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Miércoles, 11 de diciembre de 2024



¿Contradicción?

Roberto Dobles roberto.dobles@gmail.com | Lunes 24 octubre, 2016




No hay ningún estudio que muestre el año en que la demanda nacional de derivados de petróleo llegue a un pico a partir del cual empiece a disminuir

¿Contradicción?

El Gobierno y algunas personas en Costa Rica se oponen, sin estudios técnicos, a que se produzca gas natural y petróleo en el país para sustituir las crecientes importaciones petroleras mientras termina la larga transición hacia las nuevas fuentes sustitutas del petróleo, la cual va a durar varias décadas.

Consideran que es contradictorio seguir una política energética dual que implica producir energías renovables de manera creciente y producir simultáneamente gas natural y petróleo mientras se da la transición y mientras el país los necesite. Esto permitiría generar sosteniblemente durante este largo periodo las grandes cantidades de recursos fiscales y no fiscales que esta actividad genera, en lugar de enviarlos al exterior como lo hacemos actualmente con las crecientes importaciones petroleras.

Mientras que aquí se considera que esta simultaneidad en la producción nacional de energía es una contradicción, en el mundo se considera lo contrario. Muchos países están demostrando de manera clara y contundente que la producción nacional de petróleo y gas natural no solamente no es excluyente del creciente desarrollo de fuentes renovables de energía, sino que también fortalece la penetración de estas fuentes y genera de manera continua los recursos financieros que se requerirán durante varias décadas para implementar la transición hacia las fuentes sustitutas del petróleo.

Noruega es uno de estos países. Gracias a la producción sostenible de sus yacimientos de gas natural y petróleo y al manejo responsable de esta enorme riqueza, este país:

·              Es uno de los países más ricos y competitivos energéticamente del mundo y el que más está avanzando en la transición energética.

·              Es líder mundial del desarrollo sostenible y de la lucha contra el cambio climático.

·              Ocupa el primer lugar en el Índice Mundial de Desarrollo Humano y una de las posiciones privilegiadas en el Índice Mundial de Desempeño Ambiental.

·              Exporta aproximadamente el 90% de su producción de petróleo y gas natural contribuyendo fuertemente a la seguridad energética de Europa.

·              Genera la totalidad de su electricidad con energías renovables de bajo costo y exporta una gran parte de su producción eléctrica.

Uruguay, entre muchos otros países y con una población muy similar a la de Noruega y Costa Rica, es otro de los muchos países donde tampoco se considera que es contradictorio tener una política energética dual.

El Gobierno de Uruguay tiene claro que su estrategia dual “no contradice su política de energías limpias”, razón por la cual “el 84% de la electricidad de Uruguay viene de recursos propios como el viento, el sol, la lluvia o la quema de desechos de los cultivos agrícolas”.

Dicho Gobierno señala que “estamos buscando petróleo (y gas natural) ya que, para el transporte principalmente, seguirá siendo indispensable por mucho tiempo. Es una cuestión de supervivencia”.

En Costa Rica, algunos consideran que aquí no se necesita utilizar esta riqueza potencial nacional, pero no dicen cómo solucionar la problemática de la enorme carencia de recursos que tenemos.

Mientras tanto, el déficit fiscal, el endeudamiento del Estado, el desempleo y la pobreza crecen sin ninguna solución. Tenemos una infraestructura vial, de educación y de salud colapsada, la policía no tiene suficientes recursos para enfrentar la creciente inseguridad y la energía es cara.

Tampoco avanzamos en la transición energética hacia nuevas fuentes sustitutas del petróleo que importamos, razón por la cual el petróleo explorado, producido y refinado por empresas privadas en el extranjero se ha convertido en el rey energético nacional, ya que representa las 2/3 partes del consumo energético nacional.

Y para las próximas décadas, los estudios (del Gobierno y de Recope) indican que las importaciones de derivados petróleo y las transferencias de recursos fiscales y no fiscales al extranjero van a continuar aumentando.

En 2015, el consumo nacional de derivados de petróleo importados fue de 19,0 millones de barriles y, de acuerdo con las proyecciones de Recope (en su escenario medio), el país consumirá 33,5 millones de barriles en 2035 (un 76% más).

Otro estudio elaborado por la prestigiosa firma internacional KBC, con gran experiencia en la región, llegó a conclusiones similares.

No hay ningún estudio que muestre el año en que la demanda nacional de derivados de petróleo llegue a un pico a partir del cual empiece a disminuir en un proceso que durará igualmente varias décadas.

De ahí que el Ministro de Ambiente y Energía haya señalado que “Costa Rica no podrá desprenderse pronto del uso de hidrocarburos” y que “en los próximos 50 años, Costa Rica seguirá dependiendo de los combustibles fósiles aunque se desarrollen otras alternativas”.

A pesar de lo que señalan los estudios técnicos, algunas personas más bien indican que a partir de 2035 “Costa Rica estaría libre de petróleo”. Y lo hacen sin acreditar ningún estudio técnico y sin indicar cómo se van a generar los recursos que el país necesita para su desarrollo y para la transición energética hacia las nuevas fuentes de energía que eventualmente sustituirían el petróleo.

Solo hablan de aumentar fuertemente los impuestos que impactarían negativamente el crecimiento nacional, el empleo y la pobreza. No indican, entre otras cosas, que el único sector que está creciendo bien y generando empleo en el país es el de zonas francas, que casualmente crece bien porque tiene una carga fiscal mucho menor que el resto.

Mientras la “contradicción” creada aquí subsiste y no aporta nada para solucionar la seria carencia de recursos que tenemos, en el resto del mundo esta contradicción no existe. Países como Noruega, Israel y Uruguay, entre otros, más bien potencian su desarrollo y su transición energética buscando utilizar sosteniblemente toda su riqueza nacional. 







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