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EDITORIAL


¿Podríamos ser un país de primer mundo?

| Lunes 01 septiembre, 2014




El plan de Franklin Chang para la Costa Rica de 2050 es muy ambicioso pero no imposible. Debería para ello poder engranar esa iniciativa privada, con la acción pública de gobierno


¿Podríamos ser un país de primer mundo?

Mientras hoy muchos analistas dan su opinión acerca del discurso de los 100 días del Presidente de la República, el científico y astronauta costarricense Franklin Chang, al frente de su Plan de Medio Siglo, va tras la construcción de un nuevo modelo de desarrollo para convertir a Costa Rica en un país de primer mundo.
En cuanto al discurso del Presidente, ha provocado una sana confrontación de ideas con respecto a cuáles deberían ser las políticas públicas y el rumbo del país.
Sobre todo, es importante destacar que Solís inició en Costa Rica una práctica que no teníamos y que significa un paso adelante en nuestra democracia.
Por propia voluntad, sin tener obligación de hacerlo, después de informar sobre el estado de situación en que encontró al país y explicar algunos lineamientos que, sobre asuntos puntuales, marcarán la acción de gobierno, contestó, como estaba previsto, preguntas hechas por el público.
Lamentable, eso sí, que no se le permitiera hacer este ejercicio en la Asamblea Legislativa, como él lo había solicitado.
En cuanto al plan de Franklin Chang, es muy ambicioso pero no imposible. Debería para ello poder engranar esa iniciativa privada, con la acción pública de gobierno.
Chang ha dicho, en declaraciones a este medio publicadas el sábado anterior, que su equipo quiere “costarricenses sin color político que quieran acercarse” y les ayuden.
No obstante, reconoce que el plan, creado en 2004 por un grupo de costarricenses de la comunidad académica, empresarial, institucional y política, caminaría mejor si contara con el apoyo del gobierno, y que el actual mandatario pareciera estar interesado en tomarlo en cuenta.
La educación es el pilar fundamental en este proyecto, por lo que deberían desarrollarse políticas público-privadas a fin de que se dé el gran salto cuantitativo y cualitativo necesario.
“El país se ha deteriorado mucho en su infraestructura, en la forma en como educamos, en la no actualización de los docentes”, dice Chang. “Cuando llegó el Internet, el país no respondió inmediatamente, y no se cambió la forma de trabajar en las escuelas. Los jóvenes desarrollaron sus conocimientos afuera de los centros educativos”.
Esta necesidad, en general, de alianza público privada, exige por otro lado lo que es también prioritario para este gobierno: sanear el sector público y la corrupción público-privada.

 







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