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¿Vamos o venimos?

Vilma Ibarra vilma.ibarra@gmail.com | Miércoles 17 junio, 2015


¿No es que estamos muy entusiasmados con nuestro futuro ingreso a la OCDE?

Hablando Claro

¿Vamos o venimos?


Más allá del enfrentamiento de legítimos intereses entre dos fuertes grupos de asociaciones y cámaras empresariales, lo que está pasando con los aguacates y la carne de cerdo, resulta ser muestra inequívoca de las contradicciones y divergencias en la gestión de política pública de los ministerios de Agricultura y de Comercio Exterior en particular, y de la conducción política en general por la que tristemente (no creo que haya quien se pueda alegrar) transita la administración Solís Rivera.
Y no solo eso. Esta polémica cada vez más elevada de tono, constata una vez más que algunos asuntos del resorte del Ejecutivo se van cocinando a fuego lento hasta que por falta de definición revientan en una crisis abierta como la que protagonizan hoy quienes pretenden que se mantengan cerradas las fronteras y quienes pugnan precisamente por lo contrario.
La Alianza Nacional Agropecuaria, la Cámara de Agricultura, la Cámara de Porcinos, UPA Nacional, Upiav y Conacoop no solo aplauden el cierre de fronteras del aguacate mexicano, sino que exigen la prohibición de ingreso al cerdo chileno. Y amenazan con tirarse a la calle para lograr un empeño que estuvieron a punto de alcanzar hace algunos días cuando Senasa cerró por 24 horas la frontera y tuvo que volver a abrirla por falta de argumentos.
Mientras tanto, las cámaras de Alimentos, de Perecederos, de Turismo, de Restaurantes, de Casas Extranjeras y de Comercio, urgen reabrir la frontera mexicana, por lo que califican como prohibiciones arbitrarias que podrían derivar en escasez y aumento de precios.
Unos claman por “soberanía alimentaria”. Es decir, que comamos lo que producimos, asumiendo que seremos capaces de producir todo lo que necesitamos. Los otros levantan la bandera de la “seguridad alimentaria”. Básicamente que haya abastecimiento de todo y al mejor precio venga de donde venga. No tengo suficiente espacio para detallar los argumentos.
Quiero, eso sí, resaltar la profunda pena que me causó un amigo productor de la Zona de los Santos quien me externó su enorme temor de que una enfermedad del fruto mexicano le infecte sus aguacates, al tiempo que esgrimía toda su convicción de que si los dejan, los agricultores ticos podrían llegar a abastecer todo el mercado nacional, que hoy apenas suplen en un 20%. Claro que me resultó imposible tratar de tranquilizarlo.
Y tengo un enorme sinsabor: no es posible establecer medidas fitosanitarias como barreras paraarancelarias cuando ya decidimos hace mucho ser parte del juego comercial global. Y no se vale asustar a sencillos productores.
O es cierto que nuestra salud y nuestra producción corre peligro con aguacates mexicanos y cerdos chilenos y lo demuestran así fehacientemente nuestros técnicos para denunciar ante los organismos mundiales de protección del comercio a los países que en ello estarían incurriendo; o nos vamos poniendo serios y nos dejamos de elucubraciones ideologizadas que no solo están causando pánico, enfrentamientos, huelgas y alteración de precios, sino que nos pueden salir muy caros en términos de sanciones y represalias en el tinglado del comercio internacional.
¿O no es que estamos muy entusiasmados con nuestro futuro ingreso a la OCDE?

Vilma Ibarra

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