¡Y Sabo sabía!
| Jueves 18 junio, 2009
¡Y Sabo sabía!
Grupos de aficionados le reclamaban que no anotaba goles, al concluir un partido salió abucheado por una parte del público y, en algunos medios de prensa, se criticó que el profesor Kenton lo convocara reiteradamente a la Selección Nacional de Fútbol. Pero ahora es muy apreciado por haber anotado goles claves en los últimos dos partidos, que colocaron al equipo en el primer lugar en la hexagonal rumbo al Mundial 2010.
En una semana, Alvaro Saborío, conocido como “Sabo,” pasó de la crítica al elogio, de la duda al aprecio, de la rechifla al aplauso. ¿No le ha pasado a usted algo similar en su organización? ¿Cómo logró él superar sus momentos difíciles y qué nos enseñó? Al terminar el partido en Tobago, me dijo: “No me dejo influenciar por lo bueno o lo malo que otros dicen de mí, sino que me concentro en atender el consejo de quienes siempre han estado cerca de mi persona”.
Esa humildad para escuchar permite reflexionar y aprender, sin ella es difícil mejorar. Podemos oír a muchos, pero es mejor escuchar a quienes tienen una constante buena intención al hablarnos. Existe el riesgo de dejarnos guiar por pensamientos negativos propios o voces externas que podrían hacernos flaquear; pero como bien dice Willie Jolley: “Escoja programarse a sí mismo, en vez de dejar que otros lo programen a usted. ¡Escoja ganar!”
Quienes conocemos a “Sabo” reconocemos que él trabaja fuerte para superarse a sí mismo. Cuando eso ocurre, a todas las malas rachas —que todos tenemos— les llega su fin. La actriz de “Yo amo a Lucy,” Lucille Ball, solía decir “he encontrado que es verdad, que entre más duro trabajo, más afortunada soy”. Cuando la ilusión es grande las adversidades se perciben como pequeñas, por difíciles que sean. Saborío se concentró en seguir adelante y perseguir lo que sabía hacer: reencontrarse con el gol.
El también atribuye su retorno a su conocida efectividad, a sus compañeros: “La unión de grupo es importantísima para triunfar; lo he vivido en los equipos en que he estado; y en la Selección esto es especial, porque no nos conocíamos y ahora nos tratamos como hermanos y eso eleva el nivel de todos.” Un equipo muy integrado hace sentido si la exigencia por el alto desempeño asciende; no se trata de ser amigos para tolerar u ocultar situaciones que no contribuyen al logro de los objetivos.
Además, cuando el líder conoce bien a sus miembros, toma decisiones conforme a sus valores, ratifica su confianza en los jugadores y les brinda su apoyo.
Sabo sabía que la persistencia premia, que el trabajo fuerte abre puertas, que la adversidad puede ser un punto de partida y no un destino, y que el aplauso que importa es el de la propia conciencia. Sabía la validez del precepto bíblico: “Si usted tan sólo cree, hará que todas las cosas sean posibles.”
German Retana
German.retana@incae.edu
Grupos de aficionados le reclamaban que no anotaba goles, al concluir un partido salió abucheado por una parte del público y, en algunos medios de prensa, se criticó que el profesor Kenton lo convocara reiteradamente a la Selección Nacional de Fútbol. Pero ahora es muy apreciado por haber anotado goles claves en los últimos dos partidos, que colocaron al equipo en el primer lugar en la hexagonal rumbo al Mundial 2010.
En una semana, Alvaro Saborío, conocido como “Sabo,” pasó de la crítica al elogio, de la duda al aprecio, de la rechifla al aplauso. ¿No le ha pasado a usted algo similar en su organización? ¿Cómo logró él superar sus momentos difíciles y qué nos enseñó? Al terminar el partido en Tobago, me dijo: “No me dejo influenciar por lo bueno o lo malo que otros dicen de mí, sino que me concentro en atender el consejo de quienes siempre han estado cerca de mi persona”.
Esa humildad para escuchar permite reflexionar y aprender, sin ella es difícil mejorar. Podemos oír a muchos, pero es mejor escuchar a quienes tienen una constante buena intención al hablarnos. Existe el riesgo de dejarnos guiar por pensamientos negativos propios o voces externas que podrían hacernos flaquear; pero como bien dice Willie Jolley: “Escoja programarse a sí mismo, en vez de dejar que otros lo programen a usted. ¡Escoja ganar!”
Quienes conocemos a “Sabo” reconocemos que él trabaja fuerte para superarse a sí mismo. Cuando eso ocurre, a todas las malas rachas —que todos tenemos— les llega su fin. La actriz de “Yo amo a Lucy,” Lucille Ball, solía decir “he encontrado que es verdad, que entre más duro trabajo, más afortunada soy”. Cuando la ilusión es grande las adversidades se perciben como pequeñas, por difíciles que sean. Saborío se concentró en seguir adelante y perseguir lo que sabía hacer: reencontrarse con el gol.
El también atribuye su retorno a su conocida efectividad, a sus compañeros: “La unión de grupo es importantísima para triunfar; lo he vivido en los equipos en que he estado; y en la Selección esto es especial, porque no nos conocíamos y ahora nos tratamos como hermanos y eso eleva el nivel de todos.” Un equipo muy integrado hace sentido si la exigencia por el alto desempeño asciende; no se trata de ser amigos para tolerar u ocultar situaciones que no contribuyen al logro de los objetivos.
Además, cuando el líder conoce bien a sus miembros, toma decisiones conforme a sus valores, ratifica su confianza en los jugadores y les brinda su apoyo.
Sabo sabía que la persistencia premia, que el trabajo fuerte abre puertas, que la adversidad puede ser un punto de partida y no un destino, y que el aplauso que importa es el de la propia conciencia. Sabía la validez del precepto bíblico: “Si usted tan sólo cree, hará que todas las cosas sean posibles.”
German Retana
German.retana@incae.edu