Schiavone, sin límites
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 07 junio, 2010
Schiavone, sin límites
Al borde de la treintena y contra todo pronóstico, Francesca Schiavone demostró que "todo el mundo tiene la oportunidad de ser quien quiera ser, de hacer lo que quiera con su vida" y se convirtió en la primera italiana de la historia en besar la arena de París como campeona de Roland Garros.
Lo hizo después de derrotar en la final a la australiana Samantha Stosur por 6-4 y 7-6 (2), para hacer feliz a todo un país que la recibió como heroina
"Superar los límites (...) Eso es lo que me ha pasado a mí". Así definió su gesta la segunda jugadora más veterana de la historia en conseguir su primer título de Grand Slam, más de cuarenta años después de que la británica Ann Jones triunfase en Wimbledon.
"Schivo", no destaca en ninguna faceta técnica del juego. Ni su servicio, ni su revés, ni su derecha son demoledores. No es la que más rápido corre ni la que mejor resta, ni tampoco la más alta, ni la más fuerte.
Aún así, logró poner fin al "cuento de hadas" de la australiana Samantha Stosur, en palabras de su rival.
Y todo porque el deporte no es un engranaje minucioso y preciso cuyos resultados se puedan anticipar a tenor de las estadísticas, y porque a veces la táctica y el esfuerzo rellenan lo huecos que no quiso ocupar el talento.
Por eso una jugadora que llegó a París como decimoséptima favorita y que hoy lunes pasará a ser la sexta mejor tenista del mundo se lleva el título a Milán, el tercero y el más importante de su carrera, tras más de diez años como profesional.
Entre broma y broma en sala de prensa, esta hincha del Inter de Milán, expresiva y jocosa, explicó que su "táctica" para la final pasaba por subir mucho a la red, jugar con agresividad e ir a buscar los puntos, a ganarlos, a arrancarlos de la pista y para meterlos en su cesta. Hablaba la experiencia de una tenista que maduró tarde.
"No debía de estar preparada antes", aseguraba una Schiavone que además del cheque de los organizadores del torneo (1.120.000 euros) volverá a Italia con otros 400.000 euros que le prometió el presidente de su federación de tenis, Angelo Binaghi.
"Schivo" había ganado Roland Garros. Flotaba, bromeaba, disfrutaba y respiraba hondo mientras asumía que había llegado a la meta para la que llevaba trabajando toda una vida.
París / EFE

Lo hizo después de derrotar en la final a la australiana Samantha Stosur por 6-4 y 7-6 (2), para hacer feliz a todo un país que la recibió como heroina
"Superar los límites (...) Eso es lo que me ha pasado a mí". Así definió su gesta la segunda jugadora más veterana de la historia en conseguir su primer título de Grand Slam, más de cuarenta años después de que la británica Ann Jones triunfase en Wimbledon.
"Schivo", no destaca en ninguna faceta técnica del juego. Ni su servicio, ni su revés, ni su derecha son demoledores. No es la que más rápido corre ni la que mejor resta, ni tampoco la más alta, ni la más fuerte.
Aún así, logró poner fin al "cuento de hadas" de la australiana Samantha Stosur, en palabras de su rival.
Y todo porque el deporte no es un engranaje minucioso y preciso cuyos resultados se puedan anticipar a tenor de las estadísticas, y porque a veces la táctica y el esfuerzo rellenan lo huecos que no quiso ocupar el talento.
Por eso una jugadora que llegó a París como decimoséptima favorita y que hoy lunes pasará a ser la sexta mejor tenista del mundo se lleva el título a Milán, el tercero y el más importante de su carrera, tras más de diez años como profesional.
Entre broma y broma en sala de prensa, esta hincha del Inter de Milán, expresiva y jocosa, explicó que su "táctica" para la final pasaba por subir mucho a la red, jugar con agresividad e ir a buscar los puntos, a ganarlos, a arrancarlos de la pista y para meterlos en su cesta. Hablaba la experiencia de una tenista que maduró tarde.
"No debía de estar preparada antes", aseguraba una Schiavone que además del cheque de los organizadores del torneo (1.120.000 euros) volverá a Italia con otros 400.000 euros que le prometió el presidente de su federación de tenis, Angelo Binaghi.
"Schivo" había ganado Roland Garros. Flotaba, bromeaba, disfrutaba y respiraba hondo mientras asumía que había llegado a la meta para la que llevaba trabajando toda una vida.
París / EFE