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El eclipse del miércoles

Alvaro Madrigal cuyameltica@yahoo.com | Jueves 16 julio, 2009



De cal y de arena
El eclipse del miércoles

Este miércoles 22 de julio de 2009 habrá un eclipse total de Sol. No será un eclipse más de los tantos habidos pues por su duración —6 minutos y 39 segundos— será el mayor eclipse total de Sol del siglo XXI. El espacio de afectación directa de esta fenómeno está muy lejos de nosotros, allá en Bangladesh, India, Nepal, Bután, la Península Indochina. Pero el espacio de afectación indirecta sí está entre nosotros, aquí mismo en el Istmo Centroamericano porque, como anotan los científicos, el potencial gravitacional que se origina en la alineación del Sol y la Luna afecta los océanos de la Tierra con mareas en oposición planetaria, con independencia de donde se halle el astro que la provoca. Escuché abordar este tema al oceanógrafo Guillermo Quirós en uno de sus programas dedicados al comportamiento de los mares y busqué lo que consigna la NASA en sus páginas en Internet, fuentes ambas para estas notas.

Alineados el Sol y la Luna en una misma dirección del espacio al frente de la Tierra, que es lo que produce el eclipse, se da una fuerza de atracción gravitacional excepcional sobre nuestro planeta. Hay simetría en los efectos del potencial gravitacional sobre los océanos y por eso las mareas altas se dan en lados opuestos de la Tierra, según la fase lunar. La fase central de este el mayor eclipse total de Sol del siglo XXI, se proyectará sobre el Océano Indico y tendrá su foco central, esto es el máximo de esfuerzo gravitacional, alrededor de 80-90 grados de longitud este. La antípoda de esta región es la costa pacífica de América Central. Hay estudios científicos que hablan de que en coincidencia con esta fuerza de atracción gravitacional en el Indico, podría haber un terremoto de grado 6 y otros menos fuertes, así como un tsunami en el Océano Indico. Dada la localización de estos fenómenos allá en la lejana Asia, se recuerda que el efecto potencial gravitacional sobre las aguas del planeta se expresaría en mareas en el espacio geográfico opuesto (aquí en América Central), un potencial fenómeno que por coincidencia podría darse más o menos donde los geofísicos han detectado gran acumulación de energía en las placas sitas también frente a la Península de Nicoya. “Podríamos iniciar una discusión sobre los efectos en América Central”, escribe el oceanógrafo Guillermo Quirós, convencido de que “ignorar la realidad científica puede traer graves consecuencias para la sociedad”. A propósito, el 1º de setiembre de 1992 un maremoto azotó la costa del Pacífico de Nicaragua ocasionando cientos de víctimas e ingentes pérdidas materiales. Se produjo por un movimiento sísmico inadvertido en tierra, ocurrido sobre la pared empinada de la Fosa Mesoamericana, que es una depresión en el piso marino paralela a la costa centroamericana desde aguas frente a Punta Burica hasta Guatemala. Ese día hubo tres olas de 8, 10 y 11 metros que después de recorrer en 30 minutos 50 kilómetros, penetraron 300 metros de tierra firme con graves daños.

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