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FORO DE LECTORES


¡Urria! ¡A paguitos!

| Lunes 06 marzo, 2017


¡Urria! ¡A paguitos!

Hace algunos días a través de los medios de comunicación colectiva, fuimos notificados de que una importante empresa, dedicada a la venta de productos electrodomésticos se encontraba en dificultades financieras, lo que les había obligado a recurrir ante los tribunales de justicia para acogerse al trámite de cesación de pagos buscando, al amparo de la norma legal, una restructuración de sus pasivos que, según se informó, superan la módica cantidad de ¢34 mil millones.

Como corolario de lo anterior, días después, el gerente de dicha empresa, en una entrevista de prensa, manifiesta que la gestión financiera de la empresa generó problemas de liquidez debido a un alto crecimiento geográfico del negocio y un aumento en el financiamiento de sus clientes. En primer lugar, debemos agrupar dos actividades distintas de la gestión empresarial: la comercial y la financiera.
Es conveniente, entonces, identificar la causa que genera estos problemas de liquidez en la empresa y explicar a los costarricenses cuáles son las lecciones aprendidas hasta el momento en este nuevo caso con deudas recomendadas por comités de crédito por un monto de $61,5 millones, de los cuales $29,5 millones corresponden a deuda bancaria, bancos públicos ($16,1 millones) y privados ($13,4 millones).

La ejecución de la estrategia empresarial escoge la manera como se va a ejecutar el plan de negocios que ha establecido la junta directiva de la empresa y en este caso, para cualquier conocedor de gestión empresarial, es entendible y previsible que el alto crecimiento comercial, reflejado en los flujos de caja presentados a bancos y socios, requerirá un adecuado fondeo de recursos con calces de plazos en obligaciones de corto y largo plazo.

La empresa debe separar los riesgos del negocio, comercial y financiero, y gestionar adecuadamente cada una de sus actividades. El área de ventas a plazos se transforma en una entidad financiera per se; por lo tanto, la rentabilidad de este tipo de comercio se explica, en parte, por la rotación normal de ventas de sus electrodomésticos y todo lo que se pueda vender en cuotas, por lo cual se requiere la separación de dichos riesgos comerciales para que la operación no dependa de las actividades de financiamiento. Uno de los competidores importantes en este sector ya presentó su solicitud a SUGEF para convertirse en una financiera que ofrezca planes y captar recursos de terceros. Esta es una señal positiva de la madurez del mercado de que estas actividades financieras deben operar a la luz de la normativa vigente para ello.

El problema de liquidez no se trata de una situación contracíclica que afectó su desempeño, sino de falta de previsión del negocio y un adecuado análisis de los riesgos de su negocio y su respectiva mitigación. Como bien sabemos, un adecuado gobierno corporativo debería identificar, medir, controlar y monitorear a tiempo los riesgos a los que está sujeta la empresa, basado en guías estratégicas y planes de negocio.

Existe, además, una cuota de responsabilidad por parte de los comités de crédito que otorgaron estas facilidades de financiamiento y debieron dar un adecuado seguimiento al análisis de los flujos de efectivo con que aprobaron dichos préstamos para no extender más el problema si al lado de la apertura de más puntos de venta, no se veía el cumplimiento de las proyecciones financieras que sustentaron su decisión y explican el problema de liquidez.

¿Cómo se controlaron las operaciones de financiamiento con amigos y proveedores que alcanzaron $32 millones (108% la deuda bancaria)?
La empresa somete ahora su solución de liquidez a un Juzgado Concursal para realizar una estructuración de pasivos, pero ¿qué significa eso para la fuerza trabajadora del mejor país del mundo?
En primer lugar, salen en su defensa los bancos públicos y privados al indicar que cuentan con suficientes reservas para pasar por eventual pérdida los ¢16.800 millones que prestaron a esta empresa. Esto significa que una mayor cantidad de créditos vencidos debería conllevar un mayor margen de intermediación, como lo ha explicado el Banco Central (Ref. DEC-DIE-007-2011), y que el mayor costo de no recibir ingresos por esos créditos es trasladado a los consumidores de alguna otra manera.

Es decir, seguiremos pagando nuestros préstamos con tasas de interés altas, cuando con esos ¢16.800 millones podrían estar financiando al agricultor que no logró los resultados de su cosecha, al taxista que no pudo pagar su préstamo porque se enfermó, al padre o madre a quien le rechazaron su proyecto de emprendedurismo porque no tenía récord empresarial, y así podríamos seguir con ejemplos de vida no avalados por un comité de crédito.
No podemos decir que el monto es bajo, pues en agosto de 2016, el monto de reservas por malos créditos ascendía a ¢449.854 millones, los cuales reflejan un potencial deterioro de préstamos que pueden convertirse en pérdidas en los bancos y, por ende, no les permiten bajar las tasas de interés.

La lista podría ser interminable, pero con alto grado de correlación podemos explicar la situación actual de esta empresa de la siguiente manera:

. Se identifica un claro error de diseño en la estrategia del negocio.
. Podría existir una falta de sistemas de alerta y control que permitan conocer y mitigar los riesgos del giro del negocio.
. Parece confundirse el éxito empresarial con una amplitud acelerada del mercado.
. Se confunden la gestión empresarial comercial y la financiera.
. Hay señales de falta de prudencia a nivel de gobierno corporativo de la empresa.

Al final, entonces, procede ahora que el Juzgado Concursal permita aplicar su propia estrategia financiera “a paguitos” con los diferentes intermediarios financieros, proveedores y acreedores que ahora deberán ajustarse a los plazos de pago que permitan financiar el crecimiento y expansión geográfica de la empresa. La pregunta es si este bache, como lo indica su gerente, se termina aquí o debe realmente la empresa separar su giro comercial del financiero a efectos de que esta historia no se repita en el corto plazo.

¿Debería estar la solución solo en la parte de los acreedores o los intermediarios financieros también solicitarán a los socios incrementar su cuota de riesgo y realizar un importante aporte de capital para ser parte de la solución del problema generado por una inadecuada gestión empresarial?

Por último, es un llamado de atención a la Superintendencia General de Entidades Financieras, en el sentido de identificar preventivamente las actividades de intermediación financiera en el mercado, así como una oportuna intervención a los créditos aprobados por las juntas directivas de los bancos que muestren señales de deterioro, los cuales terminarán engrosando el margen de intermediación financiera que, al final, se convierte en una carga más para todos los costarricenses.

Gerardo Sánchez Cordero
MBA






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