiones que su principal objetivo en Gaza es acabar completamente con Hamás y, al menos en las primeras semanas de la guerra, las autoridades israelíes aseguraban que no tenían intención de volver a ocupar la Franja, a pesar de que algunos miembros de extrema derecha del gobierno sí lo contemplaban como una posibilidad.

La ocupación de Gaza desde 1967 hasta 2005 fue costosa e impopular, e Israel no quiere, aseguran los corresponsales de la BBC en el país, tener que encargarse de la gestión del territorio.

Una de las opciones que han barajado diferentes observadores internacionales es que la Autoridad Nacional Palestina, que gestiona territorios limitados en Cisjordania, y que se vio obligada a abandonar Gaza tras un breve y sangriento enfrentamiento con Hamás en 2007, se haga cargo de la Franja.

Pero la ANP, cuya popularidad está en niveles mínimos, no está dispuesta a que se perciba que llegan a Gaza a espaldas del ejército israelí, y ha dejado claro que para hacerse cargo de la Franja tendría que haber primero un compromiso político para Cisjordania y una solución global de paz dentro del marco de los dos Estados.

Otra de las posibilidades que han mencionado distintas voces desde Israel es la opción de que una fuerza internacional asuma la responsabilidad.

Sin embargo, esta semana Benjamín Netanyahu insistió en que Gaza debe ser desmilitarizada tras la guerra, algo que solo puede ser encomendado al ejército israelí.

Según Netanyahu, las fuerzas internacionales no han sido efectivas a la hora de desmilitarizar otras zonas donde existen fuerzas hostiles a Israel, por lo que no piensa aceptar tal solución para Gaza.

Cientos de personas esperan para recibir alimentos.
NurPhoto/Getty
Más de la mitad de las viviendas de Gaza, gran parte de su infraestructura y economía han quedado destruidas.

Israel, asegura Eitan Shamir, quiere garantías de que la Franja no supone una amenaza militar, y mantendrá allí sus fuerzas el tiempo necesario para lograrlo, pero no está interesada en gestionar el día a día de sus 2,3 millones de habitantes.

“Israel no quiere tener que asegurarse de que los niños van al colegio y de que las escuelas abren a las 8, de que se recoge la basura o se depura el agua”, afirma el investigador israelí, quien reconoce que es difícil responder a la pregunta sobre quién se va a encargar de hacerlo: “Por el momento, nadie lo sabe”.

Son muchos los que critican a Israel por no haber preparado un plan para el día después de la guerra.

Sin embargo, señala el director del Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos, “cualquier plan que proceda de Israel para que otros lo lleven a cabo será visto con desconfianza, y se pensará que quien controle Gaza lo estará haciendo en nombre del interés israelí”.

La tarea tras la guerra será inconmensurable y será necesaria una gran inversión para reconstruir la Franja. En octubre de 2014, tras la guerra de ese verano, los donantes internacionales, muchos de ellos países del Golfo Pérsico, prometieron una lluvia de US$5.400 millones. Una parte importante de ese dinero, no llegó, sin embargo, a materializarse.

Las necesidades tras esta nueva guerra, en la que ya se ha destruido más de la mitad de las viviendas de la Franja y gran parte de sus infraestructuras, serán aún mayores aunque, por el momento, no se han escuchado promesas de ayuda.

Pero esas potenciales compromisos para la reconstrucción no significan que esos países árabes quieran hacerse cargo de la gestión de la Franja.

Es poco probable que los países árabes acepten ese papel, asegura Nathan Brown, profesor de Ciencias Políticas y Asuntos Internacionales en la Universidad de Georgetown, ya que “nunca quisieron hacerse responsables de Gaza”.

Según escribe el analista en una publicación para el Carnegie Endowment for International Peace, tampoco querrán unirse “para solucionar un problema que consideran que ha causado la imprudencia de otros”.

Campamento de refugiados en Rafah.
Reuters
La ONU estima que 1,8 millones de palestinos, de los 2,3 millones que viven en GAza, se han visto desplazados por la guerra.

3. ¿Qué puede pasar en la frontera con Egipto?

Con la población de Gaza empujada cada vez más al sur de la Franja en condiciones insostenibles, la presión sobre la frontera con Egipto se ha vuelto extrema.

Según relata el corresponsal de la BBC en Gaza, Adnan El-Bursh, decenas de miles de personas se agolpan en la ciudad de Rafah, que se ha convertido en un gran campo de refugiados, donde no hay electricidad, comida y donde los cortes de agua son constantes.

"El orden civil se está desmoronando en Gaza", ha advertido Thomas White, director para Gaza de la UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo, en una publicación en X (antiguamente Twitter).

Según el funcionario, la sociedad de la Franja se encuentra al borde "del colapso total", y se siente la inseguridad, "especialmente después del anochecer - algunos convoyes de ayuda están siendo saqueados y vehículos de la ONU apedreados".

El tránsito por el paso de Rafah, el único que no controla directamente Israel aunque su apertura está vinculada a su visto bueno, está muy restringido.

Hasta la fecha, han podido salir por él extranjeros y palestinos con doble nacionalidad y algunos heridos, mientras que la ayuda humanitaria que ha entrado está muy por debajo de las necesidades urgentes de la Franja.

Diferentes responsables israelíes han insinuado en varias ocasiones que los palestinos de Gaza podrían refugiarse en la península del Sinaí, algo que Egipto quiere evitar a toda costa.

“Una de las hipótesis que se barajan sobre lo que Israel está intentando hacer en Gaza es que quiera vaciar el territorio de la Franja para colonizarlo y empujar a la población hacia Egipto”, argumenta a BBC Mundo Ibrahim Awad, director del Centro de Estudios de Migraciones y Refugiados de la Universidad Americana de El Cairo.

Awad lo describe como una “tragedia en tres actos”: las expulsiones de 1948, conocida como la “Nakba”, tras la proclamación del Estado de Israel, las de 1967, tras la guerra de los Seis Días “y ahora la expulsión de lo que queda del pueblo palestino”.

Esto supondría “una catástrofe humanitaria, ya que Egipto no tiene la capacidad de acoger a cientos de miles de personas de repente pero además complicaría aún más la cuestión palestina, algo en lo que Egipto no quiere participar”, señala el profesor.

En 2008, desbordados por el bloqueo al que Israel sometió a la Franja, milicianos de Hamás volaron partes del muro de separación entre Gaza y Egipto y permitieron que cientos de miles de palestinos penetraran en el Sinaí para comprar comida, combustible y todo tipo de suministros.

Awad asegura que no se puede descartar que algo así vuelva a suceder, “pero lo importante es que los palestinos en 2008 regresaron a Gaza, no querían quedarse en Egipto, pero la cuestión ahora es si les permitirían volver a su tierra”.

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