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FORO DE LECTORES


Seguridad ocupacional y seguridad vial

| Viernes 18 junio, 2010


Seguridad ocupacional y seguridad vial

Los profesionales en seguridad ocupacional tienen una formación, y especialmente una cultura, respecto a cómo prevenir, anticipar y cómo hacer o pedir que las máquinas o lugares de trabajo tengan los procedimientos que superen lo obvio, y funcionen con base en la prevención de incidentes o accidentes laborales.
Un ejemplo de esto es cuando alguien requiere operar una máquina, y esta no puede funcionar si un dispositivo, puerta de acceso o señalización indica que está abierto, lo que da a entender que alguien está haciendo algo que lo puede comprometer en su seguridad. Hay procedimientos donde nadie puede iniciar la operación de un equipo, por más que quiera, si este detecta movimiento en zonas de peligro o riesgo.
Lo que cabe señalar es que todos los sistemas de seguridad, conforme pasa el tiempo, van mostrando una mejora continua muy orientada a vencer la sobreconfianza de las personas, garantizándose así que la propia rutina les juegue una mala pasada.
Si bien es cierto, esto es una espiral que no tiene fin, todos los esfuerzos en seguridad industrial van dando frutos, y cada vez hay menos accidentes o desgracias, si realmente se trabaja en un modelo que cumpla con los estándares requeridos.
Ahora bien, en materia de seguridad vial, llama muchísimo la atención que no se percibe un verdadero y serio esfuerzo en movilizar un sistema que promueva la minimización de los accidentes y las consecuentes desgracias que estos conllevan. Desde nuestras carreteras, hasta las prácticas mismas de la forma en que conducimos los vehículos.
El sábado 12 de junio, en horas tempranas de la mañana, murieron el padre y sus dos hijos al colisionar frontalmente el vehículo en que viajaban, contra un autobús al invadir el carril contrario. Aunque todavía no está clara la razón que provocó esta desgracia, lo que uno reflexiona es que si esa carretera a estas alturas ya hubiera tenido una valla de concreto en el medio, para separar ambos carriles, tal vez ese vehículo no hubiera colisionado de esa forma contra el autobús y las personas se hubieran salvado, o si hubieran existido los accesos o salidas hacia otros puntos, debidamente construidos, o si la ciudad de Alajuela tuviera otras rutas más adecuadas para ingresar, en fin, los “o si” se me hacen interminables.
Una desgracia puede pasar, independientemente de los sistemas de seguridad existentes, pero la práctica indica que cuanto más se estudian las causas de estos hechos, más se minimiza el riesgo.
En Costa Rica no hay una organización estatal que haga esto, como simple ciudadano no la veo, fuera de que no existe una verdadera intención de nadie, de entender que no podemos seguir pretendiendo que los accidentes y las desgracias en carreteras se disminuyan si esas carreteras son viejas, carecen de una excelente señalización y del diseño técnico apropiado, que incluya las salidas y accesos, y de elementos físicos y legales que obliguen a los conductores a comportarse acorde con la capacidad que tienen los automotores en términos de su velocidad, potencia y capacidad en general.
Los más frustrante es que ni siquiera las nuevas carreteras, que son las menos, tienen o fueron diseñadas para minimizar el riesgo. El caso más claro: la “autopista” a Caldera.
Conducimos vehículos que están muy por encima de la capacidad vial de este país, además de que aunque poseen dispositivos de seguridad propios, de nada sirven para proteger la vida humana si los dispositivos en carreteras no existen, y menos, si estos ni siquiera son pensados para que superen la confianza, irrespeto o rutina de los conductores.
Es por eso que se puede pronosticar que en Costa Rica, se seguirán presentando continuamente desgracias como la que sucedió el sábado 12 de este mes, donde la curva de siniestralidad es exponencial.

Nelson Sibaja Mora
Administrador de recursos humanos








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