Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Viernes 24 enero, 2014
Después de la masacre de Coquimbo, más me cuesta comprender cómo los costarricenses están felices, motivados y optimistas por el grupo que nos tocó en Brasil.
Si por la víspera se saca el día…
El principal responsable de esa paliza y del ridículo que le presentó al mundo la Selección Nacional se llama Jorge Luis Pinto.
Con el propósito, afán o capricho (solo él lo sabe) de mirar a jugadores que en algún momento de sus microciclos y convocatorias estuvieron bajo sus órdenes, presentó ante la selección chilena unas formación con solo tres eventuales titulares en Brasil 14, Michael Umaña, José Miguel Cubero y Yeltsin Tejeda y lógicamente que el equipo se cayó, desordenó, desdibujó y fue fácil presa de un rejuntado local al que igual le faltaron sus mejores figuras.
Ahora, más que pensar, comentar o creer que con Yosimar Arias o Mambo Núñez en la cancha las cosas pudieron ser diferentes, sí merecen críticas y cuestionamientos fuertes las declaraciones del técnico de Costa Rica, al justificar la goleada en la falta de ritmo de la mayoría de sus jugadores.
¿No sabía acaso que varios de los que puso en la cancha lo que cargaban era precisamente eso?
Con solo repasar una acción aislada del juego, cuando Marco Ureña recibió un servicio preciso para que se enfilara al marco rival, pero a la hora de controlar la pelota se le escapó a la línea final, eso denotó la falta de acción del ariete, congelado hace muchos meses en la reserva de un equipo ruso donde no juega prácticamente nunca.
¿Qué esperaba Pinto de Ureña?
¿Un juego regular, consecuente y explosivo?
¡Jamás! No se puede pedir peras al olmo.
Con esa desastrosa presentación de Costa Rica en Chile, con la falta de calidad que mostró el 95% de los jugadores, con tantas deficiencias tácticas sobre todo en la marca, que es uno de los fuertes de nuestro entrenador, con esa defensa de vidrio y esa medular que fue rebasada por el rival, Jorge Luis Pinto se puso para que le dieran y le están dando y le van a dar.
Con esa tristeza de espectáculo, ante ese equipo tímido y desarticulado, es imposible defender todo lo que construyó o más bien destruyó el colombiano en el entorno de esta presentación. Si esta limitada exhibición fue un experimento de Pinto, el examen resultó nefasto.
Viene un nuevo examen: Corea del Sur.
Conste: no estamos hablando de Uruguay, Italia e Inglaterra.
¡Qué lindo grupo nos tocó en Brasil!
Viva la Pepa.
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