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Viernes, 29 de marzo de 2024



EDITORIAL


Obras, ver para creer

Hubo serios problemas en los procesos de obra pública en el pasado y debemos saber a qué se debieron las fallas y, lo más importante, si el factor que las ocasionó ya está corregido

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 10 agosto, 2011


Editorial


Estamos nuevamente ante anuncios del Ministerio de Obras Públicas y Transportes que aparentemente suenan bien. Lo único que no sabemos es si se resolvieron o no los problemas que convirtieron en pesadillas los procesos para importantes obras anteriores como el Aeropuerto Juan Santamaría o la carretera a Caldera.

Para realizar obra pública, después de establecido lo que se hará y conseguido el dinero, se debe elaborar un cartel de licitación y luego un contrato. Igual si se trata de una concesión. Es vital que estén bien hechos.

Hubo serios problemas en la confección de estos contratos anteriormente y sería bueno saber a qué se debieron esas fallas y, lo más importante, si el factor que las ocasionó ya está corregido.

Por otro lado, en el caso del Ministerio de Obras Públicas y Transportes, como puede suceder en otras dependencias públicas, debido a la conocida puerta giratoria del Estado, que no paga en algunos casos salarios competitivos ocasionando la fuga de personal de experiencia, no existen probablemente suficientes ingenieros con esta característica, por lo que se deben contratar empresas privadas para que ayuden a supervisar las obras.

Esta supervisión privada tuvo serios problemas en casos anteriores. En algunos fue algo parecido a un juego de ping pong donde la empresa supervisora le echaba la culpa al Estado argumentando que no la escuchaba y este decía que aquella no había cumplido con el personal o recursos que había ofrecido.

Así las cosas, el Estado carente de recursos para supervisar contrató quien hiciera ese trabajo y luego esos supervisores debían ser supervisados por el Estado porque no cumplían. Parece un extraño trabalenguas, pero así de extrañas fueron esas situaciones.

¿Cómo saber si en esta ocasión los carteles de licitación y los contratos estarán bien elaborados?

¿Qué garantizará esta vez que las empresas supervisoras contratadas (que serán 12) trabajarán realmente con los medios ofrecidos? ¿Existe la voluntad hoy para atender lo que digan esos inspectores y se han tomado medidas para que no incumplan en materia de recursos prometidos?

Ninguna de estas cosas tenemos claro porque, como decíamos antes, no sabemos si lo que ocasionó las fallas en el pasado se ha corregido.

Es por eso que los anuncios de inicio de obra en nuestra lamentable red vial, con casi el 90% de la capa asfáltica en mal estado, de acuerdo con informes del Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales, nos alegran y a la vez nos inquietan. Después de todo son $247 millones lo que se destinará a esto y debemos asegurarnos que el resultado sea excelente.










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